14 abril 2012

Cuidado con las crisis: engordan a las bestias


Fotografía: Gonzalo Orquín

Por CARLOS MARTÍN GAEBLER

Vivimos tiempos oscuros, propensos al populismo y al odio al diferente. Y muchos vivimos también indignados por la ola de homofobia que nos invade y cuyo más reciente exponente son las declaraciones homófobas del obispo de Alcalá de Henares en la misa del pasado domingo, retransmitida por TVE, asociando homosexualidad y prostitución y situando a los gays en el infierno. Como llevo ya seis días lleno de rabia por dentro y de impotencia por no poder defenderme ni por contar con los medios de comunicación a los que sí ha tenido acceso este sacerdote, quiero desahogarme en esta preciosa tarde republicana con esta columna en mi blog.

¿Cómo se permite Juan Antonio Reig Pla, que así se llama este individuo, atentar de esta forma contra la dignidad de las personas homosexuales desde el púlpito privilegiado de la televisión pública de todos los españoles (de los católicos y de los no católicos) excusándose en la libertad de expresión? La libertad de expresión acaba donde empieza la dignidad del otro. ¿Cómo se atreve a tildar de corruptos a los gays siendo como es representante de una iglesia apestada por casos de pederastia y habiéndose demostrado que le paga el alquiler a un cura condenado por pederastia? ¿No le valdría más limpiar su propia casa de sacerdotes corruptores de niños y de monjas que vendían bebés? El día en que se forme una Comisión Nacional para la Reparación a las Víctimas de Abusos en la Infancia, como se hizo en Irlanda tras la acumulación de 30.000 denuncias, no van a tener fondos suficientes para indemnizar a las víctimas de tanta crueldad. Y cada vez estamos más cerca de que estalle esa cascada de denuncias que lleva años incubándose en la sociedad española. Y, si no, al tiempo.

Convendría al obispo de Alcalá leer el artículo que Mario Vargas Llosa publicaba el mismo día en que él se despachaba a gusto desde la televisión pública, La caza del gay (a propósito del reciente asesinato de joven Daniel Zamudio en el ¿civilizado? Chile), para que se dé cuenta del daño que hace con sus palabras a tantos jóvenes y no tan jóvenes que no pueden salir del armario, que viven su sexualidad con miedo y sentimiento de culpa, o que se ven abocados a vivir una doble vida para aparentar lo que no son. Sus palabras son tan constitutivas de delito como las que incitan a la violencia contra las mujeres del imán islamista de Tarrasa.

Algún día la Iglesia católica española habrá de pedir perdón por tanto sufrimiento causado a las personas homosexuales, no sólo a los hombres traumatizados por ser víctimas de abusos en su infancia, sino también a aquellos que murieron de una enfermedad de transmisión sexual incurable y que acabaron sus días estigmatizados por sus propios familiares como apestados. Eso sí que no tiene perdón de dios.

Si nadie les obliga a los religiosos a practicar sexo, ¿por qué ese empeño en inmiscuirse en la sexualidad de los demás? El sexo es vida, alegría, comunicación y no mero intercambio de fluidos, por si no lo sabían. ¿Por qué insisten estos sumos sacerdotes obsesionados con la virginidad en ver el sexo como algo manchado, maculado? Como decía aquel, si algunos follaran más, joderían menos.

Sé que no todos los católicos son intolerantes hacia los homosexuales y desde el seno de la propia Iglesia católica han surgido voces condenando el desvarío de este obispo de trayectoria fascista. Pero yo no quiero ser tolerado, yo quiero ser respetado, igual que yo respeto su derecho a practicar sus creencias, aunque no las comparta, que ésa es la condición para la convivencia.

Yo soy un ciudadano honesto, pago mis impuestos (incluido el IBI que la Iglesia católica no abona), no soy ningún corrupto, no adoctrino a mis alumnos y, desde luego, no me acuesto con menores. A lo largo de mi vida he conocido a sacerdotes que no podrían decir lo mismo. Y contribuyo cada día a construir un país decente, donde no sobra nadie, si acaso lo que sobran son expresiones denigrantes como las de estos religiosos islamistas o católicos que nos retrotraen al tiempo de la barbarie (es lo que tiene no haber tenido una revolución francesa). Mi generación ha luchado por conseguir la igualdad de todos los españoles ante la ley, y nunca voy a dejar de luchar contra el machismo y la homofobia –las dos caras de la bestiacmg2012

Feliz 14 de abril. Salud y República. 

-->

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu columna de protesta no podría describir mejor la rabia que sentimos personas como nosotros ante este tipo de cobertura que el gobierno ultracatólico y fascista otorga a la privilegiada iglesia católica que tanto daño ha hecho. Yo conozco muchos de esos que se dan golpes en el pecho y presumen de sus santas virtudes que no son más que fachada de la doble moral e hipocresía en la que viven. Al infierno tendrían que ir todos estos seminaristas (en su mayoría homosexuales reprimidos), no por el hecho de no aceptar su condición sexual, sino por arremeter, para más inri, contra sus semejantes... A esto lo llaman amor al prójimo...Estoy contigo cuando lamentas que en España no haya habido una Revolución Francesa...yo mismo me he sentido marginado en esta sociedad española paleta, provinciana e inculta por el mero hecho de defender mi laicismo...
Sé que vienen tiempos difíciles para los que no encajamos en los patrones de esta sociedad "matrix" que nos aliena y adoctrina, pero con aportaciones como las tuyas podemos ir despertando conciencias.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho el artículo que has escrito
sobre el impresentable ese. Lo vi en la tele y flipé.
He oído en la radio que desde TVE querían hacer
una investigación o pedir responsabilidades, pero
que los del PP se han negado...
Me imagino que dentro de tres años, muchísimos
de los que votaron a ese partido se habrán quedado
calvos de tanto tirarse de los pelos ante tanta barbarie.
Le he mandado el artículo a varias amigas.

Anónimo dijo...

He acabado de leer el último párrafo con los ojillos brillantes... por la impotencia y por el sentimiento contenido.
Gracias por expresar lo que otros no somos capaces, ni por la elocuencia ni por la proactividad.
Y gracias también por poner un foco de luz, que alumbre y que descubra.

Carlos Martín Gaebler, PhD dijo...

Y por fin, desde la propia iglesia Católica una monja dominica, sor Lucía Caram, condena estas declaraciones: ,"Me parece una aberración lo que dijo. Y que en un Viernes Santo, cuando Jesús vino a quitar cruces, [este obispo] se dedique a ponerlas a las personas que sufren.",

Anónimo dijo...

Carlos, cuánto de bueno en tu escrito. Yo, sin ser homosexual y habiendo vivido en un entorno educativo en el que el machismo y la homofobia son pan de cada día, he llegado a comprender el mal que se hace con este tipo de actos. Lo he hecho gracias a amigos y amigas que viven libremente la sexualidad como les pide el cuerpo y ¡olé!

Mi saludo solidario y espero que tu mensaje llegue a mucha gente. Salud y República.

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho, no solo lo que dices si no ¡cómo lo dices!. Deberías mandarlo a cartas al director de cualquier diario de tirada local o nacional para que te lo publiquen. Para mí tu comentario tiene tanta calidad como la de cualquier columnista de una editorial, deberías plantearte escribir profesionalmente, seguro que tu vida y la de las personas que te rodeamos, inspiraría a tu imaginación para que con tu creatividad literaria, plasmases grandes historias que contar.

Antonio. dijo...

Si hay algo que respeto es que una persona sea consecuente con sus ideas por lo tanto "Mi mayor y absoluto respeto hacia tu persona".Magnífico artículo.

Anónimo dijo...

VERY well put, Carlos - until I got towards the end, I thought I was reading a professional column.

Anónimo dijo...

Well done, Carlos! Very well-expressed indeed. It seems incredible that this man said what he said. It's appalling, and he's doing great, great damage. I'm so glad you spoke out.

Anónimo dijo...

Lo he publicado en mi Facebook, la gente le está dando al botón, me gusta :)