En los últimos años, quien esto firma se ha convertido en una pelotazale, un apasionado aficionado a la pelota vasca, un activo fundamental de la cultura de Euskadi, que es tanto una disciplina deportiva como, si se quiere, una coreografía atlética.
El golpeo de la pelota genera espectaculares posturas aerodinámicas que semejan a las adoptadas por bailarines de danza contemporánea o del llamado teatro físico. El contacto violento de la mano con la bola tras armar el brazo les hace a veces gravitar unos segundos sobre la cancha, cual danzarín dando una pirueta sobre el escenario. Parte de esta coreografía sobrevenida es también el movimiento reflejo de desplazarse ligeramente sobre la cancha para evitar obstaculizar la pegada del rival. En general, los jugadores se conducen con elegancia y ligereza, haciendo parecer fáciles golpes que demandan fuerza y concentración, como cuando un gran tenista golpea un derechazo ganador, o como hacen los bailarines de una compañía para crear belleza aerodinámica.
Desde pequeños, muchos niños vascos se crían observando este deporte en sus pueblos, practicándolo con pasión, socializando con sus compañeros de generación en euskera, adquiriendo valores, y haciendo país desde la adolescencia. A presenciar una partida de pelota vasca acude un público respetuoso y entendido que me recuerda al de otro templo, verde también, del deporte mundial, la pista central de Wimbledon. Este jamás menciona a la madre de alguno de los contendientes, ni se oye nunca un insulto desde la grada.
Este deporte, unique in the World, como reza el eslogan internacional del Athletic Club, se nutre de pelotaris profesionales venidos principalmente de Vizcaya, Guipúzcoa, Alava, Navarra y La Rioja, que juegan en distintos frontones norteños. [Eskerrik asko, youtuberos, por subir vídeos de partidos completos a la red, lo que nos permite disfrutar de la pelota vasca desde cualquier lugar del Estado.]
Ajenos por completo al postureo y a la coquetería que caracteriza a tantos futbolistas, los pelotaris son sobrios y elegantes en su equipamiento, que recuerda (pantalones largos blancos) al de los primeros tenistas, ocasionalmente un aro en la oreja como único adorno. Igualmente se conducen con nobleza ante el adversario, al que saludan y abrazan tras alcanzar los soñados 22 puntos. ¿Podría ser la pelota vasca un deporte de la nueva masculinidad? cmg2024
4 comentarios:
Alberto fue mi suegro durante 3 años. Antes de venir al sur vivió en el caserío familiar de Elgoibar, pueblo muy próximo a Eibar. Durante su juventud aprendió el oficio de carnicero y había que verlo partir los chuletones de kilo y la maestría con la que cortaba de una sola pasada una rodaja de pan de hogaza grande sin que la corteza ni la migaja se resquebrajaran. Un arte.
Irusta (como yo le llamaba) fue pelotari amateur y un año profesional. La pelota que se trajo en la maleta era temible, cabía en una mano y pesaba sin exagerar casi medio kilo. La hice botar varias veces y apenas cogió ni media altura.
"Eres más feo que el pie de otro" dicen, pues su mano derecha era así, los dedos anunciaban curvas continuadas y el dedo meñique , curva a la izquierda.
Recordaba que cuando en septiembre volvía al frontón al día siguiente era un suplicio, le dolía todo el cuerpo. Creo que es de los deportes más completos que existen. El impacto de la pelota en la mano sacude al pelotari desde la mano hasta el pie y, quizás, eso haga que adopten formas casi imposibles en el cemento verde.
Su hermano y su amigo (el panadero de San Sebastián) inventaron otro deporte. Borrachos como una cuba hicieron la pelea del carnero en el caserío. Uno enfrente del otro a una distancia corta y el fin era atinar una cabeza contra la otra. El resultado fue de empate, claro. Los dos al suelo.
Me gusta! Enhorabuena por la publicación! Es una bonita revisión en clave moderna de un juego tan tradicional como la pelota vasca.
Coincido plenamente. Me encanta y las pocas veces que lo ponen en la tele intento verlo. Enhorabuena por el artículo.
Me encanta cómo escribes. Aunque no entienda nada de pelota vasca, parece que he escuchado una melodía preciosa cuando has descrito el juego.
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