28 noviembre 2006

400_Gil de Biedma


Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo quien me tira del cuerpo hacia otros cuerpos a ser posible jóvenes:
yo persigo también el dulce amor, el tierno amor para dormir al lado y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años!

Para saber de amor, para aprenderle,

haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
-con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor.
Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo son el libro en que se leen.

Fragmento del poema Pandémica y celeste, de Jaime Gil de Biedma, 1963