30 abril 2024

Los jóvenes marchitos

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¡Ay, jóvenes marchitos que no conocéis el gozo de acariciar otros cuerpos ni de besar otros labios! Los jóvenes marchitos de la era digital viven atenazados por el miedo. Su dificultad para interactuar físicamente con otros muchachos tiene su raíz en el miedo. El miedo, como señaló Anthony de Melo, desaparece gracias al amor, pero el amor les da miedo. Anhelantes de sexo tangible, aunque vírgenes aún a los treinta, empollan y empollan, pero no pillan cacho. Muchachos líquidos e hiperaislados, carentes de educación sexual o sentimental, a los que les resulta difícil expresarse con ternura. A veces se muestran descabezados, a veces mudos, nunca van más allá de una telepaja. Hacerse pajas está muy bien, pero follando se conoce gente. Follar con humanos es beneficioso para la salud mental y física. El Sistema Nacional de Salud debería ayudar a los jóvenes armarizados a florecer como gays normales para evitarles tanto aislamiento y sufrimiento.

Quienes nos criamos en la época analógica no vivíamos distraídos por pantallas en línea, y ligábamos cara a cara, al calor del amor en un bar, como decía la canción de Gabinete Caligari. Hoy, los chavales marchitos, enredados en los videochats del ciberarmario, son tímidos que ni quedan, ni follan, ni han bailado nunca al son de A quién le importa en ningún Orgullo porque les importa, y mucho, el qué dirán. ¿Alternativa? Apagad el ordenador, salid de de la oscuridad de vuestra habitación, cuya puerta no os atrevéis a cerrar con llave por miedo a qué dirán los papis o los compis de piso, respirad el aire fresco de la calle, y buscad el cuerpo a cuerpo, nunca mejor dicho. Ahí fuera hay una peña de carne y hueso con muy buen rollo. Carpe Diem. 
PD: Estos apuntes de psikología marika están basados en casos reales. • cmg2018