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Los adoradores salen a las calles de nuestras ciudades para arropar a sus ídolos o celebrar un título tras otro. Los adoradores piensan que sus clubes deportivos son la auténtica marca España, que el negocio de empresas futbolísticas privadas debería ser subvencionado con fondos públicos, como el cine patrio, dicen, cuando olvidan que la mano de obra, o, en este caso, el pie de obra, es mayormente de origen extranjero. Idolatran a unos deportistas multimillonarios (y, a menudo, endiosados) con sueldos obscenos. Los fanáticos del balompié, protagonistas de la Futbolización que nos rodea, oficiantes de esta liturgia pagana, viven su pasión como una experiencia religiosa.
Para satisfacer a los adoradores, la televisión pública abre los Telediarios de máxima audiencia emitiendo un minuto de titulares deportivos (como anticipo a una extensa cobertura al final de cada noticiario), concediéndoles el mismo rango que cualquier otra noticia de relevancia nacional o internacional, porque el fútbol, como dijo aquél, se ha convertido en España en un asunto de Estado. Incluso las cadenas de radio privadas interrumpen la programación habitual para retransmitir encuentros. El fútbol genera la mayor audiencia y el Marca sigue siendo el periódico de mayor tirada.
Definitivamente, visto lo visto, los éxitos deportivos de una excepcional generación de futbolistas se les han subido a la cabeza a muchos compatriotas, los adoradores y las adoratrices del becerro de oro de nuestro tiempo.• cmg2016
13 comentarios:
Excelente post. Pero la cuestión es ¿cómo tantísima gente llega a eso? Mi intuición me dice que es producto del juego de dominación que ejercen las oligarquías. Pero qué bien hacen para que las personas lleguen a ese nivel de estupidez.
Carlos, no se puede expresar más. Comparto al cien por cien tu escrito. Esas masas exaltados entretienen sus vidas con el fútbol, lo que les hace vulnerables a ser manipulados por quienes mueven los hilos que dirigen sus acciones en unas vidas vacías. No quiero decir con esto que esté en contra de la afición al fútbol,sino de la alienación que el fútbol provoca en las masas.
No puedo estar más de acuerdo contigo. El fanatismo por el fútbol aparta a la gente de los
verdaderos problemas, esto le va genial a los políticos. Cuando lo que habría que estar es en la calle, todos, exigiendo una mejora en cultura, educación, sanidad. ¿Cuándo llegarán esos refugiados a España?
La Cadena SER anuncia su programa de información futbolística estrella con el siguiente eslogan publicitario: "Creo en el fútbol." Sin comentarios. Amén.
Completamente de acuerdo. Desgraciadamente, es lo que hay. No puedo con esta histeria futbolera ... y tantas cosas vitales sin resolver o sin reivindicar!!! Cuánta energía desperdiciada. No tengo nada contra el deporte ni contra el fútbol, me siento triste por el manejo, la alienación y la contaminación de esos poderosos y, a veces, podridos de dinero. Lo siento mucho. Te acompaño en el sentimiento.
Es genial, y lo comparto al cien x cien. Muchas veces he predicado (desde mi pobre léxico) este mundo de fanáticos borregos que hacen una filosofía de vida a costa de hacer millonarios a tanto encefalogramaplano.
Totalmente de acuerdo. A mí desde luego me parece insoportable. Yo, además, trabajo con adolescentes. Es brutal comprobar cómo les come el coco. Muy bueno.
Casi 100.000 españoles han emigrado el pasado año. La gran mayoría no lo ha hecho voluntariamente, lo ha hecho porque tiene que comer todos los días, y para ello es necesario un empleo digno que nuestro país, nuestro Gobierno, no puede darles. Casi 100.000 familias se han roto. Muchos de los que se han ido han dejado atrás a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos. Han volado desde su país a otra parte; precisamente aquí no han encontrado lo que necesitaban. Y hoy, en medio de un bloqueo institucional evidente, cuando todo el mundo llora porque España ha sido eliminada de la Eurocopa y este año los jugadores no podrán levantar nuevamente un trofeo deportivo con nuestra bandera, yo me acuerdo de vosotros. Sí, los eternos olvidados. Ingenieros, investigadores, carpinteros, maestros, vosotros que habéis tenido que huir de esta situación y que veis con perplejidad cómo en España importa más un partido de fútbol que unas elecciones, que no entendéis que la gente siga promoviendo activamente esta fuga de españoles buscando un porvenir allá donde os lo puedan dar.
Un rectángulo de fútbol no representa a un país; un país es representado por el respeto a sus ciudadanos, a sus necesidades, a su medio ambiente, a sus finanzas públicas, a sus leyes. El fútbol es otra cosa. No se sabe de ningún país que sea un rectángulo.
Está claro que el fútbol ciega con su exhibición de fuerza, dinero y moda.
El actual retroceso de las religiones llena todo de sucedáneos y dispara la pulsión gregaria, los seguidores. Al mismo tiempo que se concentra en sí misma, la gente vuelca su espiritualidad en un equipo de fútbol, en una nación, en Instagram, o en la defensa de una idea —que suele ser siempre una.
Como árbitro he tenido que soportar grandes dosis de violencia en los estadios. Una vez retirado, los años me han dado el poso necesario para comprender el porqué:los aficionados violentos usan el fútbol para exteriorizar todas sus limitaciones.
Los hinchas ultras ya no son borrachos descontrolados, sino jóvenes de negro, adictos al gimnasio y conectados por las redes. Así es la nueva furia de los más radicales del fútbol.
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