10 diciembre 2015

Indolencia andaluza

Por JOSÉ ANTONIO CARRIZOSA

HACE unos días un ex ministro de paso por Sevilla se extrañaba de la escasa repercusión social y política que la crisis de Abengoa tiene en Andalucía. Argumentaba que si en Galicia estuviera en peligro un astillero privado importante para el empleo y la actividad económica de la región o en Asturias se pensara dar cerrojazo a una mina en dificultades, las calles se habrían llenado de manifestaciones exigiendo la viabilidad de las empresas y esas marchas habrían estado encabezadas por las autoridades autonómicas y locales. No le faltaba razón. La posibilidad de que la región pierda la que ha sido su principal empresa, y una enseña de España en el mundo, está pasando como un asunto interno entre sus gestores y los bancos a los que debe dinero. El tema no está en la agenda política; de hecho, en la campaña electoral las alusiones están siendo mínimas como si a los candidatos ni les importase demasiado ni supieran qué decir. Tampoco está en el debate social más allá de la atención que se le está prestando desde los medios de comunicación. Todo ello refleja la indolencia con la que muchas veces nos enfrentamos a los asuntos más trascedentes. Quizás convencidos de que poco podemos influir en su resolución. 

Es cierto que desde el Gobierno andaluz se están haciendo algunas gestiones discretas para ayudar a desbloquear la situación a la que ha llegado la empresa. Gestiones que, como es lógico, no pueden ir mucho más allá de poner de relieve lo que se juega Andalucía en este tema. Pero una administración regional en un problema de esta envergadura tiene una capacidad de presión muy relativa y tendría que ser el Gobierno se la nación el que se moviera para sacar las cosas adelante, lo que parece, por lo visto hasta ahora, muy poco probable. 

Pero conviene insistir en que la actitud de indiferencia que se está viendo en el caso de Abengoa es casi una constante en el comportamiento de la sociedad andaluza en las últimas décadas y explica por qué nos ha ido como nos ha ido. Ese dar la espalda a los problemas y esperar que otros o el tiempo los resuelvan nos ha hecho perder demasiadas oportunidades. Tenemos una inercia que nos lleva a pensar que hay una especie de determinismo histórico que nos condena a vivir alejados de los niveles de riqueza y bienestar habituales en la Europa desarrollada a la que teóricamente pertenecemos. Si finalmente Abengoa no logra superar su actual crisis será sobre todo por sus errores, pero también habrá ayudado la falta de reflejos de una sociedad que se recrea en su adormecimiento.
Diario de Sevilla, jueves 10 de diciembre de 2015

1 comentario:

MTP dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con este artículo sobre el comportamiento y el dejarse llevar de los sevillanos. Es una pena pero no le veo solución. Parece que allí solo interesa la Semana Santa y la Feria.