Nada más arribar a Cáceres, el viajero recibe una bofetada en forma de cruz a los caídos erigida en una plaza céntrica, supuestamente a los muertos católicos en la Cruzada contra el estado democrático de 1936. Una cruz de ominoso granito se alza en medio de una glorieta muy transitada, desafiando la vigente Ley de Memoria Democrática, que prohibe cualquier monumento que enaltezca el golpismo y el régimen nacional-católico surgido del golpe de estado franquista. Esa ley fue aprobada por la mayoría del parlamento de la nación y es de obligado cumplimiento en cualquier ciudad o pueblo de España, incluido Cáceres. Si con dicha cruz pretenden homenajear también a los no creyentes, que dieron su vida por la democracia y por las libertades (incluida la de culto), entonces la falta de respeto a su memoria es indecente. En otras ciudades sí existe un monumento a TODAS las personas que dieron su vida por España, pero no es una cruz sino un monolito neutro y aconfesional, como el situado junto a una llama eterna en el Paseo del Prado. Al preguntar a los lugareños por este monumento, obtuve reacciones contrastadas: los varones respondían de forma visceral y furibunda: “cruces así las hay en todos los pueblos, es un símbolo de Cáceres”; sin embargo, cuando les comenté mi desconcierto y estupor a varias mujeres, éstas se mostraron más conciliadoras y comprensivas. Esa cruz rancia y vetusta me parece una puñalada a cualquier español de bien porque atenta contra la reconciliación (contaminó mi visita a la ciudad extremeña), y espero que pronto la retiren o trasladen a otro lugar, como un cementerio católico, por ejemplo, aunque, según me contaron, ningún alcalde se haya atrevido a ello aún. Deberían hacérselo mirar. cmg2024
3 comentarios:
La verdad es que he estado por Cáceres en bastantes ocasiones y en alguna de ellas tuve alguna situación desagradable con el tema de la extrema derecha. Siento que contaminase tu experiencia en una tierra, por lo demás, preciosa.
Muy valiente. Y justo. Qué curioso el comentario anterior. Lo de Extremadura es tremendo. Con la carnicería que hicieron. Ay, lo que sigue marcando el señorito Iván, aquel que interpretara Juan Diego enLos santos inocentes, retrato de la Extremadura oscura y profunda.
Soy extremeño de un pueblo de Badajoz. Recuerdo un hombre que tenía a medias la huerta con mi padre , él fue el recadero y palmero de los caciques del pueblo y de la zona (en su tiempo los mas ricos dede la provincia). Pobre no, paupérrimo pero sobre todo de mentalidad y malicia. Su España no le brindó la oportunidad de poder avanzar. Falangista-franquista hasta las trancas. El recuerdo que tengo de él lo tengo marcado a cincel en mi cabeza cuando decía que en la plaza de toros de Badajoz hubo una corrida con picadores... en la guerra civil. Él fue uno de los que apretaron el gatillo. 4.000 asesinados. Afortunadamente mi tierra ha avanzado, en tren de gasoil y los responsables hay que señalarlos también en el centro del país, no solamente en Mérida. Esa oscuridad la podemos encontrar en cualquier esquina de Sierra Morena y palmeros de señoritos (de apellidos muy reconocidos) los ha habido en todo el Bajo Guadalquivir (la zona que conozco). Eso sí, cuando voy a mí pueblo a veces siento esa oscuridad.
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