La historia de Café Oliden comenzó con Ignacio Oliden y Josefa Martín Rubio en 1935, aunque Ignacio y Josefa tuvieron una interesante vida, muy alejada del mundo de la hostelería, anterior a la apertura del café.
A principios del siglo XX empezaba la revolución de la automoción y poco a poco se iban popularizando los coches entre la gente adinerada. En 1915 Ignacio comenzó a trabajar como "chauffeur" para José Arana, que tenía un negocio de automóviles en la calle Aldamar.
Se hizo con una buena reputación como chófer, y esto le valió para ser contratado en 1919 por una de las mujeres más singulares de la época, doña Inés Luna Terrero, una rica terrateniente salmantina, mujer independiente y moderna que llevó una azarosa vida escandalizando a la vieja sociedad castellana.
Inés Luna Terrero era asidua del veraneo donostiarra. Venía con su dama de compañía, Josefa Martín Rubio, nacida en Guijuelo, Salamanca, y aquí solicitó los servicios de Ignacio Oliden como chófer. Ignacio se desplazó a Madrid y finalmente fue él quien solicitó la mano de Josefa para casarse en 1920.
La poco convencional Inés de Luna adquirió un coche de carreras que había competido en las 500 millas de Indianápolis, pagando la importante suma de 90.000 pesetas. Su intención era competir y ganar algunos premios con los que resarcirse de la inversión.
En 1924 contrató a Ignacio Oliden para competir en el II Gran Premio de San Sebastián, que se disputaba en el circuito de Lasarte, ya mundialmente conocido. Con este vehículo compitió el 8 de septiembre en la prueba de Biarritz de los 500 metros "con arranque en parada," quedando en segundo lugar.
Cuatro días antes de la prueba de Lasarte, Ignacio estaba entrenando en el circuito cuando sufrió un pequeño accidente del que salió ileso con su copiloto, aunque el vehículo sufrió con ciertos desperfectos, que fueron reparados en 48 horas en el garaje de los hermanos Massé.
El automóvil de Ignacio estaba preparado el día 27 de septiembre para la gran competición, pero los comisarios de la carrera no le dejaron salir, estimando que el vehículo era peligroso para el resto de conductores. Ignacio aseguró que la única razón fue que él era piloto de un coche particular, cuyo triunfo hubiera desprestigiado a las marcas oficiales. Ofendido por el trato sufrido, juró que nunca más correría en San Sebastián.
Tras algunos años más en Madrid como chófer y mecánico, regresaron a Donostia con su hija Pepita Oliden Martín, y abrieron un bar-restaurante en la esquina de la calle Mayor 18.
Pero este pequeño establecimiento no cumplía con las expectativas de la pareja y en enero de 1935 se instalaron definitivamente en el elegante Boulevard, arrendando el local de Alameda nº 5, que había sido hasta entonces el Bar Alaya de Francisco Kutz. Los muebles e instalaciones pertenecían realmente a los hermanos Juan y Teodoro Kutz, quienes se los vendieron por 15.000 pesetas.
El local quedaba junto al prestigioso establecimiento de Arrieta y Garagorri. Tenía dos grandes ventanales con lujosas vidrieras de Maumejean y el clásico mobiliario de los cafés de la época, con veladores de mármol y estanterías repletas de los mejores licores.
En la todavía tranquila Alameda se atendía en verano una amplia terraza con mesas. Era lugar de reunión de artistas, pelotaris, boxeadores y demás gente famosa de aquella época, conservando la familia dedicatorias de Belmonte, Manolete, Manolo Caracol, y Lola Flores, entre otras celebridades.
Ignacio Oliden, siempre con su chaquetilla blanca y su corbata roja, era una figura característica del Boulevard. Apoyaba a revistas tan donostiarras como "Ciaboga" y "San Sebastián," donde sus anuncios ocupaban los mejores lugares. No es de extrañar la popularidad de su establecimiento.
En 1937 llegó desde Salamanca, con tan sólo 14 años, su sobrino Jesús García Martín, que empezó a trabajar en el café. Tras el fallecimiento de Ignacio en 1958, el café Oliden, "el más concurrido por los amantes de la Bella Easo," como rezaban sus anuncios, se cerró en septiembre de 1960. Pepita Oliden y su primo Jesús decidieron dar una nueva orientación al negocio, reabriendo el local tras su remodelación un año después, dedicándolo a papelería y tienda de regalos, para más adelante pasarse a la venta de souvenirs.
En 1988 el local se dividió, albergando la parte mayor la taberna "Museo del Whisky" y, ocupando el resto, la tienda de regalos Oliden, regentada hasta hace pocas fechas por Cristina García, hija de Jesús, que ha dado paso al comercio United Caramels.
En la tienda de regalos, se conservaban las dos magníficas vidrieras de Maumejean que habían pertenecido al café Oliden. Los hermanos Maumejean están considerados como unos de los grandes artistas en la realización de vidrieras del siglo XX. Instalaron su taller en 1908 en San Sebastián, en la calle Pedro Egaña 8, y desarrollaron una gran producción en nuestra ciudad.
Afortunadamente, esas dos vidrieras fueron adquiridas por la Diputación de Guipuzkoa.