Buenas
tardes.
Me
han encargado el honor de hablarles del doctor Manuel Martín Parra, mi tío
Manolo. Es para mí un reto y un estimulo poderles hacer llegar las muchas
vivencias que tuve con él y espero, en los pocos minutos que tengo asignados,
saber transmitirles la admiración que tuve siempre hacia él.
Mi
tío procedía de una familia sencilla, integrada por sus padres (el padre, mi
abuelo, era guardia civil) y dos hermanas. Su infancia fue muy dura pues, tras
el fusilamiento de su padre en los albores de la guerra civil, cuando él apenas
tenía 10 años de edad, se vió en la obligación y en la necesidad de convertirse en el
cabeza de familia en una zona hostil hasta el final del conflicto fratricida, cuando vuelve
a Sevilla (donde había nacido el 26 de febrero de 1926).
Tras
el final de la guerra, realiza sus estudios de Bachillerato en el Colegio de
los Escolapios con excelente currículum y así entra, después de muchos
esfuerzos por parte de su madre y con ayuda de una beca de Protección Escolar,
en la Universidad, para cumplir su sueño: ser médico, ser pediatra.
Las
calificaciones obtenidas en el periodo universitario en la Hispalense (promoción 1944-1950) ya informan de cuál va a
ser su trayectoria profesional: 26 sobresalientes, y 10 matrículas de honor. Por
oposición, le concedieron el Premio Extraordinario en la Licenciatura de
Medicina en 1952, y, por concurso oposición, fue nombrado Alumno Interno
Numerario de la Sección de Anatomía de la Universidad de Sevilla.
Una
vez ya graduado como médico, continuó consiguiendo metas, con su esfuerzo y
tesón:
- Por concurso oposición también fue nombrado Médico Interno de las Cátedras de “Anatomía descriptiva y topográfica “ y “Técnica anatómica” de la Facultad de Medicina de Sevilla.
- Asistió becado a Cursos de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander
- Fue ayudante de clases prácticas de la cátedra de Pediatría y Puericultura de la Facultad de Medicina de Sevilla.
- Ingresó, por concurso oposición, en la Escuela Departamental de Puericultura, consiguiendo la titulación correspondiente.
- En 1958 consigue el título de Médico de Empresa en Madrid.
- En 1965 recibe la titulación de Médico Especialista en Pediatría y Puericultura del Ministerio de Educación.
- Fue igualmente médico ayudante de Pediatría en la Residencia Sanitaria García Morato de la Seguridad Social junto al Dr. Manuel Laffón Soto, durante doce años.
- Desde 1974 hasta su jubilación, ejerció el cargo de médico especialista en Pediatría en distintos ambulatorios de la ciudad de Sevilla, simultaneando este cargo con su consulta privada en la calle Montecarmelo y el de médico de empresa en HYTASA.
Además,
su carácter colaborador y emprendedor le llevó a participar en los siguientes
eventos:
- Socio fundador de la Sección de Pediatría Extrahospitalaria de Sevilla, siendo su Presidente desde la fundación en el año 1973 hasta 1982. Se vincula en este periodo con los Cursos de Medicina Internacional de Pediatría Extrahospitalaria dirigidos por el doctor Francesc Prandi i Farrás en Barcelona.
- Socio fundador de la Sociedad de Pediatría de Andalucía Occidental y Extremadura con el Dr. Manuel Suárez Perdiguero, siendo nombrado en 1982 Presidente de la referida Sociedad de Pediatría. Fue el primer, y único hasta la fecha, Presidente de la Sociedad que procedía de la Pediatría Extrahospitalaria. Posteriormente, fue nombrado Socio de Honor y Presidente de Honor de la referida Sociedad.
- En 1985 es nombrado por votación Vocal de Relaciones Públicas de la Sociedad Española de Pediatría. En este mismo año es designado Socio de Honor de la Sociedad de Pediatría Extrahospitalaria.
- Asistía asuduamente a las reuniones de las referidas Sociedades, aportando su casuística y experiencia médicas, sus aportaciones una gran consideración por parte de los asistentes.
Y tras esta exposición de
méritos, ¿qué más cabe decir?
Yo,
como tantos niños y adolescentes de los años 50, 60 y 70, recuerdo su figura,
su modo de implicarse en nuestra enfermedad a cualquier hora del día y de la
noche, y cómo transmitía tranquilidad y seguridad a unos padres y madres
angustiados (algunos lo consideraban su particular ángel de la guarda). Son
muchos los que en los días posteriores a su fallecimiento me han hecho llegar
anécdotas y recuerdos de esos años en los que ellos fueron atendidos por el
doctor Manuel Martín Parra. Ejemplo de éstos es esta fotografía en la que dos de aquellos niños que el modeló y atendió durante su
edad infantil se han convertido en pediatras y han tratado (y siguen tratando)
de seguir su estela con admiración y agradecimiento continuo, sin conseguir
llegar a su techo.
Y ¿por qué soy yo ahora pediatra?
Es
una pregunta que me formulado repetidas veces, y siempre he dado con la misma
respuesta: siempre he aspirado a ser lo que representó mi tío Manolo en esta
profesión difícil, dura, sacrificada, pero que depara enormes satisfacciones
personales cuando se ejerce siguiendo su ejemplo.
El
doctor Martín Partra, mi tío Manolo, era el claro ejemplo de pediatra
vocacional, que sentía pasión por lo que hacía de forma desinteresada, que
amaba la Medicina y a sus pacientes, y del que siempre escuché sabios y
prácticos consejos que me han servido en mi trayectoria profesional. Su
profesionalidad y su constancia en la práctica y en la puesta al día de la
Pediatría le convirtieron en un médico de referencia desde que empezó a ejercerla.
Mi
tío Manolo me enseñó que ser médico es una actitud ante la vida, que te hace
ayudar a los demás para buscar su salud y conseguir el agradecimiento del
paciente y de sus familiares.
El
doctor Martín Parra me inició en la búsqueda de la clave de lo que es ser un
buen pediatra: el pediatra no debe olvidar que la relación con el niño o la
niña se canaliza a través de la madre, sin olvidar crear un clima de relajación
en el paciente intentando adentrarse en su interior eliminando, en la medida de
lo posible, sus miedos y angustias.
Tío
Manolo me contagió que el ser pediatra requiere un esfuerzo diario y una
actualización permanente de conocimientos teóricos y prácticos para intentar
llegar a ser un profesional realizado y feliz.
Además,
el doctor Martín Parra era buen amigo de todos sus compañeros. Por su carácter
extrovertido tenía dotes contrastadas de organizador, no solo de actos
relacionados con la práctica pediátrica diaria sino que además era un
entusiasta emprendedor de actos y reuniones de amigos (médicos y no médicos).
En
este apartado he de resaltar igualmente una faceta que a mí, como pediatra en
formación, me confirmó la impresión de que era un pediatra ejemplar. En su
época de Presidente de la Sociedad de Pediatría de Andalucía Occidental y
Extremadura, él sirvió de puente de unión para que la Pediatría sevillana fuera
una entidad independiente de los distintos hospitales y de la relación de los
pediatras extrahospitalarios y hospitalarios.
En
su etapa como Presidente de la Sociedad, sus dotes emprendedoras junto con el
apoyo entusiasta y eficaz de su Secretario (el doctor Martín Navarro Merino) y
de su Junta Directiva (en la que participé como vocal de Médicos Jóvenes) se
inició la publicación del Boletín de la Sociedad de Pediatría de Andalucía
Occidental y Extremadura, germen de la actual Revista Vox Paediátrica.
Mi
añorado tío Manolo me transmitió, además, el concepto vocacional que él supo
aplicar muy bien, siguiendo la doctrina de su admirado mentor, el doctor
Gregorio Marañón:
Si ser Médico es
entregar
la vida a la misión elegida,
no
cansarse nunca de estudiar
y
tener todos los días la humildad de aprender
la
nueva lección de cada día,
Si
ser Médico es
Amor,
infinito amor a nuestro semejante
y
acogerlo sea quien sea,
con
el corazón y el alma abiertos de par en par
Entonces
ser Médico es
la
divina ilusión de que el dolor sea goce,
la
enfermedad, salud
y
la muerte, vida.
El
doctor Manuel Martín Parra fue alguien que hizo bien a todos, excepto (como
dicen muchos de sus amigos) a él mismo. Y siempre tuvo en su mente y en su
espíritu, a pesar de sus errores, el nombre y el recuerdo de sus inspiraciones
vitales: María Luisa, sus hijos y nietos, además de sus padres y hermanas.
Y ahora, ¿qué nos queda de él
?
Acabo
con una reflexión de don Jacinto Benavente: “Al morir tan solo nos queda lo que hemos dado.” El nos ha dejado,
al menos a mí, su ejemplo de generosidad, su ejemplo de amistad con todos, y su
ejemplo de Maestro Pediatra.
Gracias, tío Manolo. Gracias, doctor Manuel Martín Parra.
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