07 agosto 2008

10 Reasons Why Gay Marriage is Wrong :)

At last, clear and concise reasoning to help you sort out this very controversial issue :-)
01) Being gay is not natural. Real Americans always reject unnatural things like eyeglasses, polyester, and air conditioning.
02) Gay marriage will encourage people to be gay, in the same way that hanging around tall people will make you tall.
03) Legalizing gay marriage will open the door to all kinds of crazy behavior. People may even wish to marry their pets because a dog has legal standing and can sign a marriage contract.
04) Straight marriage has been around a long time and hasn't changed at all; women are still property, blacks still can't marry whites, and divorce is still illegal.
05) Straight marriage will be less meaningful if gay marriage were allowed; the sanctity of Britney Spears' 55-hour just-for-fun marriage would be destroyed.
06) Straight marriages are valid because they produce children. Gay couples, infertile couples, and old people shouldn't be allowed to marry because our orphanages aren't full yet, and the world needs more children.
07) Obviously gay parents will raise gay children, since straight parents only raise straight children.
08) Gay marriage is not supported by religion. In a theocracy like ours, the values of one religion are imposed on the entire country. That's why we have only one religion in America.
09) Children can never succeed without a male and a female role model at home. That's why we as a society expressly forbid single parents to raise children.
10) Gay marriage will change the foundation of society; we could never adapt to new social norms. Just like we haven't adapted to cars, the service-sector economy, or longer life spans.

05 agosto 2008

El derecho al exceso

EDUARDO MENDICUTTI

Hoy se celebra en Madrid y en otras ciudades españolas el Día del Orgullo Gay. Lo cual significa que, por lo que respecta a Madrid, habrá a última hora de la tarde una manifestación festiva que comenzará en la Puerta de Alcalá y terminará en la Puerta del Sol, con exuberantes carrozas llenas de drag queens estrepitosas y musculosos chicos semidesnudos, música discotequera a toda pastilla, hombres y mujeres de aspecto convencional acompañando a pie a la cabalgata, y alguien que leerá al final, parece que por primera vez encima de una tarima --por deferencia del Ayuntamiento-- y no de una furgoneta, un texto supongo que vibrante. Después, por la noche, la juerga seguirá en Chueca y en locales de ambiente --qué expresión tan antigua, por Dios--, y se alargará hasta primeras horas de la tarde del domingo. Cualquiera que lea la descripción que acabo de hacer de este guirigay, y nunca mejor dicho, sacará la conclusión de que me parece mal, que lo considero una estridente caricatura andante de la condición homosexual, una imagen distorsionada y parcial hasta lo ofensivo de la homosexualidad. En absoluto. Es una fiesta, una bulla, un jolgorio, una expresión de vitalidad y ganas de pasarlo bien, un acontecimiento anual en el que gays y lesbianas sacan a la calle su lado juerguista y feliz y se comportan como cualquier colectivo ciudadano, generacional o profesional metido en fiesta: con una estimulante y destrozona apuesta por la risa y la exageración. Ya sé que aún quedan algunos convencidos de que lo que gays y lesbianas deberían organizar es una flagelación colectiva en la Plaza mayor. Otros optarían por un concierto de música clásica a cargo de un orfeón en el que estuviera representado, en aquilatados porcentajes, todo el abanico de la tipología homosexual, desde lo más explosivo a lo más discreto. Y también sé que para algún homosexual, o asimilado, partidario de ser reivindicativos sin interrupción, divertirse es siempre claudicar. A pesar de todos ellos, un número no desdeñable de gays y lesbianas ejercerá hoy su derecho al exceso público y a la visibilidad ruidosa y abigarrada --como en la Feria del Libro, como en los Carnavales, como en la Romería del Rocío-- y el mundo parecerá distinto al menos en un trozo de ciudad, al menos una tarde. Después volverá el día a día, y muchos de los que esta tarde tirarán la discreción por la ventana lucharán con gallardía por sus derechos y por su dignidad.
El Mundo, sábado 26 de junio de 1999