06 diciembre 2011

Basket et Maths_corto

31 agosto 2011

Contradicciones de la Jornada Mundial de la Juventud CATÓLICA


Carta de la revista Rolling Stone a Su Santidad el Papa Benedicto XVI:

Tendría que ver usted cómo están ya las calles de Madrid, Vuestra Santidad: engalanadas para su inminente visita. Han instalado 200 confesionarios el El Parque del Retiro, cambiado la mayoría de las marquesinas del centro de la ciudad e incluso plantado flores blancas y amarillas en la Puerta de Alcalá, en sintonía con los colores de la bandera de su Ciudad del Vaticano. Dicen los organizadores de la Jornada Mundial de la Juventud que de los 50 millones de euros que ha costado la preparación de esta sacra semana, nada ha salido del bolsillo de los contribuyentes españoles, que todo corre a cuenta de la cuota que han pagado los peregrinos (entre 30 y 210 euros) y de los patrocinadores privados. Aun así, comprenda, Beatísimo Padre, nuestros recelos. Este es un esbozo de la situación actual de España, por si sus asesores aún no le hubieran informado. Sólo en Madrid, la ciudad que lo acogerá el próximo 18 de agosto en las imponentes dependencias del Nuncio Apostólico, 25 familias se quedan diariamente sin techo por no poder pagar sus hipotecas. Dos de cada diez españoles en edad de trabajar no encuentra empleo. La tasa de paro se eleva al 43,61% en la población joven. La pensión media de nuestros ancianos no alcanza los 650 euros mensuales y la sanidad y la educación pública se deterioran por falta de medios. La economía de nuestro país, Su Santidad, se tambalea, con el único respiro de ayudas financieras internacionales que piden a cambio más y más recortes a un Estado de bienestar que de famélico parece moribundo. Las cosas no marchan del todo bien en la sede de la Jornada Mundial de la Juventud 2011, Su Santidad. Es por ello que seguro que comprende usted que el descuento del 80% en el abono de transporte del que sus peregrinos gozarán estos días en Madrid, ha sentado como una jarra de agua fría a los madrileños desempleados, que hace poco se enfrentaron a una subida de alrededor del 4,5% para ese mismo servicio y del 50% para el billete sencillo. Tampoco gusta a los contribuyentes residentes en España que ese descuento en el transporte público a sus beatos peregrinos suponga dejar de ingresar 20 millones de euros, justamente ahora, tan mal momento para sacar el cartel de las rebajas. Los funcionarios españoles también andan algo molestos, especialmente los conserjes de colegios públicos, que han visto truncadas sus vacaciones para tutelar los centros en los que se hospedarán sus peregrinos. Quizás deba saber usted, Su Santidad, que el Estado les bajó el sueldo a muchos de estos profesionales el pasado año. Para que se haga una idea: un conserje cobra en España poco más de 1.000 euros al mes, mil veces menos que el millón de euros mensual que ingresa la Iglesia Católica en su bella residencia de la Ciudad del Vaticano. Al mismo tiempo, debería usted comprender que hay católicos que no entienden el patrocinio de su visita, dispuesto por bancos y empresas privadas que poco o nada tienen que ver con el mensaje de virtud que usted predica. Que la Iglesia acepte fondos de entidades que han provocado el hundimiento económico de honradas familias cristianas, hiere algunas sensibilidades.
También queremos comunicarle algo que probablemente ya sepa, Su Santidad: sus fieles y usted son una comunidad muy afortunada. Esta ciudad de Madrid, que cortará el tráfico del centro durante una semana, desviará rutas de autobuses y cerrará paradas de metro, no acepta con tanta facilidad las manifestaciones multitudinarias. Pregunte si no por las trabas que han encontrado los festejos del Orgullo Gay, la manifestación laica que pretende celebrarse el día previo a su llegada o las concentraciones de los indignados. Observará sorprendida Su Santidad el trato preferencial que le prestan las administraciones públicas. Y ya que hablamos del tema, permítanos hacerle llegar un mensaje para uno de sus biógrafos en España, Pablo Blanco, que afirmó que estos días convocaba usted, Sumo Pontífice, a los jóvenes comprometidos y no a los indignados. Son estos últimos, los indignados, seres comprometidos a fondo con la igualdad y la justicia, palabras no tan lejanas a la religión que tanto usted como Pablo afirman profesar.

Respetamos profundamente la libertad religiosa.
Y, con excepción de las aristas señaladas, no censuramos en absoluto la misión católica que desempeñará estos días en Madrid. Sin embargo, le rogamos encarecidamente el mismo respeto con la vida política de este Estado aconfesional. Sería un gesto muy feo por su parte, Su Santidad, condenar en algunos de sus actos religiosos la ley del aborto española o la del matrimonio gay, logros sociales que este país ha conseguido sacar adelante. Sería igualmente irresponsable incidir en su rechazo al uso del preservativo "en la mayoría de los casos": los afectados por enfermedades de transmisión sexual y los padres de adolescentes no se lo agradecerían. Finalmente, le presentamos nuestros disculpas si considera ofensivos algunos carteles que compiten con los suyos en las vías madrileñas. “Dejad que los niños se acerquen a mí”, se puede leer en ellos. Sí, es lo que está pensando: la frase relaciona Iglesia católica y pederastia. Pero a buen seguro que comprenderá usted, Su Santidad, que los miles de adultos que han denunciado en la última décadas abusos sexuales por parte de sacerdotes en su infancia, levanten las suspicacias del pueblo. Disfrute de su estancia en Madrid y no olvide, si dispone de tiempo Su Santidad, visitar las diminutas parroquias del extrarradio de Madrid. En el poblado chabolista Cañada Real, al sur de la ciudad, una pequeña iglesia sobrevive entre montañas de basura. Feligreses y párroco se lo reconocerán con su dicha. Afectuosamente, ROLLING STONE

19 junio 2011

Los valores de la izquierda

Las gentes que votan a la derecha, en este país, defienden una serie de valores (los que sean) y votan aunque haga frío, calor o tengan que viajar 300 kilómetros para meter su papeleta en la urna. Jamás se abstienen cuando se trata de conservar los valores del viejo régimen. Por eso, aunque muchos de los fieles votantes no tienen muchas cosas materiales que conservar, se les llama conservadores. Conservadores de tradiciones, de valores (los que sean) y de amor a la sombra del árbol que más cobija (clientelas agradecidas). Las gentes de izquierda, que tendrían que haber votado a los partidos de izquierda desde que se inició la democracia (la real, esta), no lo hace porque los cargos políticos de dichos partidos, en lugar de ejercer sus funciones de forma diferente a como lo hacen los conservadores, las ejercen igual: nombramientos a dedo, enchufismo, nepotismo, tráfico de influencias y canjes de oligarquías viejas por oligarquías nuevas en cada pueblo.
Luego algún cronista del reino se sorprende de que cada vez haya más abstención, más votos en blanco y más jóvenes indignados. ¿Qué fue de los valores que defendían la gente de izquierda? RAFAEL TOMÁS VIDAL, Valencia - 19/06/2011

05 junio 2011

Cumpleaños de Federico

Federico García Lorca es –con Cervantes– el autor más universal de la literatura española y un símbolo auténtico de nuestra historia cultural y civil. En su obra se funden de tal forma lo popular y lo cosmopolita, lo tradicional y lo vanguardista que se le considera con frecuencia –junto a Lope de Vega o a Picasso– el exponente de lo español más vivo, la expresión más lograda de lo hispánico. Los nombres de Goethe, de Schubert, de Shakespeare salen a relucir para explicar su afán proteico de creación, su facilidad retadora, su ingenua conciencia de artista por destino.

Quienes le conocieron han comparado su persona con un río caudaloso, fértil en la conversación y profundo en el silencio; con una montaña andaluza anclada en los siglos; con un sorprendente ciclón de alegría y de ánimo que a nadie dejaba indiferente. Para muchos hombres y mujeres haber conocido a Federico García Lorca en persona ha sido un acontecimiento indeleble en sus vidas. Vino al mundo en una familia liberal y emprendedora, vivió rodeado de las excepcionales generaciones de una época decisiva, murió junto a muchos miles de españoles en aras de la libertad. Fue artista por herencia asumida, por esfuerzo de formación, por contagio amistoso, por abierta solidaridad. Cultura y naturaleza se unieron en él como sólo ocurre cada mucho tiempo, en ocasiones que celebra la humanidad.

Federico García Lorca nació hace un 5 de junio como hoy en Fuentevaqueros, un pueblo de la vega de Granada. La conmemoración de ese hecho no podrá devolvernos su risa desatada, ni su voz de sangre junto al piano; no podremos asistir al espectáculo del trazo de alguno de sus dibujos imprevisibles ni a la representación de las voces que hablaban por él tejiendo la trama de los sueños y las desdichas de todos. Pero sus dramas y poemas, su música y sus dibujos sí van a poder hacer –una vez más, cada vez para más gentes– más dichosa la melancolía, más completa la felicidad, más humana nuestra propia vida. Para eso fueron creados, para eso nació, hace 113 años, Federico García Lorca. ©Jorge de Persia

14 mayo 2011

Atentos a todo... y a nada

SERGIO FANJUL
El País, 12/05/2011

Correos electrónicos, redes sociales, el móvil... Recibimos una sobredosis de información que no es fácil procesar. La 'infoxicación' empeora la capacidad analítica, aumenta la ansiedad y conduce a decisiones erróneas.


Recuerden cuando el mundo era (un poco) más tranquilo. Solo había un par de canales de televisión. Las cartas postales cuidadosamente manuscritas tardaban días o semanas en ir de una mano a otra. Los periódicos contaban lo que había pasado ayer. Y a los amigos los veíamos de tarde en tarde alrededor de la mesa de algún bar. Ahora, en cambio, vivimos en mitad de una avalancha. El acelerón de la tecnología ha provocado que la información nos bombardeé a discreción, sin piedad y en todas direcciones, y que el contacto con el prójimo se haga constante e instantáneo gracias al teléfono móvil, el e-mail y las redes sociales. Si antes mirábamos el mundo a través de la ventana, ahora miles de ventanas que se abren simultáneas y meten el mundo en nuestro ordenador. Esta nueva forma de existencia, hiperconectada e instantánea, tiene sus ventajas, claro está, pero también sus desventajas. El estrés, la ansiedad informativa, la confusión, la superficialidad o la falta de atención son algunos de ellos. "Infoxicación" lo llama el físico Alfons Cornellá, fundador de la consultora sobre nuevas tendencias Infonomía, un neologismo que mezcla la información y la intoxicación. Se produce cuando la información recibida es mucho mayor que la que somos capaces de procesar, con consecuencias negativas.
"En el momento en que aun no has acabado de digerir algo, ya te está llegando otra cosa", dice Cornellá, "la entrada constante de información, en un mundo always on (siempre encendido), te lleva a no tratar ninguna información en profundidad. Cuando la información es demasiada todo es lectura interruptus. El fenómeno se desboca cuando todos pasamos a ser productores de información, y cuando los instrumentos para producirla son mejores que los instrumentos para organizarla y buscarla. Todos sabemos usar un procesador de texto, pero pocos saben buscar información de calidad con criterio". En efecto, hoy día la actividad es frenética: "Se calcula que entre el nacimiento de la escritura y el año 2003 se crearon cinco exaby­tes (billones de megabytes de información). Pues bien, esa cantidad de información se crea ahora cada dos días", informa el especialista en redes David de Ugarte. "La posibilidad de emitir información codificada se ha ido democratizando: primero como escritura, luego como imagen, etcétera. Piensa cuánta gente podía escribir un texto a principios del siglo XIX, o cuanta hacer una foto a principios del XX... Y compáralo con hoy".
Una información que, además, salta de un lugar a otro como pulgas en una sábana: en España se envían 563 millones de correos al día, según la consultora Contactlab, y cada español recibe, de media, unos 23 correos diarios que debe gestionar (en algunos casos llegan a cientos), y que ahora, además de en el ordenador, también recibimos en nuestros smart­phones (teléfonos inteligentes). Y eso sin contar lo que se cuela a través de redes sociales como Facebook y Twitter. Según la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), el 37% de los españoles se conecta entre 10 y 30 horas semanales. El 9% lo hace más de sesenta horas. Cada vez pasamos más tiempo en este mundo de los unos y ceros y menos en el de la carne y los huesos: "Las horas dedicadas diariamente al uso de aparatos electrónicos prácticamente se ha duplicado desde 1987, mientas que la interacción cara a cara caía desde unas seis horas a poco más de dos", según explica José Antonio Redondo en su libro sobre redes sociales Socialnets (Península).

Y todo esto cansa a la mente. El psicólogo David Lewis creó el concepto de Síndrome de Fatiga Informativa, en su informe Dying for information? (¿Muriendo por la información?) elaborado para la agencia Reuters. Se da en personas que tienen que lidiar con toneladas de información procedente de libros, periódicos, faxes, correos electrónicos, etcétera, y que, según Lewis, provoca la parálisis de la capacidad analítica, ansiedad y dudas, y conduce a malas decisiones y conclusiones erróneas. Dos tercios de los 1.300 profesionales entrevistados por Reuters achacaron al estrés producido por manejar altos flujos de información daños en sus relaciones personales, baja satisfacción laboral y tensión con sus colegas. "El exceso es más perjudicial que provechoso", opina Jorge Franganillo, profesor de Información y Documentación de la Universidad de Barcelona.
"Durante siglos hemos asociado más información a más libertad. Sin embargo, hoy día, no por tener más donde elegir tenemos más libertad ni estamos más satisfechos. La información es imprescindible en la vida moderna, pero en exceso es asfixiante y resulta difícil de procesar. Al final, más es menos". Nos puede incluso hacer menos productivos, como observó el psicólogo británico Amir Khaki, de AK Consulting, estudiando el comportamiento de un grupo de ejecutivos: la consulta continua de la BlackBerry aumenta el estrés y reduce la productividad. Uno de los sujetos del estudio tardaba el triple de tiempo en rellenar impresos comunes por la constante distracción de su teléfono inteligente. "La presión que provoca la sobrecarga informativa retrasa decisiones importantes o hace que se tomen medidas sin la suficiente reflexión. Y causa también una fricción informativa que dispersa la atención y aumenta la fatiga. La energía física e intelectual que consumimos para obtener la información correcta se desperdicia si no hacemos algo útil con ella", dice Franganillo. Y, por mucho tiempo que invirtamos, siempre tenemos la impresión de que se nos está escapando algo. "Esta sobreabundancia hace que pocos elementos de entre todo ese mar resalten y queden fijados a nuestra memoria, que hoy se encuentra medio perdida al no poder atar datos con situaciones y lugares concretos.Muchas cosas pasan desapercibidas, miradas sin ser vista", dice Roberto Balaguer, psicólogo especialista en Internet.

Superficialidad
La superficialidad es otra de las posibles consecuencias del maremagno actual, como señala el autor Nicholas Carr en su libro Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus), de reciente aparición. Carr, licenciado en Literatura, advirtió que su capacidad de concentración en la lectura de textos largos era cada vez menor. La causa: su actividad multitarea, atento a la vez a la web, el Twitter, el teléfono, el Skype, el Facebook... "Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa", declaró en una entrevista a Bárbara Celis en EL PAÍS. "La multitarea, instigada por el uso de Internet, nos aleja de formas de pensamiento que requieren reflexión y contemplación, nos convierte en seres más eficientes procesando información pero menos capaces para profundizar en esa información y al hacerlo no solo nos deshumanizan un poco sino que nos uniformizan". Por supuesto, Carr cerró sus perfiles en las redes sociales.
No todos son tan pesimistas. "Mi hijo juega mucho al Call of Duty (un frenético videojuego bélico). Puedo pensar que está perdiendo el tiempo, o incluso que está enganchado, o pensar que se está preparando para un nuevo mundo donde los estímulos serán mayores, y la información más cambiante. El mundo que viene probablemente sea más parecido a Call of Duty que a Guerra y paz", opina Xabier Carbonell, profesor de Psicología en la Universidad Ramón Llull. "No creo que sea un problema, sino cuestión de aprendizaje. Fíjate, mi madre me decía '¿cómo puedes estudiar con la radio puesta?'. Y compáralo con todo lo que hay ahora... La tecnología está produciendo un cambio cognitivo importante". Cada vez somos más multitarea y esto es irreversible. "Son las habilidades que, por otro lado, cada vez valora más el mercado laboral: empleados que tengan esa habilidad de gestionar en contextos de saturación de información", coincide Fernando Garrido, del Observatorio para la Cibersociedad. ¿Cómo gestionar esta cantidad ingente de información? La respuesta es obvia: tomándonoslo con calma. Desconectándonos un rato: apagar el ordenador, la televisión, silenciar el teléfono.
Ahondar en el trato humano y pausado. Adoptar un hobby alejado de los gadgets tecnológicos. Salir a la calle. "Algunos médicos han indicado las siestas como una manera de contrarrestar la neblina digital de la sobreinformación", sugiere Balaguer. "No dedicarse a leer y contestar el correo en cualquier momento, sino solo a determinadas horas de la jornada laboral, de manera que sea una parte de tu agenda y no te interrumpa constantemente", recomienda Redondo. Y eligiendo solo lo provechoso. "La avalancha de información que se puede gestionar mejor si establecemos prioridades. Hemos de tener claro qué temas nos interesan, centrar la atención en pocas áreas y procurar que sean lo bastante concretas. No se puede pretender estar al día de muchos temas o de temas demasiado amplios: ya en 1550 el teólogo Juan Calvino se quejaba de que había tantos libros que ni siquiera tenía tiempo de leer los títulos", dice Franganillo. Como apunta Cornellá: "Hay que escoger muy bien las fuentes de información. Dedicar parte del mejor tiempo del día a la información de calidad. Cuanta más de esta manejas, más capaz eres de discriminar que lo que tienes delante es pura basura. La buena información, la relevante, desinfoxica".

Aislarse en el ordenador

Cuando uno está trabajando en el ordenador y comienzan a saltar (a veces constantemente) los avisos de correos recibidos, de nuevos tuits o mensajes de Facebook es fácil perder la concentración y hasta la paciencia. Para resolver este nuevo problema, la agencia española Herraiz & Soto ha creado el software Ommwriter. Como ellos mismos explican, se trata de un programa que recrea la nada. No desactiva el correo ni las redes sociales, pero, al activarlo, dejan de saltar las notificaciones. Además, para mejorar la concentración y la relajación, Ommwriter permite elegir un color de fondo de pantalla suave e, incluso, una música de fondo agradable que puede ir desde el sonido de los grillos hasta el de un bebé en el útero materno.

14 abril 2011

14 de abril

25 enero 2011

BCN por Mariscal