30 enero 2017

Paloma Chamorro, in memóriam

Con su pelo ingobernable y su rompedor estilo, fue el rostro más representativo de la Movida madrileña. Era Paloma Chamorro, la periodista que presentó La edad de oro, un programa que no estuvo en antena más de dos años pero que resumió de forma gloriosa el espíritu festivo y desenfadado del movimiento cultural más importante de la España democrática. Paloma Chamorro falleció este domingo a los 68 años, según han confirmado fuentes de su familia.
La presentadora comenzó a trabajar en Televisión Española a principios de los años setenta, en espacios de divulgación cultural, artística y literaria como Galería, Cultura 2 o Imágenes, que le permitieron entrevistar a Salvador Dalí o Joan Miró. Pero su carrera cambió cuando se puso al frente de La edad de oro, que entre 1983 y 1985 sirvió en TVE de escaparate de la movida madrileña y difundió las corrientes musicales y culturales emergentes.






Hoy cuesta imaginarlo, con una televisión pública que niega esta clase de programas musicales y entregada de forma vergonzante al espectáculo de Operación Triunfo y variedades similares: hubo un tiempo en el que Lou Reed, Tom Verlaine, Marc Almond o The Smiths tocaban en directo en TVE. Fue en La edad de oro, el programa más influyente y transgresor de los ochenta. En él lo imprevisible era la norma característica. Sin embargo, como contaba la propia Paloma Chamorro, su idea era reflejar lo que estaba ocurriendo musical y artísticamente en España y, sobre todo, hacer un programa de música con sonido directo. El anterior programa televisivo, Aplauso, no lo hacía. La presentadora recordaba cómo le indignó ver a Ramones, una de sus bandas de cabecera, hacer playback en un plató de televisión.
Con gran amor al arte, La edad de oro nació con la reunión de Kaka de Luxe y suspiró por última vez con la transmisión en directo del histórico concierto de The Smiths en el paseo de Camoens de Madrid. Si en la madrileña sala Rock-Ola se concentraba el ambiente cultural por las noches, La edad de oro fue concebido como la cita semanal con las cámaras de esa bohemia. En horario prime time, el programa se hizo rápidamente un referente de vanguardia generacional, aunque a la presentadora le cayeron algunas críticas por su falta de experiencia. Sin embargo, nadie podía haber dado tanto magnetismo en antena como ella, que, aparte de hacer buenas entrevistas y presentaciones muy certeras, simbolizaba ese éxtasis caótico y fresco de la escena musical de aquellos inocentes y libres ochenta.
Durante este tiempo, Paloma Chamorro fue procesada por ofensas a la religión católica después de que en un programa de 1984 apareció un crucifijo rematado por la cabeza de un cerdo. Con el cierre del programa, volvería a TVE con programas dedicado a las artes plásticas: La estación de Perpiñán (1987) y La realidad inventada (1988). Y, a partir de ahí, poco a poco, fue desapareciendo de la vida pública.


Artículo relacionado:
Paloma Chamorro, gran creadora de televisión, Diego A. Manrique

Moonlight_film


Más que una historia sobre homosexualidad dentro de la comunidad negra, Moonlight logra abarcar un sentimiento prácticamente universal, el miedo a la propia identidad.

The publicity poster is a composite of the three actors who play
protagonist Chiron at different ages.

27 enero 2017

El fútbol y la fratría

Por OLATZ GONZÁLEZ ABRISKETA

De vez en cuando ciertos elementos revelan cuáles son los impulsos o fuerzas latentes que hay detrás de lo que Enrique Tierno Galván denominaba “acontecimientos sociales” y que no serían otra cosa que “la realización en espectáculo de una concepción del mundo”. Para Tierno Galván los toros eran el acontecimiento nacional español, del mismo modo que lo era la ópera en Italia. En este momento en que la exaltación nacional-nacionalista estaría quizás (esperemos) mostrando el inicio de su propia decadencia, parece pertinente preguntarse qué concepción del mundo impera detrás del fútbol, de qué colectividad es el fútbol, deporte globalizado por excelencia, acontecimiento. 

Lo sucedido en la liga este fin de semana nos da algunas pistas. Al parecer, unos hinchas del Sevilla han aprovechado su viaje a Pamplona para saludar desde la grada de El Sadar a su amigo, encarcelado en la capital navarra por haber participado en una violación en grupo en los últimos sanfermines. Una bandera con los colores del Sevilla tenía inscrita la palabra "Gordo", apodo de José Ángel Prenda, miembro de la peña Biris Norte y uno de los integrantes del grupo de whatsapp autodenominado "La Manada", porque “el poder del lobo reside en la manada”. 

Varias lecturas podrían derivarse de la pancarta, algunas incluso políticas. En el artículo ¿Tiene sexo la nación” la antropóloga Begoña Aretxaga enfatizaba que la retórica política está plagada de metáforas sexuales, siendo habitual que los imperios traten a las naciones colonizadas como mujeres violadas. Por ellos, claro. Aretxaga analiza cómo Irlanda tuvo que masculinizarse, construir héroes nacionales, para poder creerse su propio proceso de independencia, para empoderarse dirían hoy algunas. El exhibir el nombre del "Gordo" en el estadio de la ciudad donde perpetró la violación puede constituir un gesto imperialista, del que por otro lado tanto gusta el fútbol y que está más relacionado de lo que pensamos con la cuestión que quiero poner sobre la mesa, la de la relación entre sexos. 

Con una simple ojeada al Twitter desde el que se dedicó la victoria del Sevilla al tal “Gordo” podemos saber de qué estoy hablando. Como escribiera Simone De Beauvoir en su diario, precisamente describiendo Pamplona: “Hombres, nada más que hombres, cantando y bailando pesadamente, encantados de estar entre hombres”. Ella, que pasó la mayor parte de su vida social y profesional entre hombres, sintió en Pamplona una fuerza centrífuga que le expulsaba, la fuerza de la fratría. 

Precisamente uno de los seguidores de los amigos del Gordo, curiosamente del Betis, adorna su perfil con una foto en la que alrededor de cien varones de entre 20 y 40 años posan detrás de una enorme pancarta que dice: “Brotherhood” (hermandad o fraternidad). De eso habla el fútbol, de la celebración de pertenecer a la fraternidad de los varones y de demostrar su superioridad. En todas las épocas y en distintas sociedades se han encontrado instituciones parecidas: las sociedades secretas de las denominadas sociedades “primitivas”, las fraternidades universitarias estadounidenses, lasmännerbund alemanas e infinitas más. Todas tienen en común tres características, aunque refiera de momento dos: una estricta segregación sexual y que el grupo se convierte en el referente normativo por excelencia. El grupo auxiliará y protegerá a todos sus miembros independientemente de lo que hagan y mientras sean fieles al mismo. Sólo la traición al grupo se castiga. Sólo ante él se rinden cuentas. 

Es comprensible entonces que los “hermanos” del “Gordo” le apoyen, y con más lógica aún si de lo que se le acusa es de una violación en grupo. Las violaciones en grupo son la tercera característica de estas asociaciones, ya sea como castigo por haber osado espiar o poner en cuestión la autoridad masculina ya sea como modo de sellar la fraternidad. El macho alfa, patriarcal, mostraba su dominio y potencia sexual follando con cuantas mujeres pudiera, a poder ser con todas las del grupo. El macho fratriarcal folla con sus “hermanos” por mediación del cuerpo de una mujer, víctima o no. Eso es lo que en los últimos años nos ofrece el fútbol en materia sexual. 

No se me malinterprete. Con esto no quiero decir que todo aficionado al fútbol sea proclive a tener relaciones en grupo. Y mucho menos a ser un violador. Lo que de verdad preocupa es la indulgencia, el que entrenadores, padres, jueces, políticos y varones en general se comporten como “hermanos”. Porque hay muy pocos violadores, pero demasiada tolerancia. Y es que nuestras sociedades invierten miles de millones en que los varones “se hermanen”. El fútbol es hoy el acontecimiento mundial de la fratría. El País, 27.01.17
Olatz González Abrisketa es antropóloga y profesora de la UPV/EHU

Una profesora harta de aguantar estalla

Este es el texto íntegro de la intervención de la profesora Eva María Romero Valderas en el claustro de profesores del IES Isidro de Arcenegui de Marchena, Sevilla, y que recoge La Voz de Marchena:

"Vayan por delante dos premisas:

1ª: No tengo nada en contra del Equipo directivo. Esto que voy a decir a continuación no es producto de una situación puntual que deba resolverse con una modificación del Plan de Centro ni nada parecido. Sí quiero que conste en acta.

2ª: Esto que voy a hacer ahora se llama arenga: discurso militar para enardecer a las tropas antes de entrar a la batalla.

¡Ya estoy harta!

Ya está bien, señores, de seguir aguantando.

Yo no estoy aquí para aguantar, y utilizo las palabras textuales que un padre me dijo por teléfono cuando lo llamé para que corrigiera la actitud de su hija, que no me dejaba hacer mi trabajo.

A mí, que yo sepa, me pagan para enseñar, no por aguantar.

Harta de la sociedad, que encumbra a seres que presumen de su ignorancia, que valora a un futbolista o a un ‘nini’ más que a una persona con estudios, respetuosa y educada. De los programas de televisión, que presentan como modélicos a aquellos que, sin estudios y sin sacrificio alguno, se han colocado ganando un sueldazo por criticar, acostarse con, comprar en…

Estoy harta de aguantar la mala educación con la que llegan, cada vez en mayor porcentaje, los niños al Instituto. La falta de consideración, no digo ya de respeto, hacia mi persona cuando entro en las clases, que parece como si entrara el viento por la ventana.

Harta del proteccionismo de los padres, que quieren que sus hijos aprueben sin esfuerzo y sin sufrir, sin traumas… De la falta de valoración del esfuerzo que sí hacemos nosotros.

Harta de la Administración, que cambia las leyes y la normativa que rige en mi trabajo sin preguntarme qué opino y sin darme formación para hacer bien mi nuevo trabajo. Que me coloca dos horas más en el horario lectivo y me explota laboralmente, porque yo, en los últimos años, lo único que hago es trabajar, trabajar como una posesa. Ya, hasta mis hijos me lo dicen.

Ahora dicen que nos van a devolver esas horas, ¿sabéis donde nos la van a devolver? En el horario irregular que dedicamos en casa, el que nadie ve. Yo tardo cinco horas en corregir 30 exámenes de 1º de Bachillerato, entonces ¿ya esa semana no doy ni una hora más en casa, no? Ya no programo, no preparo mis exámenes, no me actualizo para utilizar la tableta (que me he comprado de mi bolsillo para trabajar mejor), ni para saber utilizar la plataforma digital del Centro, no relleno informes de faltas, no redacto actas… y un largo etcétera de tareas invisibles.

El colmo es que algunos de nosotros nos hemos planteado pedir reducción de jornada, cobrando menos, para hacer bien nuestro trabajo. Pero, ¿adónde vamos a llegar? ¿En qué trabajo se hace eso? ¿Dónde se ha visto renunciar a tu salario para dormir con la conciencia tranquila? Esto no pasa en ningún lado.

Y encima de todo hay que aguantar “¡Qué bien viven los maestros!” Porque para la sociedad somos unos privilegiados que “no damos un palo al agua”.

Las 67 propuestas de mejora de la Educación famosas no vienen sino a machacarnos todavía más. ¿Qué vamos a hacer cuando a un alumno no lo podamos expulsar unos días por mal comportamiento? Además, tampoco está bien visto que lo pongamos a barrer o hacer tareas para la comunidad… el padre no quiere que humillemos a su hijo. Pues yo creo que debemos imbuirnos de la gracia del juez Calatayud. Autoridad somos igual que él. Ejerzamos nuestra autoridad, es lo único que la ley nos reconoce, hagámosla efectiva.

Tenemos que hacernos oír, actuar como colectivo, no irnos quejando por los rincones, a escondidas, que parece que nos da vergüenza. Así no se nos oye fuera. Gritemos nuestro inconformismo, no podemos seguir así, exijamos nuestros derechos como trabajadores, que parece que todo el mundo tiene derechos menos nosotros.

Enseñamos a nuestros alumnos a ser críticos, mentes libre pensadoras que puedan elegir y discriminar lo que les conviene de lo que no, y nosotros somos los primeros aborregados, no hacemos nada, seguimos agachando la testuz para que el yugo nos caiga con más fuerza.

Yo así no aguanto más, vosotros haced lo que queráis. Llevo 19 años en la docencia, tengo 45, a lo mejor es mi crisis de la mediana edad… pero, si algo me han dado los años es valor, no tengo miedo, y, como me aprieten más el tornillo, saltaré como un resorte. Solo quiero avisar: de aquí en adelante no pienso quedarme callada ‘por educación’. Contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate.

A mí me gusta enseñar y transmitir. Me gusta el trato con los alumnos, los quiero y animo. Me considero un motor social de cambio, una fuerza generatriz. No soy un burro de carga dispuesto a aguantar hasta que reviente."

10 enero 2017

Zygmunt Bauman dijo


El sociólogo y filósofo polaco-británico Zygmunt Bauman falleció ayer lunes 9 de enero de 2017 a los 91 años de edad en la ciudad inglesa de Leeds. Era el creador del concepto de "modernidad líquida" y fue uno de los intelectuales clave del siglo XX. Cuestionó los cimientos del consumismo y definió la inestabilidad del mundo contemporáneo. Se mantuvo activo y trabajando hasta sus últimos momentos de vida. Sus pensamientos son un valioso legado para entender nuestro tiempo. He aquí algunos de los más lúcidos:

"Las redes sociales son una trampa."

“El viejo límite sagrado entre el horario laboral y el tiempo personal ha desaparecido. Estamos permanentemente disponibles, siempre en el puesto de trabajo.”

“Todo es más fácil en la vida virtual, pero hemos perdido el arte de las relaciones sociales y la amistad.”

"Hemos olvidado el amor, la amistad, los sentimientos, el trabajo bien hecho. Lo que se consume, lo que se compra son solo sedantes morales que tranquilizan tus escrúpulos éticos.”

“El 15-M es emocional, le falta pensamiento.”

"Las pandillas de amigos o las comunidades de vecinos no te aceptan porque sí, pero ser miembro de un grupo en Facebook es facilísimo. Puedes tener más de 500 contactos sin moverte de casa, le das a un botón y ya.”

"Ha sido una catástrofe arrastrar la clase media al precariado. El conflicto ya no es entre clases, sino de cada uno con la sociedad.”

"Las desigualdades siempre han existido, pero desde hace varios siglos se cree que la educación podía restablecer la igualdad de oportunidades. Ahora, el 51% de los jóvenes titulados universitarios están en el paro y los que tienen trabajo, tienen un empleo muy por debajo de sus cualificaciones. Los grandes cambios de la historia nunca llegaron de los pobres de solemnidad, sino de la frustración de gentes con grandes expectativas que nunca llegaron."

“En el mundo actual, todas las ideas de felicidad acaban en una tienda.”


“La posibilidad de que el Reino Unido funcione sin Europa es mínima,” dijo en 2011.

Antes de fallecer, el maestro Bauman ("Somos solitarios en contacto permanente") fue entrevistado por Jordi Évole para la parte final del episodio "Conectados" de Salvados, emitido por La Sexta el domingo 19 de febrero de 2017.

01 enero 2017

Europa y la novela, por Javier Cercas

En primer lugar quiero dar las gracias de todo corazón al jurado que me ha concedido este premio. Y en segundo lugar quiero decir que es un premio muy importante para mí, porque lo concede la Unión Europea.

Durante siglos, Europa ha constituido la gran ilusión de muchos españoles; conscientes de vivir desde principios del siglo XVII en un país cada vez más aislado, cada vez más sumido en la pobreza, la incultura, la falta de libertades, el oscurantismo y la ficción del Imperio, desde mediados del siglo XVIII los mejores de mis antepasados sintieron que Europa era una promesa realista de modernidad, de prosperidad y de libertad. Hoy la inmensa mayoría de nosotros seguimos sintiéndolo, y por eso España no ha dejado de ser uno de los países más europeístas de la Unión. Mucho me temo que ahora mismo no sobran motivos para sentirse orgulloso de ser español, pero ese es uno de ellos. Alguna vez he escrito que la idea de una Europa unida es la única utopía razonable que hemos acuñado los europeos; utopías atroces —paraísos teóricos convertidos en infiernos prácticos— hemos acuñado unas cuantas; pero utopías razonables, que yo sepa, sólo esa: una utopía que, como acaba de recordar Michel Serres, ha permitido que tras la II Guerra Mundial los europeos hayamos vivido “la época de paz y prosperidad más larga desde la guerra de Troya”. Dicho esto, añadiré que la novela moderna es no sólo uno de los frutos más valiosos de esa utopía, sino también el que más se parece a ella, su emblema perfecto; la prueba es que sus dos rasgos quizá más sobresalientes son los dos rasgos definitorios de la Europa unida: su carácter híbrido, mestizo, y su naturaleza antidogmática.

La novela moderna fue el invento absolutamente genial de un español, Miguel de Cervantes, pero no fueron los españoles sino determinados ingleses, como Laurence Sterne y Henry Fielding, quienes primero aprendieron a fondo las enseñanzas de Cervantes y aseguraron la continuidad de su invención; y no fueron los españoles ni los ingleses sino un francés, Gustave Flaubert, quien asumió la tarea descomunal de elevar a la categoría de un arte noble lo que hasta entonces había sido para casi todos poco más que un entretenimiento; y es un hecho que nadie asimiló mejor a Flaubert que James Joyce, un irlandés que escribía en inglés y vivió casi siempre en el exilio continental, y que un checo que escribía en alemán y se llamaba Franz Kafka, igual que es un hecho que pocos escritores actuales han sido tan fieles al legado de Kafka y de Joyce como Milan Kundera, un checo que empezó escribiendo en checo y ha terminado escribiendo en francés. La novela moderna es un género mestizo no sólo porque Cervantes la engendrara así —como un género donde caben todos los géneros, y que se alimenta de todos—, sino porque su historia es la historia de un fecundo mestizaje de lenguas y culturas. Pero la novela moderna también es un género antidogmático. Lo es porque sus verdades no son claras, unívocas y taxativas, sino ambiguas y equívocas, esencialmente irónicas. Don Quijote, no hay duda, está loco, loco de atar, loco como una cabra, pero al mismo tiempo es el hombre más lúcido y más sensato del mundo; Don Quijote, no hay duda, es un personaje risible, cómico, grotesco, pero al mismo tiempo es un personaje noble y heroico, el “rey de los hidalgos, señor de los tristes” que cantó un gran poeta nicaragüense: Rubén Darío. Esas son las verdades de la novela: verdades contradictorias, plurales, poliédricas y paradójicas, esencialmente irónicas. Y, al crear un género de enorme éxito basado en esa clase de verdades, Cervantes creó una auténtica arma de destrucción masiva contra la visión dogmática, monista, cerrada y totalitaria de la realidad.

Contra esa visión nació la Europa moderna, la Europa de la razón, la libertad, el bienestar y el progreso; contra esa visión —y contra los totalitarismos y los nacionalismos puristas o antimestizos que anegaron de sangre el siglo XX— nació la Europa unida. Esa visión, más vale que no nos engañemos, es la que amenaza con volver ahora, o la que está volviendo, como si quisiéramos darle la razón a Bernard Shaw, quien escribió: “Lo único que se aprende de la experiencia es que no se aprende nada de la experiencia”. Porque, contra lo que solemos pensar, la historia se repite siempre, sólo que se repite de formas tan distintas que a veces es difícil reconocerla. Ahora ni siquiera es difícil: ahora, sobre todo después de que los británicos hayan cometido el disparate de aislarse de Europa, como si fueran españoles del siglo XVII, y después de que los norteamericanos le hayan entregado el poder a un demagogo siniestro, casi se ha convertido en un cliché comparar nuestra época con la de los años treinta, hasta el punto de que algunos historiadores se han sentido obligados a recordar las diferencias entre ambas. Me parece bien. Pero me parece mal —mejor dicho: me parece temerario— olvidar las similitudes entre aquella época terrible y la nuestra: una tremenda crisis económica, el profundo desprestigio de las élites y las instituciones democráticas y la generalizada rebelión antisistema, el retorno de los nacionalismos y los totalitarismos bajo la forma más o menos suavizada de los populismos de derecha e izquierda, el cambio de una política racional y prosaica por una política épica y sentimental, el uso político de la mentira en dosis masivas. Cabría incluso ir más allá. Cabría temer que, tras 60 años de paz y prosperidad, se esté incubando en Occidente —no sólo en Europa— una especie de gran ennui semejante al que, según recuerda George Steiner, se incubó tras los 100 años de paz y prosperidad relativas que se dieron a partir del fin de las guerras napoleónicas, un estado de ánimo que produjo un anhelo de intensidad colectiva y un secreto deseo de destrucción y muerte, tan visible en el arte de la época (“¡Plutôt la barbarie que l’ennui!”, exclamó Théophile Gautier), que acabó siendo el carburante ideal para las dos guerras mundiales que destruyeron Europa cuando tanta gente pensaba que otra guerra en Europa ya era casi imposible… Pero quizá exagero; quizá me estoy dejando llevar por el pesimismo: al fin y al cabo todavía estamos a tiempo de desmentir a Bernard Shaw y de hacer caso a Cervantes, quien escribió que la historia debe ser “ejemplo y aviso de lo presente” y “advertencia de lo porvenir”. En todo caso, hay una cosa que me parece segura, y es que, en estos tiempos sombríos, la Unión Europea no sólo sigue siendo el proyecto político más ambicioso del siglo XXI, nuestra única utopía razonable, sino, lisa y llanamente, la gran esperanza de la democracia en el mundo. Es verdad que, tal y como funciona en la actualidad, la Unión Europea no puede satisfacer a nadie, que sus defectos e insuficiencias son enormes y sus problemas descomunales, pero eso sólo significa que nos queda mucho trabajo por delante. Nosotros, los novelistas europeos, debemos hacer el nuestro, que consiste en seguir el ejemplo de Cervantes; pero ustedes, los políticos europeos, también deben hacer el suyo, que bien pensado consiste básicamente en lo mismo: en construir una Europa más cervantina, es decir, más antidogmática y más mestiza; es decir, más libre, más próspera, más fuerte y más unida. Por la cuenta que nos trae a todos, les deseo suerte. Muchas gracias.


Discurso pronunciado en el Parlamento Europeo el 7 de diciembre con motivo de la entrega del Premio al Libro Europeo a Javier Cercas por ‘El impostor’.