Por qué para rendir más en el gimnasio o el deporte debes mantener a raya las redes sociales. Deja de usar TikTok, Instagram o Twitter antes de sudar: es el mensaje de psicólogos y expertos en salud deportiva, que advierten de que deslizarse por ellas quema nuestra autoestima.
Por ASER GARCÍA RADA
El País, 03 JUN 2023
Si Superman existiese fuera de los cómics, el cine y la televisión, su auténtica kryptonita serían las redes sociales. Al igual que los cristales verdes de ese material ficticio debilitan al superhéroe de capa y calzones rojos, consultar esas aplicaciones en nuestros móviles parece quemar nuestra energía mental y lastrar nuestro trabajo entrenando en el gimnasio o haciendo deporte profesional. Es lo que pudo ocurrirle durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012 a la nadadora australiana Emily Seebohm. Pese a acabar de hacerse con la plata en los 100 metros espalda (competición para la que partía como favorita), manifestó devastada haber perdido el oro por trasnochar consultando Facebook y Twitter. “Me sentí como si no hubiera salido de las redes sociales y no me hubiera centrado en mí misma”, declaró entonces la atleta. Se retractó horas más tarde, pero, ¿podría un uso abusivo de esas aplicaciones haberle afectado?
Aunque existen pocos estudios al respecto, según expertos en educación física de la Universidad Federal de Paraíba, en Brasil, navegar por las redes en el móvil durante media hora disminuyó un tercio el rendimiento de un pequeño grupo de personas que entrenaban la fuerza de forma recreativa en un gimnasio. Ese efecto fue el resultado de la “fatiga mental” resultante de deslizarse por vídeos, fotos y dar me gustas, lo que merma nuestra autoestima y consume nuestra energía cognitiva. Los investigadores llegaron a esta conclusión comparando en dos grupos de ocho adultos de ambos sexos los efectos de dos tareas diferentes: consultar Facebook, Instagram o Twitter, frente a ver un documental sobre la NASA antes y después de realizar sentadillas.
Tras evaluar las variables fisiológicas y el índice de esfuerzo percibido (que estima la intensidad del entrenamiento), quienes se expusieron a 30 minutos de redes sociales percibieron una mayor fatiga mental y realizaron menos repeticiones del ejercicio. Todo ello sin que se encontrasen diferencias relevantes en las condiciones, la motivación de los participantes o sus concentraciones de lactato en sangre (un marcador biológico del esfuerzo). “Nuestros hallazgos apoyan las bases psicológicas, más que fisiológicas, de los efectos de la fatiga mental”, concluyeron. Otra investigación del mismo grupo estudió a 20 futbolistas masculinos y constató que media hora de exposición a aplicaciones de teléfonos inteligentes causaron fatiga mental (reducción del rendimiento cognitivo) y ralentizaron su toma de decisiones para pasar el balón.
“Utilizar las redes sociales de forma indiscriminada en momentos próximos a una competición afecta al rendimiento”, considera Miguel del Valle, presidente de la Sociedad Española de Medicina del Deporte (SEMED). “Por una parte, puedes relajarte de tu estrés competitivo, pero también puede crearte ansiedad deportiva. Además, implica una pérdida de atención y eso también disminuye el rendimiento”, explica por teléfono el también catedrático de anatomía de la Universidad de Oviedo. Del Valle empezó a interesarse por esta problemática cuando constató hace unos años que los atletas entrenaban sin perder de vista el móvil. “Y esto no puede ser”, resuelve.
En ello coincide con el psicólogo del deporte y pedagogo José Carrascosa: “consultar las redes sociales, manejar el uso del teléfono antes de la competición o del entrenamiento es una perdición de cara al rendimiento”. Carrascosa lo percibe tanto en el deporte de competición, como entre los alumnos del instituto de secundaria en el que es orientador. “Tenemos un problema gravísimo con el móvil, genera dispersión a nivel atencional”, advierte. “Ahora los chavales son más desatentos que antes. Las tecnologías invitan a hacer multitareas y a que la atención picotee de una a otra. Supone una activación nerviosa mayor y genera adicción. Cuanto más utilizas el móvil, más dependiente eres de él, más te activa, pero al tiempo cada vez te resulta más difícil estar concentrado y pierdes calidad”, zanja el experto.
Carrascosa enmarca estos efectos en un contexto actual en que los límites de la esfera privada se difuminan y todo se expone. “Las personas tenemos una necesidad de aceptación o de pertenencia respecto a un grupo. El rechazo social supone uno de los mayores castigos a nivel afectivo y es inherente al uso de las redes”. A su vez, la autoestima tiene que ver mucho con la autorrealización personal, explica a EL PAÍS, aunque “para mucha gente depende de los likes”. “Puedes ser una persona aceptada socialmente, pero necesitamos sentirnos satisfechos de nosotros mismos, nos tenemos que gustar. Si gustarnos depende de la aprobación de los demás, somos carne de cañón a nivel afectivo”, subraya.
Como fundador de Saber Competir, empresa enfocada en la psicología aplicada al fútbol referente en su sector, Carrascosa ha trabajado con muchos deportistas profesionales y conoce de cerca esta problemática. “Quien se expone mucho tiene el riesgo de que le den mucha cera. Imagínate un deportista de nivel, buscas la aceptación, estás pendiente de tus seguidores… y te escribe uno diciendo que ojalá te rompas las dos piernas”, relata con un ejemplo real. No son pocos los casos de deportistas de élite que han tenido que alejarse de las redes por sentir que estas ponían en riesgo su salud mental. Por ejemplo, el de la nadadora argentina Delfina Pignatiello, que recibió numerosos ataques tras sus malos resultados en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. “La gente es muy cruel y por más que ignore quiero cuidar mi salud mental”, escribió la atleta antes de borrar sus cuentas de Twitter, Youtube y Twitch.
Pero las agresiones digitales no son el único problema. “Los deportes de alto rendimiento están evolucionando a una exigencia emocional cada vez mayor. Imagínate a Carlos Alcaraz, tiene que jugar rápido, decidir antes de recibir la bola… todo eso es emocional. Jugar hacia delante, ser atrevido, pero sobre todo lograr un nivel de concentración máximo”, detalla Carrascosa. Para ello, continúa, “el deportista necesita prepararse antes del entrenamiento y la competición a nivel mental y emocional. Necesita unos minutos previos para ir entrando en la tarea, es un requisito previo del rendimiento óptimo”. En cambio, “la dispersión te hace llegar no preparado”, recalca. “Se produce un consumo de energía cognitiva, que tiene que ver con los pensamientos; te resta energía mental y luego te hace estar más desenfocado en la tarea, menos preciso. En fútbol, lo llaman ‘tener menos chispa’”.
Carrascosa alude así al concepto de foco atencional, que equipara al haz de luz que proyecta en la oscuridad el casco de un minero. “La atención sería como una linterna. Es limitada y, por tanto, tiene que ser selectiva”, explica. “Un jugador de fútbol se pone en el terreno de juego y los ojos proyectan un foco que se mueve acompañando a la situación de juego”. Pero, prosigue el psicólogo, “cuando tienes mucha estimulación, como dice la gente joven, ‘se empana uno’. Es la información nítida, bien enfocada, la que procesa el cerebro. Cuando uno se desenfoca porque piensa en otra cosa, el cerebro deja de procesar la información de la tarea”. Por ello, Carrascosa considera que en el deporte es fundamental el entrenamiento atencional. “¿Sabes lo que más rompe el foco en un deportista?”, pregunta. “El diálogo interno, pensar. Eso te saca de la tarea. Cuando uno está muy estimulado por las tecnologías y el foco está acostumbrado a picar de flor en flor, no sabes someter el foco. En una situación de mucha exigencia atencional, no estás preparado”, remata el experto.
Además, esa desatención nos impide alcanzar el estado de flow (flujo, en inglés), observa Carrascosa. Desarrollado por el psicólogo húngaroestadounidense Mihály Csíkszentmihályi (1934 - 2021), ese concepto científico hace referencia al logro de una concentración absoluta en la actividad o situación en la que una persona se encuentra, lo que nos hace más felices. “El estado de flow te permite estar con los cinco sentidos en lo que estás haciendo, hasta el extremo de que, como la atención es limitada y selectiva, te olvidas hasta de ti mismo y la tarea te lleva. Ahí nos acercamos a la excelencia, que es la mejor realización dentro de la preparación que uno tiene.”
¿Y qué ocurre con los simples mortales, fuera del monte Olimpo? Quien acuda con regularidad a un gimnasio conoce lo habitual que resulta ver cabezas agachadas buceando en WhatsApp, TikTok o Instagram entre serie y serie de máquinas o a corredores jadeando en la cinta mientras ven el último episodio de su serie favorita. Incluso hay quien es capaz de hacer abdominales, planchas o flexiones y mantener una conversación por el móvil, lo que no deja de tener su mérito.
“Desde la psicología científica, vinculamos rendimiento y salud”, apunta Carrascosa. “Si haces deporte amateur, como salir a correr, al ser capaz de focalizar la atención en lo que estás haciendo y vivirlo con los cinco sentidos, obtienes un mayor disfrute. A la vez, todas tus preocupaciones se paran, la cabeza se limpia. La actividad física se convierte en una válvula de escape que te ayuda a gestionar el estrés del día a día”. Pero ese vapor a presión no se libera si vives conectado 24 horas con tus responsabilidades, agrega. “Sales a correr, pero estás en tus preocupaciones; haces un esfuerzo físico, pero tu mente no se relaja”.
Cabe recordar que, aunque no lo consultemos, un móvil cerca distrae “incluso si está apagado o dado la vuelta”, como explicaba hace poco el psiquiatra de Harvard Robert Waldinger. “A veces el uso del móvil se convierte en un tic”, señala Carrascosa. “Uno vive pendiente con el rabillo del ojo de si entra algo en el teléfono. Si luego tienes que abordar una tarea muy exigente a nivel atencional, no estás preparado”. Además, “estar con la atención puesta en otra cosa mientras estás haciendo trabajo físico, aumenta la probabilidad de lesión”, añade. Y para quienes realizan ejercicio por obligación, este psicólogo tiene un consejo. “Les invitaría a que descubriesen que poner los cinco sentidos en lo que estás haciendo en el gym, sentir el esfuerzo y disfrutar de él es muy gratificante. Pero ese paso lo tienes que dar desde una actitud de ‘voy y desconecto con mi vida y hago algo que me va a ayudar a sentirme bien’. No simplemente a una exigencia física, sino también emocional”.