21 noviembre 2023

Gonzalo Orquín: pintando las migraciones humanas


El Migratie Museum Migration de Bruselas presenta desde el 22 de noviembre de 2023 hasta el 15 de febrero de 2024 la exposición "Being Human - The sea at night is too big", del artista español residente en Roma Gonzalo Orquín, un evento colateral de la presidencia española de la Unión Europea. Comisionada por la Embajada de España en el Reino de Bélgica, la exposición nace de una idea de Francesca Paci, periodista de La Stampa, y tiene como objetivo contar historias y experiencias de migrantes y refugiados que llegan a Europa, centrándose en particular en dos de los principales puntos de llegada: por mar, en Lampedusa, Italia, a través del Mare Nostrum, y Bihac, en Bosnia, en la llamada "ruta balcánica”.

Filippo Grandi, Comisionado de Alto Comisionado de las Naciones Unidas para losRefugiados (ACNUR) : “Cada obra de arte en esta exposición actúa como un puente entre las personas, compartiendo historias de valentía. Cada una hablará al espectador a su manera. Al conocer las historias y reconocer algunos de los rostros, desempeñamos nuestro papel en poner a las personas en el centro de cómo abordamos la migración y el asilo.”

Amy Pope, Directora General de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) : “Las imágenes nos hablan directamente y cuentan una historia que trasciende las palabras. Esperamos que esta maravillosa exposición inspire a todos los que se encuentren con estas ventanas a la experiencia de los migrantes. Este arte es una herramienta poderosa para enriquecer las percepciones sobre uno de los temas más importantes de nuestro tiempo.”

"Being Human", explica Orquín, "es una exposición que, honrando la tradición española del retrato y el realismo, busca dar voz a aquellos que con demasiada frecuencia son invisibles. Un proyecto que, a través del arte, busca crear un puente de comprensión y empatía, recordándonos que detrás de cada migrante o refugiado, hay una historia única y valiosa que merece ser contada y celebrada. El nombre y la historia junto a cada cuadro aseguran que las historias de los migrantes, refugiados, jóvenes, adultos, madres, niños, perduren y se compartan”.

Las 16 obras expuestas describen a los migrantes como individuos únicos y no como una masa anónima. Son retratos a los que Gonzalo Orquín les da un nombre, un rostro y una historia, fruto de encuentros en los que el artista supo de sus historias de supervivencia. Los cuadros Incluyen tanto escenas duras y sombrías de intensidad dramática, como el desembarco nocturno de una patera en el Mar Egeo, o el momento en que llegan jóvenes de Afganistán después de seis meses de caminar con los pies destrozados por llagas que algunos voluntarios curan, como momentos de esperanza, particularmente en las pinturas que representan escenas de maternidad: historias contemporáneas que provienen de diferentes partes del mundo, como Nepal, Nigeria o Ghana.

La exposición también incluye una pintura que representa a un joven de espaldas, sin mostrar su rostro, que compartió su experiencia como refugiado LGTB. Una obra que busca destacar las dificultades enfrentadas por las personas homosexuales en su búsqueda de un futuro mejor en un mundo en el que 67 países aún consideran la homosexualidad un delito.

Para llevar a cabo el proyecto, el artista de Aracena colaboró con ARCI, ICS (Consorcio Italiano de Solidaridad - Oficina de Refugiados), OIM (Organización Internacional para las Migraciones) y ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), con la colaboración especial del fotoperiodista Francesco Malavolta.

Parte de los ingresos de la venta de las obras se donará a las asociaciones que hicieron posible el encuentro con los protagonistas de esta exposición. Cada pintura tiene un nombre ficticio, para respetar la privacidad de la persona retratada y una cartela que narra su historia. Utilizando diversas técnicas con gran maestría, óleo sobre lienzo o collage, Gonzalo Orquín busca representar la esencia de cada individuo a través de retratos detallados de sabor universal, en la secular tradición del realismo pictórico español.


07 noviembre 2023

Futbolización

Por CARLOS MARTÍN GAEBLER

En los últimos años venimos asistiendo, impávidos, al avance imparable de una nueva religión pagana que glorifica el deporte y el negocio del balompié y cuyos fieles seguidores (hombres casi siempre) piensan, sueñan, hablan y ven sólo fútbol. Los protagonistas de esta futbolización social y televisada son los fanáticos de un nuevo fenómeno de masas que, a modo de sarpullido alienante, le ha salido a nuestro Estado de bienestar. Joan Brossa ya fue capaz de visualizar el fenómeno en uno de sus sugerentes poemas-objeto: un balón de fútbol que, cual cabeza, aparece tocado con una peineta, y que tituló País.

Nicolás Sartorius advirtió en su día que las programaciones de las televisiones están provocando el mayor proceso de desculturización de la historia de España. Hoy, una década después, Juan Goytisolo lo ha confirmado alto y claro: en lo cultural, vamos a menos. Gran Hermano, pobre país. Si antes era pan y circo, ahora el fútbol y la televisión, o mejor dicho, la telebasura, parecen ser los nuevos narcóticos sociales.


Durante nuestra transición a la democracia se perdió la oportunidad histórica de abrir la sociedad española a la curiosidad por conocer las culturas y lenguas periféricas. El creciente ombliguismo cultural es una de las herencias más perversas y empobrecedoras del Estado de las autonomías. Hoy constatamos tristemente que muchos españoles carecen de una cultura plural que les haga sentir como suyos tanto a Mª del Mar Bonet como a Enrique Morente, tanto a Chillida como a Barceló. Sin embargo, una canción de Lluis Llach puede contribuir más al entendimiento entre los pueblos que un Madrid-Barça.


Hay una mayoría de jóvenes españoles que llega a la universidad con muy escasa curiosidad intelectual y un pobre bagaje cultural, pero, eso sí, con el Marca bajo el brazo; apenas han leído libros y se expresan en un español de mil palabras. Sin embargo, mencione el profesor la palabra “fútbol” en un aula y a muchos varones se les dibujará un sonrisa de oreja a oreja pues habrán creído oír música celestial.


El Gobierno nos anuncia ahora su intención de invertir 23.000 millones de pesetas (138 millones de euros) para fomentar la lectura (el 43% de los españoles no lee o no ha leído nunca un libro). ¿Pero es que ya nadie se acuerda de que hace unos años un vicepresidente de ese mismo gobierno, y en plena batalla mediático-digital, declaró el fútbol asunto de interés general? Siembra vientos y recoge tempestades.


La omnipresente futbolización está desempolvando viejas rencillas localistas que creíamos ya desterradas en nuestro país. Se está animando a odiar al otro, al diferente. El contrario es ahora el enemigo y no el adversario. Cualquier fin justifica los medios menos escrupulosos. En una lúcida viñeta de El Roto, un jugador le espetaba a otro en pleno partido “pásame la pelota rápido que si no pierdo dinero”. Hay un enorme déficit democrático en nuestros estadios, que se han convertido en el caldo de cultivo de comportamientos racistas, machistas y homófobos, cuando no simplemente intransigentes.


En la España futbolizada ha desaparecido la ética deportiva, pues todo es negocio y lo que prima es el puñetazo, la zancadilla, la compra de partidos, el fraude en las fichas federativas, el dopaje, el lenguaje seudobelicista de ciertos medios, la obscenidad de sueldos multimillonarios, jugadores endiosados, y la total impunidad de unos directivos de empresas futbolísticas que parecen desconocer por completo las reglas básicas de la democracia y de la transparencia contable. El espíritu de la transición nunca llegó al mundo del fútbol. Y lo peor es que este viciado modus vivendi de payasos, corruptos y violentos es admirado e imitado por muchos jóvenes y adultos, que lo adoptan como modelo de comportamiento. Y así nos luce. Los niños españoles quieren ser futbolistas.


Esta columna puede parecerle políticamente incorrecta y ciertamente molesta a más de un progre futbolero, pero esto es lo que hay. La educación que laboriosa y pacientemente aporta un maestro la puede deshacer la telebasura en poco tiempo. A los educadores se nos pide que eduquemos en valores, como se dice ahora; pues manos a la obra. Iniciemos el contraataque, pero no con los pies sino con la palabra, para avanzar en la regeneración ética de la sociedad española.
cmg2001


Tribu futbolera al calor del gol en un bar.