16 junio 2023

L'origine du monde

L'origine du monde (Gustave Courbet, 1866)
AVISO: El Daesh y Facebook no quieren que usted mire este cuadro.
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    Cuando Constance escuchó decir a su amante, el acaudalado y excéntrico diplomático turco Khali Bey, que quería tener algo suyo para siempre, no pensó nunca en que una semana después iba a estar completamente desnuda y abierta de piernas delante de un pintor del que nunca había oído hablar. Constance sabía de la afición de Khali por coleccionar cuadros de mujeres desnudas, pero a ella le había tocado el desnudo más rotundo de todos. Khali le explicó que Gustave Courbet era uno de los pintores con más futuro de su generación, quizá algo arrogante y provocador, pero un hombre capaz de inventar el "realismo" y llevarlo hasta sus últimas consecuencias.
    La primera cita fue en la brasserie de la calle Hautefeuille, lugar de encuentro de muchos artistas. Al entrar lo reconoció enseguida en una mesa, sentado al lado de la ventana con una copa de vino. Pelo largo enmarañado, ojos muy abiertos que parecía que nunca pestañeaban. Se saludaron y él empezó a hablar y a ponerla en antecedentes. Narró sus inicios como paisajista, su interés por los desnudos y por el cuerpo de la mujer, su desengaño ante la Exposición Universal de 1855 y cómo, a modo de provocativa respuesta, había organizado una exposición alternativa en un pabellón que mandó construir exprofeso y que bautizó con el nombre de "Realismo". Allí expuso su obra El taller del pintor con un desnudo femenino que también provocó rechazo.
    Sus labios se movían a tanta velocidad que a Constance a veces le resultaba imposible procesar todo lo que decía. No dejaba de beber vino y no dejaba que ella hablara.
    --¿Te ha contado Khali el cuadro que queremos hacer?
    Por fin, y después del saludo inicial, iba a poder decir sus primeras palabras.
    --No...
    Solo pudo decir ese "no", porque enseguida Gustave volvió a tomar las riendas de la conversación.
    --Hemos pensado en que no se verá tu rostro. Quiero hacer una metáfora del origen del mundo. ¿Y sabes dónde so origina todo, dónde comienza el camino de cada uno? ¡En la vagina! Quiero pintar tu vagina y crear la obra más realista y natural que jamás se haya hecho nunca.
     Constance, que no era ninguna mojigata y no se ruborizaba por casi nada, se ruborizó. Ella, que había nacido pobre de solemnidad, sin una figura paterna cerca, que fracasó como bailarina en la Ópera de París y emprendió un camino sin retorno de hombre en hombre hasta que conoció a Khali, se ruborizó. Ya había posado para más artistas sin que le satisficieran mucho los resultados, salvo el retrato fotográfico que le realizó Felix Nader, el más prestigioso fotógrafo de París. Constance no se asustaba por nada, pero estaba delante de un hombre que le pedía pintar su vagina en un cuadro que colgaría de la pared de la mansión de su amante.
    --Mira, te invito a que vengas a ver otro cuadro que estoy haciendo y que probablemente también dará que hablar en esta sociedad tan mentecata y llena de prejuicios en la que vivimos. ¿No te parece que París es la ciudad más conservadora del mundo? Nos creemos muy modernos y luego no soportamos ver un pecho. En fin. ¿Tienes tiempo para venirte al estudio un momento?
    Eh, sí, de acuerdo.
    --Tranquila. Si Khali viene aquí y no nos encuentra, irá para allí.
    Al llegar, Gustave destapó uno de los cuadros que se apilaban en una esquina.
    --Este es El sueño. También es para Khali.
    Entre una neblina de polvo que se suspendía en el aire aparecieron dos mujeres desnudas, entrelazadas, con los senos descubiertos y los ojos cerrados, descansando. Constance se excitó al ver la escena.
    --¿Y dices que mi cuadro será más escandaloso que este?
    --Sin duda. Pero tranquila, nadie te reconocerá. ¿Aceptas?
    --¿Tengo otra alternativa?
    Dos días después se presentó en el estudio. Gustave tenía preparados un colchón y unas sábanas.
    --Desnúdate, por favor.
    Constance se quitó cuidadosamente la ropa.
    --Acuéstate en este colchón y échate la sábana por encima, a la altura de los pechos, pero sin cubrirlos del todo, y abre las piernas. Un  poco más. Ahí está bien
    --¡Qué bonito ese cuadro!
    --¿Cuál? ¿El de las flores?
    --Sí.
    --Te lo regalaré al terminar estas sesiones.
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No sabemos cómo se produciría la oferta ni la relación de Constance al escuchar cómo querían retratarla. Ni siquiera sabemos si le contaron toda la verdad o ella iba con la idea de que sería un desnudo de cuerpo entero. Es más, hasta hace poco no sabíamos que la protagonista del desnudo más polémico de la historia del arte era ella. Durante un tiempo se creyó que la protagonista era Joanna Hifferman, amante del artista, que había posado ya anteriormente en otros desnudos para él, como el que supuestamente ve Constance en el taller del artista, pero Joanna era pelirroja y eso echaba por tierra esta teoría.
    Que por fin hayamos podido ponerle cara es algo que debemos al escritor e investigador Claude Schopp, que encontró la pista definitiva en una carta entre George Sand -seudónimo de Aurora Dupin- y Alejandro Dumas hijo, amigo de Courbet. 
    Cuando Courbet por fin entregó a Khali el cuadro, un pequeño lienzo de 46 x 55 cm, este lo trasladó a su mansión, donde lo exhibía tras una pequeña cortina de terciopelo, de tal manera que cada vez que alguien iba a verlo parecía estar asistiendo a una obra de teatro. Más tarde cambió de manos -el diplomático turco tuvo que desprenderse de él para saldar unas deudas de juego- y su rastro lleva hasta la tienda de un anticuario que lo escondía tras un paisaje nevado, quizá para no escandalizar a una clientela que podía sentirse agredida al encontrarlo nada más entrar en el establecimiento. De ahí viajó a Hungría, donde colgó -no sabemos si camuflado o no- de las paredes de la casa del barón Havatany. Y más tarde, transcurrida la Segunda Guerra Mundial, fue adquirido por el psicoanalista Jacques Lacan y la actriz Syliva Bataille, que lo custodiaban bajo llave. Lacan jugaba a llevar amigos y amigas a su casa y analizar la reacción que mostraban al ver la obra, reacciones sin duda parecidas a las que podríamos ver hoy si pusiéramos una cámara oculta en la pared del Museo de Orsy donde se expone en la actualidad.  Al Orsay llegó finalmente en 1995, después de pasar catorce años en manos del Estado francés, que la recibió como pago de los derechos sucesorios de Lacan. El destino del cuadro, hasta su arribada al museo, ha sido siempre la oscuridad, la clandestinidad, los ojos furtivos que se acercan a él como excusándose. A uno le extraña incluso que el cuadro haya llegado indemne hasta nuestros días, sin haberse cruzado en su tortuoso camino con algún fanático que no pudiese soportar estar frente al sexo de una mujer.
    A Courbet hay que concederle un mérito innegable: nunca dejaba indiferente. Nadaba a contracorriente, en contra del romanticismo y del neoclasicismo, los cánones imperantes en su época. Era una piedra en el zapato de las mentes supuestamente limpias de ayer y también de hoy. Podemos imaginarnos su cara de haber podido seguir la enorme controversia desatada en 2018 por la publicación de una foto del cuadro en la red social Facebook. Un profesor francés denunció a la empresa de Mark Zuckerberg por suspenderle la cuenta después de colgar El origen del mundo. El profesor llevó a juicio al gigante americano, que alegó que los desnudos están prohibidos en Facebook. El juez que instruyó el caso optó por una decisión salomónica, dando la razón al profesor pero negándole el derecho a una indemnización. Es aso es que, ciento sesenta años después, el pubis sigue dando de qué hablar.
    Courbet escandalizaba, pero sesenta años después un tal Francisco de Goya ya había pintado vello púbico, algo menos abundante, en La maja desnuda. Por algo Goya es el más moderno siempre, sea la época que sea. Por cierto, No he probado a colgar enFacebook una imagen de La maja desnuda de Goya, pero después de comprobar que desnudos de Modigliani e incluso una foto de una escultura con treinta mil años de antigüedad han sido censuradas por esta red social, imagino el resultado. De alguna manera, la mirada de algunos no ha evolucionado mucho desde aquellas que se daban la vuelta, avergonzadas, en los salones de París, o en tantos otros sitios donde el arte ha ido por delante de la mentalidad de la época.
    Volviendo a El origen del mundo, hay varias preguntas que no tienen respuestas todavía. No sabemos qué le pareció a Constance el resultado final de la obra, pero, a pesar del escándalo, lo cierto es que no repercutió en su vida, que transcurrió cómodamente e incluso llegó a convertirse en una filántropa reconocida. Sí sabemos que, al morir, tenía con ell un cuadro de Courbet: un jarrón con flores. camelias, las flores de las cortesanas, y en el centro una planta con un corola rojiza profunda, que abre. Un homenaje a quien, años atrás, se había abierto de piernas ante el artista que creó una de las obras más misteriosas de la historía. 
    Courbet murió de cirrosis, imaginamos que repitiendo una última vez el que fuera su principal mandamiento, o probablemente el único: "Si dejo de escandalizar, dejo de existir". Seguro que en el futuro algún escándalo más surgirá alrededor de este origen del mundo. Por eso Courbet existirá siempre.
Fragmento del libro Emocionarte. La doble vida de los cuadros, de Carlos del Amor (Espasa Calpe, 2020)

1 comentario:

hyperallergic.com dijo...

It’s been more than four years since French teacher Frédéric Durand-Baïssas, after posting a link to a documentary about Gustave Courbet’s “L’Origine du Monde” (1866) on Facebook, returned to the social network to find the post removed and his profile suspended. The link had included an image of the risqué painting, which Facebook’s censors took for pornography. The legal battle that began six weeks later endures; most recently, a court in Paris ruled that it has the authority to hear the case, despite Facebook’s insistence that, per the terms and conditions that every user must sign when joining, all its legal cases must be tried and decided in California.

“I was really very angered that a 19th-century French painter, whose work is in the Musée d’Orsay, should be treated as a pornographer,” Durand-Baïssas told the Europe 1 radio station. “This fight is to defend Courbet, condemned by the Americans, even though we are in France and he’s in the Musée d’Orsay.”.