07 febrero 2024

All Of Us Strangers_film


All of Us Strangers (Desconocidos), es sencillamente una brillante e intrincada reflexión sobre el poder del amor, interpretada magistralmente por un Andrew Scott (Black Mirror, Fleabag) y un Paul Mescal (Normal People, Aftersun) en estado de gracia. El británico Andrew Haigh (quien también dirigió las muy notables 45 Years y Lean on Pete, y que ha adaptado esta historia que se mueve en el tiempo y en el espacio a partir de una novela del japonés Taichi Yamada) es uno de los mejores creadores, si no el mejor en mi opinión, de ficciones entre hombres, desde que sorprendió con su primer largo Weekend y su serie LookingEscribe sobre la complejidad de ser gay en nuestro mundo contemporáneo desde una lucidez inusual. Surge química entre Scott y Mescal, quien demuestra ser capaz de interpretar con la misma credibilidad a hombres hetero o a hombres homo enamorados, pero siempre desde la ternura, que es seña de identidad de la nueva masculinidad. Este irlandés es un portento actoral con tan solo 28 años recién cumplidos. Cine de muchos quilates, de mucha autenticidad. Prepárate a gozar de una banda sonora de lujo y de la música atmosférica que envuelve a esta historia londinense de ensoñaciones sobre la condición humana. Un filme, casi, casi tan bueno como Brokeback Mountain, que ya es decir. 

06 febrero 2024

¿Y qué hace ahí esa cruz?

Nada más arribar a Cáceres, el viajero recibe una bofetada en forma de cruz a los caídos erigida en una plaza céntrica, supuestamente a los muertos católicos en la Cruzada contra el estado democrático de 1936. Una cruz de ominoso granito se alza en medio de una glorieta muy transitada, desafiando la vigente Ley de Memoria Democrática, que prohibe cualquier monumento que enaltezca el golpismo y el régimen nacional-católico surgido del golpe de estado franquista. Esa ley fue aprobada por la mayoría del parlamento de la nación y es de obligado cumplimiento en cualquier ciudad o pueblo de España, incluido Cáceres. Si con dicha cruz pretenden homenajear también a los no creyentes, que dieron su vida por la democracia y por las libertades (incluida la de culto), entonces la falta de respeto a su memoria es indecente. En otras ciudades sí existe un monumento a TODAS las personas que dieron su vida por España, pero no es una cruz sino un monolito neutro y aconfesional, como el situado junto a una llama eterna en el Paseo del Prado. Al preguntar a los lugareños por este monumento, obtuve reacciones contrastadas: los varones respondían de forma visceral y furibunda: “cruces así las hay en todos los pueblos, es un símbolo de Cáceres”; sin embargo, cuando les comenté mi desconcierto y estupor a varias mujeres, éstas se mostraron más conciliadoras y comprensivas. Esa cruz rancia y vetusta me parece una puñalada a cualquier español de bien porque atenta contra la reconciliación (contaminó mi visita a la ciudad extremeña), y espero que pronto la retiren o trasladen a otro lugar, como un cementerio católico, por ejemplo, aunque, según me contaron, ningún alcalde se haya atrevido a ello aún. Deberían hacérselo mirar. cmg2024