Por Carlos Martín Gaebler
Tras ver el documental británico sobre la epidemia de sexo químico Chemsex (Filmin), que advierte de una bomba de relojería en ciernes, se me ocurren algunas ideas para gestionar la soledad sin tóxicos, y de modo saludable.
Suelta el móvil de las manos por un rato y coge un libro (de Almudena Grandes o de García Márquez, por ejemplo); siempre se ha dicho que leer enseña a vivir. Métete una buena serie por los ojos (tipo Breaking Bad), o una película en versión original por los oídos (tipo Perfect Days). Hazte unos largos en la piscina, o suda levantando pesas en el gimnasio, y verás qué subidón de endorfinas. Inyéctate a los Rolling Stones o a Prince por vena (son eternos).
Siéntete libre bañándote en bolas en el mar. Únete a una sesión de senderismo por el monte con la peña. Organiza una quedada en bicicleta con tus colegas (sin dopaje previo). O, si eres una persona de posibles, móntate en unos esquíes y date un chute de adrenalina lanzándote montaña abajo. Inféctate de emociones fuertes. ¿Has probado a cerrar los ojos al despegar o aterrizar en un avión?
Si eres aficionado al poliamor, cómete a tu chica, o a tu chico, o ambos, de arriba abajo. El sexo lento y sin drogas proporciona placeres indescriptibles. Métete sustancias recreativas por boca que producen un gran placer, no tienen efectos nocivos sobre la salud y no destruyen neuronas irremplazables: chocolate negro, jamón de pata negra, unas gambitas, unos berberechos, un sorbete de limón al cava, una copa de rioja o de champán, y, a vivir, que son dos días.
Protégete a ti mismo y a tus parejas sexuales; conseguirás no reinfectarte una y otra vez y contribuirás a no saturar el servicio público de salud. PD: Las Autoridades Sanitarias advierten de que EL TABACO MATA. Y el chemsex también. cmg2024
Esta columna fue publicada originalmente en elDiario.es. Puedes leerla aquí.
6 comentarios:
Muy bien escrito. Mensaje muy pedagógico, asertivo y saludable. Me ha encantado.
Y tanto que es este un asunto serio. A mí me espanta lo que está sucediendo. Veo demasiado egotismo y narcisismo en el ambiente. El triunfo del ego por encima de lo común. Se abordará con el tiempo, y se verá lo futil y vano de estos tiempos y actitudes.
Muy cierto lo que señalas. Lo del mariconeo y las drogas es un clásico. Habría que ver a quién votan estos descerebrados, si es que votan, claro! Les importa un huevo la sociedad, el futuro, los demás... Pero personas así las hay en todo tipo de sexualidad. Juventud en general. Malcriados. Las épocas de bonanza producen estas generaciones perdidas, desubicadas.
En la práctica del 'chemsex', los datos revelan graves consecuencias para la salud. Hasta un 63% de los participantes ha contraído una infección de transmisión sexual (ITS) recientemente, y un 42% vive con el VIH. A nivel de salud mental, la situación es igualmente alarmante, con la depresión afectando al 60,9% y la ansiedad al 37% de los individuos.
Un usuario anónimo, que prefiere no desvelar su nombre, describe una normalización de la sobredosis en las sesiones de 'chemsex', donde en numerosas ocasiones los participantes “pierden la noción de sus límites” y se desinhiben por completo, lo que aumenta los riesgos. El sociólogo Iván Gallardo señala que, en estos contextos, hay ocasiones en las que los usuarios también se exponen a problemas de violencia sexual.
Este joven asistió a su primera sesión de 'chemsex' con 24 años. Desde entonces, ha participado en encuentros que podían prolongarse hasta 48 horas y, en varias ocasiones, ha llegado a perder el conocimiento. En la actualidad, ha establecido límites para reducir su consumo y asiste a terapia. “Me doy cuenta de que mi consumo de drogas, no solo en contextos de 'chemsex', es una manera de evadirme, calmarme o incluso encontrar un yo que no haría las cosas que hace si no me hubiese drogado”, confiesa, y añade: “Hasta cierto punto puede convertirse en un problema”.
El culmen de la relación entre sexo y drogas está en el chemsex. En este maratón de sexo, que evidentemente necesita de determinadas sustancias, la motivación está en la búsqueda de desinhibición y placer. Buscan obtener mayor resistencia física en las relaciones sexuales, sentir mayor confianza, superar el miedo al rechazo y a la vergüenza en el contexto sexual, facilitar prácticas que de otro modo podrían resultar dolorosas, conectarse a otras personas y sentirse parte de una comunidad, como estrategia de afrontamiento para lidiar con el malestar o con problemas de la vida cotidiana. Sin embargo, más allá de una experiencia puntual, es fácil que el chemsex se convierta en un hábito peligroso. Además del alto riesgo para la adquisición y transmisión de infecciones de transmisión sexual, el consumo problemático de sustancias crea adicción, impactos sobre la salud mental, deterioro físico, hipersexualización del ocio, reducción del rendimiento laboral o el académico y deterioro de las relaciones sociales.
La práctica del chemsex va más allá de consumir alguna droga y tener sexo. Es una peligrosa dinámica, común entre hombres del colectivo LGTBIQ+, a la que la sociedad no presta atención y que puede llevarse vidas por delante. Dice el periodista Javi Giner –en un reciente artículo– que no sabe cómo hablar de esta pandemia que nos está destrozando, y el actor Avelino Piedad tiene en sus manos una manera de hacerlo: a través del teatro. Es el protagonista de El Gé, un monólogo escrito y dirigido por Emmanuel De Martino que sirve de espejo de esta realidad. Una obra que habla de sexo, de drogas, de amor, de miedos y de nuestra propia identidad.
Publicar un comentario