05 marzo 2023

La gran fragmentación, por Ricardo de Querol


Por BERNARDO MARÍN
Babelia, 4 de marzo de 2023

Hubo un tiempo en el que internet era solo una herramienta para acceder a muchísima información y el móvil un teléfono para llamar desde cualquier sitio. Después muchos supusieron que, además de facilitarnos la vida, estas innovaciones nos conducirían a una sociedad más libre, descentralizada, justa, y mejor informada. Pero un día, al levantar la vista de la pantalla, descubrieron un mundo dominado por compañías descomunales, más polarizado, donde la privacidad está amenazada e inventos fascinantes como la inteligencia artificial plantean desafíos existenciales. La vida conectada nos ha llevado a la gran fragmentación: la quiebra de los valores básicos y una vuelta a las tribus atrincheradas en grandes burbujas.

En ese tránsito del "ciberentusiasmo a la tecnopreocupación", en palabras del filósofo Daniel Innerarity, el ciudadano necesita guías para hacerse una idea cabal de este proceso, de sus riesgos y oportunidades. Pero encuentra una dificultad que tiene que ver con otro tipo de fragmentación: lo atomizada que está la información sobre un asunto tan complejo le hace sentir que necesitaría leer decenas de libros y miles de artículos. Pues bien, la impresión al leer La gran fragmentación es que Ricardo de Terol ha hecho en gran parte es trabajo. El ensayo, cimentado sobre una impresionante cantidad de lecturas, ofrece un destilado panorámico, con sus aristas y matices, de la gran revolución en marcha.

El libro de De Querol funciona como un exhaustivo manual de instrucciones de esta nueva era y un avance esperanzado de lo que puede llegar. El lector ávido de comprender por qué lee noticias diferentes a las de su vecino en la misma plataforma, qué peligros tiene invertir en criptomonedas o si es probable que su trabajo sea desempeñado por un robot, puede encontrar explicaciones claras. Sin excesivos tecnicismos, incidiendo en cómo afecta todo esto a su vida cotidiana.

Mo son pocos ni superficiales los cambios que analiza en La gran fragmentación. La economía se ha convertido en un juego de gigantes donde el ganador se lo lleva todo. La venta de discos se ha desplomado, pero se ha revitalizado la música en directo. Las series han pasado a ser la gran manifestación artística de nuestra época. Las audiencias de los medios se ha fragmentado y, de forma inquietante, se ha perdido incluso un relato compartido de los hechos. Pero también se ha demostrado que si algo puede salvar a los periódicos es la apuesta por la calidad y la recuperación de la confianza del lector.

Más allá de algunos celebérrimos protagonistas de esta revolución --Mark Zuckerberg, Bill Gates, Elon Musk--, el libro se fija además en historias como la de la ingeniera despedida or Google Timnit Gebru o Frances Haugen, la garganta profunda de Facebook. No tan conocidas por el gran público, merecerían estar algún día en los libros de historia como pioneras en abrir algunos debates que marcarán las próximas décadas.

También hay un apartado dedicado al gran superviviente de este seísmo. Un objeto que estuvo en el origen del éxito de uno de los nuevos titanes (Amazon) y que ha resistido, casi sin erosión y contra todo augurio: el libro físico. "La experiencia de leer en papel sigue siendo muy placentera, además de propicia para la concentración. Solo estás el libro y tu, nadie te molesta", recuerda De Querol. Sea en formato impreso o digital, la lectura de La gran fragmentación es una estimulante invitación a reflexionar sobre esta nueva era. Una experiencia de la que nadie, se sienta un ignorante digital o un gurú tecnológico, saldrá sin aprender cosas nuevas.

1 comentario:

Juan Manuel Castillo Martín dijo...

Si Darwin levantara la cabeza, probablemente le daría una vuelta a su Origen de las especies. Porque un nuevo ser (pero no vivo) paree haber surgido en la civilización contemporánea. El Homo móvil. Y no precisamente por selección natural. No ha sido condicionado por el ambiente. Lo ha moldeado una pantalla de cinco o seis pulgadas para que vaya perdiendo el olfato, el gusto, el oído, la vista y hasta el tacto. El Homo móvil es una especie que se está alejando tanto de la madre naturaleza que ya ni recuerda cómo avivar el fuego de su vida.