27 octubre 2008
There's probably NO GOD
ELVIRA LINDO
El País, 26 de octubre de 2008
El eslogan ha empezado a viajar en los laterales de los autobuses londinenses: "Es probable que Dios no exista. Ahora, deja de preocuparte y disfruta de la vida". La idea se le ocurrió a la escritora Ariane Sherine como manera de contrarrestar los mensajes amenazantes, de infierno y maldiciones, con que la Iglesia suele calentar los oídos a los no creyentes. Diversas asociaciones que defienden la idea de un país laico se aplicaron a la tarea de recaudar dinero para la campaña, y ahora les sobra para empezar a exportarla a otras ciudades británicas. Lo que me divierte del asunto es la fineza del mensaje y la falta de agresividad que encierra. Muy inglés. Habría que estudiar cuál es la razón por la cual los ingleses transforman su antológica frialdad de trato en un gran sentido de la ironía en todo cuanto escriben, y los españoles pasamos de esa simpatía con la que adornamos la vida diaria a la gran mala follá en cuanto nos ponemos a expresarnos por escrito, algo que hemos convertido en cualidad vernácula. Entre nuestras cualidades no está la de distinguir entre sentido del humor y mala hostia. Incluso la Iglesia británica ha dado muestras de buen talante; enterada de que Richard Dawkins, el autor de El espejismo de Dios, había sido una de las personas que más dinero había aportado a la campaña, contestó a través de su portavoz de la manera más elegante posible: "Nos alegramos del interés continuado que el señor Dawkins muestra por Dios; eso anima el debate", añadiendo que "a los creyentes no nos preocupa el hecho de disfrutar o no de la vida. Muy al contrario, nuestra fe nos libera para poder ver esta vida desde la perspectiva apropiada". Que Dios me perdone, pero no podría imaginarme un debate en estos términos en España. A la Iglesia española le han salido en los últimos tiempos portavoces voluntarios más papistas que el Papa, y hay medios de comunicación que distraen al espectador a diario con imágenes de supuestos fetos de seis meses triturados y palabras como genocidio o tortura guantanamesca. Mal le irá a la Iglesia si su forma de atraer a posibles fieles es llamando asesina de fetos o de embriones a la mitad de la población. Bien podrían aprender del historiador británico Fernández-Armesto, que, aun siendo creyente, criticaba, en un artículo publicado recientemente en El Mundo, la inclusión, por parte de la inefable Palin, del aborto como asunto electoral, porque a su juicio distorsionaba el debate político. Señalaba también el historiador que una de las cualidades de la cultura española que más le atraían era la capacidad de hablar de cualquier asunto, por polémico que sea, en una cena, algo imposible, decía, en la cultura anglosajona. Ay, no sabe el profesor cuántos amigos se pierden aquí a los postres por decir, ni más ni menos, lo que uno piensa. Aunque a lo mejor hay que mirarlo de otra manera: si los amigos se pierden por eso, no serían tan amigos. Pero, en fin, no sólo la Iglesia española se muestra agria en sus debates, también los ateos tienden a expresarse aquí con aspereza, con ese me cago en Dios y esa incapacidad para entender que detrás de un creyente no tiene por qué haber un facha redomado...
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