Por CARLOS MARTÍN GAEBLER
Lugar de los hechos: Colegio San Estanislao de Kostka, de la Orden de los Jesuitas/Compañía de Jesús, sito en el barrio de Miraflores del Palo, Málaga
Fecha: primavera de 1972
Edad: 13 años
1. El traje. Don José Luis Alés Barrero, el monitor de comedor y de recreo durante los dos cursos (1970-71 y 1971-72) en los que estuve internado en el Colegio de los Jesuitas San Estanislao de Kostka de Málaga, era un maestro seglar que se ocupaba de los chavales internos durante y después del almuerzo. Era bajito, rechoncho, de ojos claros, repeinado e iba ridícula e impecablemente demasiado "bien trajeado" como para ocuparse del recreo de unos chavales de 12-13 años en un gigantesco patio polvoriento. Su nombre y apellidos figuraban, como profesor externo, en la página 7 del Anuario que el colegio imprimía cada año [un exhaustivo banco de datos personales de la época], y un ejemplar del curso 70/71 ha perdurado hasta nuestros días. Don José Luis, (que es como lo conocíamos los niños a su cargo y que nunca se dejaba fotografiar), tendría unos treinta y pocos años, y recuerdo que fumaba impasible delante de los críos. Años después, el escritor Juan Martínez de las Rivas, que por aquel entonces era uno de mis compañeros de clase, lo recuerda con memoria casi fotográfica: “Edad de unos treinta, cuerpo algo mantecoso, aspecto y rostro aniñados (un Tintín con sobrepeso), pelo rubio peinado crencha a un lado, estilo foto exterior de peluquería de la época, versión moderna, y ojos azules o verdes, y con cierto aire de indiferencia hacia las pequeñas cosas que nos agitaban. Más que atildado, salvo en su vestuario, yo lo percibía indiferente y narcisista. Poseía varios trajes cruzados (siempre vestido -armado- de botonadura cruzada, en mi recuerdo) que alternaba, y cuyos colores se salían de los grises habituales del profesorado: estoy creyendo ver un traje verde con brillos y un traje granate, lo mismo sus corbatas de seda. Además de vigilante, hacía las veces de profesor suplente de inglés.”
Efectivamente, de cuando en cuando, este individuo sustituía a la profesora de inglés, la señorita Yvonne, cuando ésta se ausentaba, y nos daba clase a las 4 de la tarde en un aula que estaba en la esquina del mismo patio de recreo que aparece en la foto anexa (tomada en torno a aquella época), situado en el ala noroeste del colegio. Aquel monitor de recreo, de corta estatura tanto física como moral, tenía, sin embargo, las manos muy largas.
Una tarde de la primavera de 1972, tras el almuerzo, sobre las 15 horas, don José Luis, vestido con uno de esos trajes-tapadera que él pensaba le aportaban respetabilidad, me invitó a ver televisión (o eso me dijo) a una hora en la que la sala de televisión permanecía cerrada para los internos. Ni recuerdo qué programa emitía la pantalla, seguramente un Telediario. Al poco de hacerme sentar junto a él en la estancia en penumbra, el profesor don José Luis Alés Barrero extendió su mano derecha hacia mi entrepierna y comenzó a sobarme. Yo estaba completamente aturdido y paralizado por su comportamiento. Pero no quedó ahí la cosa, pues a los pocos minutos agarró mi mano con su mano izquierda y me forzó a meterla en el interior de su bragueta, que él ya había abierto previamente, para que le agarrara su sexo erecto. Sentí un enorme asco por lo que estaba sucediendo, pero tras unos minutos, retiré mi mano de su bragueta, di un respingo y salí corriendo despavorido de la sala oscura. Me encaminé a paso ligero hacia el exterior del edificio (la salida del edificio está muy próxima a dicha sala) para respirar aire fresco e intentar recuperarme del shock. Era la mayor agresión contra mi persona que había sufrido nunca, y me ha perseguido durante 50 años. Hoy, cuando escribo esto aún experimento repulsión al tener que hacer retrospección para narrarlo.
Por aquel entonces (cursaba cuarto curso de enseñanza secundaria, grupo 4C), yo había comenzado la lectura del El Quijote, en una edición que la buena de mi tía Genoveva me había regalado unos meses antes por Navidad. Solía apostarme contra la base de una de las palmeras que había plantadas en el jardín situado delante del edificio del colegio, un lugar al aire libre orientado al sur y con vistas al mar al que sí nos dejaban acceder. Cada tarde después de comer, acudía con mi libro en mano a dicho lugar. Esto me permitía desconectar por un rato de aquel infierno e interponer una barrera física imaginaria con el edificio-cárcel para sumergirme en la maravillosa ficción de Cervantes. Solo tenía 13 años, pero la magia de aquella lectura me salvó literalmente. Leer sobre las aventuras de don Quijote y Sancho fue como un bálsamo para mi mente atormentada. Desde entonces, los libros me han ayudado a sobrellevar los peores tragos de mi vida. Verdaderamente la lectura nos hace mejores personas.
2. Impunidad. Por otro lado, me sentía tan agobiado por el continuo acoso de algunos de mis compañeros de internado, tan harto de sus insultos y humillaciones, que me armé de valor para acudir a denunciar la situación a quien pensaba (inocente de mí) que podría ayudarme, el llamado Padre Prefecto, don José Ruiz Vázquez. Este religioso aparece como Director Espiritual de los cursos 3º y 4º, en la página 5 del Anuario 70/71. Sentado en su despacho, situado en la primera planta del ala sureste del edificio, mirándome con una sonrisa curil, casi beatífica, a través de sus gafas grises, hizo oídos sordos a mis quejas y se limitó a sonreír aún más, sin casi mediar palabra. A continuación, se levantó de su escritorio y me hizo sentarme encima de él en una silla que había en la esquina de su amplio despacho. Mientras me agarraba por detrás empezó a mover acompasadamente las piernas y la cadera y a gemir cada vez con más intensidad en un jadeo que no se molestaba en disimular. Oía cómo iba alterándose el ritmo de su respiración, mientras iba manoseándome y restregándose el bulto de su entrepierna con movimientos acompasados contra mi culo hasta correrse dentro de sus pantalones, aprovechándose de mi vulnerabilidad para satisfacerse. El muy beato don José Ruiz Vázquez, sacerdote jesuita, se había corrido imaginándose follando por el culo a un niño indefenso. Yo estaba en estado de shock y tardé en darme cuenta de lo que estaba ocurriendo. Cuando dejó de agarrarme por la cintura, salí despavorido de la sala, corriendo escaleras abajo. No volvió a dirigirme la palabra, pero yo nunca olvidé su nombre, sus dos apellidos y el cargo que ostentaba en el colegio.
3. Contarlo. La Compañía de Jesús siempre ha despuntado por la formación de sus miembros, que deben conocer bien preceptos como: la rendición de cuentas y hacer justicia, fomentar la verdad y la memoria, y ofrecer reparación a las víctimas. Aquel colegio no enseñaba a respetar al diferente ni me garantizó un entorno seguro donde desarrollarme como persona en ciernes. Ningún responsable ponía orden ni protegía a los niños que fuimos víctimas de acoso (bullying) y de abusos sexuales.
Por tanto, exijo una disculpa por escrito de la Compañía de Jesús como reparación moral (similar a la recibida por víctimas de los Salesianos) y una indemnización a dicha institución por el daño psicológico que estos abusos me causaron, que me privó de haber vivido una adolescencia feliz, pues me traumatizaron profundamente. Tan culpable y avergonzado me sentía por lo que me había ocurrido en aquel colegio que fui incapaz de contarle a mis padres lo sucedido. Tardé muchos años en perdonarle a mi padre que me internara durante dos años en aquel infierno, con el consiguiente desarraigo familiar, pero lo hice en su momento y me quedé muy aliviado.
Nadie ha descrito mejor mi sufrimiento de entonces que la escritora Elvira Lindo en un reciente artículo titulado “Predicar, pero no con el ejemplo”: Cuando un niño es manoseado por un adulto con el fin de procurarse placer sexual, sabe que algo extraño, inusual, prohibido, algo que vulnera como un hachazo su inocencia le está sucediendo. El niño no va a saber cómo llamarlo, está tan alarmado que lo mantendrá en silencio. Un niño con un secreto es un ser muy desgraciado. El depredador de niños conoce instintivamente la psicología infantil, pero, además, tras años de experiencia, se va a convertir en un verdadero experto. Tiene olfato de sabueso para identificar a la víctima adecuada. Sabe cómo hacer para que esa inmundicia que él genera avergüence a la criatura, sabe cómo cargar al pequeño con el peso de la culpa para que calle. El daño que se le hace a un niño no prescribe. La vida cicatriza muchas heridas, pero las consecuencias de un abuso son rocosas y persisten si el secreto se enquista, si no se encuentra una sociedad que escuche y comprenda. Cuando los abusadores pertenecen a una institución con el poder social que ha ostentado la Iglesia católica, las víctimas tienen derecho a una reparación pública por el daño recibido.” Durante toda mi adolescencia me hicieron creer que lo que me había pasado había sido por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa.
La Compañía de Jesús reconoció públicamente, el 21 de enero de 2021, que al menos 81 menores y 37 adultos han sufrido abusos sexuales a manos de 96 miembros de su orden desde 1927, en la primera investigación interna de una institución católica en España. Sin embargo, la congregación no ha querido revelar los nombres de los acusados, como reivindicamos las víctimas, lo que me indigna profundamente porque nos revictimiza a quienes ya fuimos víctimas una vez, ni otro dato decisivo, las parroquias, colegios, o seminarios donde tuvieron lugar los hechos (solo señala que 14 casos se cometieron en Andalucía). Un gran paso para los Jesuitas pero un pequeño paso para la humanidad, rezaba un titular.
He tenido que esperar 50 largos años en silencio y en soledad, hasta la creación en nuestro país de una Comisión Estatal de Investigación de Abusos a Menores en la Iglesia Católica dependiente de la Oficina del Defensor del Pueblo, para interponer estas dos denuncias con nombres y apellidos de modo que éstos no queden ocultos en el olvido y para que otras posibles víctimas puedan reconocerlos y dar un paso adelante. Luis Cernuda escribió el siguiente verso "Recuérdalo tú y recuérdalo a otros." No creo haber sido la única víctima de abusos en aquel colegio. La investigación de la Comisión Estatal dictaminará si la pederastia era una práctica sistémica en dicho colegio de Jesuitas.
La jerarquía eclesiástica española haría bien en mirarse en el espejo de Irlanda, un país mayoritariamente católico como España, pero que, con una población cuatro veces menor, creó una Comisión para Investigar el Abuso Infantil y que publicó un demoledor informe - más de 800 abusadores conocidos en más de 200 instituciones católicas durante un período de 35 años -, comúnmente conocido como el Informe Ryan, el 20 de mayo de 2009.
Como plantea la periodista Lydia Cacho, yo también me pregunto, ¿en qué momento los miembros de la Iglesia católica lograron alcanzar una excepcionalidad jurídica similar a la de los militares que cometen crímenes de guerra? A estos delitos debe aplicárseles la legislación vigente, no la ley divina, porque, en un Estado de derecho, el que la hace la paga. Y, aunque hayan prescrito y sus perpetradores fallecido, la Compañía de Jesús es responsable civil subsidiaria de lo ocurrido. Porque solo prescribe lo que no se describe.
La mujer que fue víctima de la Manada comunicó, a través de su abogado, una frase que me ha animado a relatar lo ocurrido y a hacer públicos estos abusos, con nombres y apellidos, 50 años después, por mucho que hayan prescrito, y sus perpetradores fallecido: Cuéntalo, que, si no, ganan ellos. Al publicarlas en la red, deseo que estas dos denuncias trasciendan para que estos crímenes no queden silenciados ni impunes, y porque, al igual que ha manifestado el escritor Alejandro Palomas, no quiero morirme sucio, con esta mierda dentro de mí.
Firmado: Carlos Martín Gaebler, PhD
19 comentarios:
Desde que existe internet, solo pierden su voz aquellos que se resignan a estar callados.
Después de una semana en el ojo del huracán por la respuesta al informe sobre abusos sexuales, el presidente de la Conferencia Episcopal Portuguesa (CEP), José Ornelas Carvalho (Madeira, 69 años), sostiene que, tras la publicación del informe que desveló la existencia de 4.815 víctimas en Portugal, los testimonios públicos de las víctimas de abusos son necesarios para hacer frente a los negacionistas. José Ornelas abre la puerta a negociar indemnizaciones individuales con las víctimas: “Tengo dificultad para fijar un precio al sufrimiento,” ha declarado.
Mi madre decía siempre la frase “Esto que no salga de aquí”. Lo decía para explicar que algo no debía ser hablado fuera de la casa o de la familia. Recuerdo muchos gestos, desde la autoridad familiar o escolar, para apagar el deseo. Gestos para mantenerse en silencio. Gestos para no decir, para callar, para reprimir. Gestos que, de una manera u otra continuaban la represión de la dictadura. Entonces, el 31 de mayo de 2021, veo la noticia en el periódico. La puerta del colegio al que fui durante 12 años, los casos de abusos desde los años 60 hasta hoy. ¿Si yo estaba allí, lo viví yo también? ¿Qué memoria hay en mi cuerpo de aquellos años? ¿Qué es lo que se ha borrado? Esto me llevó a escribir una pieza teatral autoficcional que he titulado: "La enciclopedia del dolor. Tomo I: esto que no salga de aquí."
Sé que no existe una infancia del todo feliz, que todos hemos sufrido porque los niños no tienen unas gafas de color de rosa y son muy sensibles a todo lo que les rodea, pero de ahí a beneficiarte de su inocencia y de la confianza que depositan en quien los tiene que proteger y cuidar va un abismo. Me repugna profundamente el abuso sexual sobre los niños; nunca entenderé que nadie pueda encontrar placer en ello y ni siquiera reconociendo que lo has hecho quedan liberados de su culpa. Tienen que pagar con la justicia civil como el resto y pagar una pena muy grande, no solo reconocerlo. Esos niños quedan marcados, yo creo para siempre, para confiar en los demás. Me da pena que nunca cuenten a sus familias, lo que les está pasando. Claro que el depredador ya se encarga de que se sientan culpables y guarden el secreto.
Por supuesto que hay que denunciarlo y tienen que pagar por ello, la Iglesia Católica, los monitores de los campamentos, los entrenadores de los deportes, etc. etc. No vale con pedir perdón aquí todos los actos tienen sus consecuencias y hay que pagar por ello ante la justicia. Supongo que mucha gente no lo denuncia porque no quiere volver a vivir aquello tan horroroso que les pasó en la infancia, no quieren volver a despertar esos recuerdos pero los tienen ahí latentes siempre.
La violencia sexual, la violencia física y la violencia verbal sobre los niños tendría que estar muy castigada porque ellos están indefensos siempre en manos de adultos que no saben cuidarlos.
Jo, Carlos. Ignoraba esto que te pasó. Lo siento de corazón. Unos hijos de p***. A mí no me pasó nunca nada en ese colegio, ni un intento. Mi pareja y yo estamos impactados tras leerlo; lo estamos comentando y estamos muy cabreados. Lo siento de verdad. Que años después sigan sin pedir perdón es porque entre todos se protegen a tope, y más lo hacían en aquellos tiempos. El corporativismo religioso es una pared casi infranqueable. Corporativismo puro.
Según la contabilidad del diario El País, a fecha de hoy, 7 de julio de 2023, las órdenes que acumulan más acusaciones por abusos sexuales en España son los Jesuitas (154), los Maristas (133), los Salesianos (107), La Salle (60), y los Escolapios (5), que, al igual que las demás, se resiste a revelar los casos de pederastia que conoce.
En total, los casos de pederastia conocidos en la Iglesia española ascienden en este momento a 1.020 acusados y 2.134 víctimas, según la base de datos de este diario.
Don Horacio Hermoso Araujo, último alcalde republicano de Sevilla [asesinado por los sublevados en 1936 y aún desaparecido], rehuía la enseñanza religiosa porque entendía que la relación de un cura con un alumno no era de autoridad, sino de poder, y no se fiaba. A su hijo pequeño Horacio lo matriculó en el Instituto-Escuela [instalado en el antiguo colegio jesuita de Villasís], un centro inspirado en la Institución Libre de Enseñanza y que la República había implantado a modo de prueba en Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Sevilla.
El Papa pide perdón a 13 víctimas de abusos sexuales de la Iglesia en Portugal tras escuchar sus testimonios. Francisco señala que “los escándalos” han contribuido a alejar a la sociedad del catolicismo. Francisco ha decidido afrontar el tema más espinoso de su visita de seis días a Portugal en las primeras horas del viaje. El miércoles (2.08.23), al finalizar la agenda oficial de su primer día, el Papa recibió en la sede de la Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en Lisboa, donde se aloja esta semana, a 13 personas que sufrieron abusos sexuales cuando eran menores por parte de representantes de la Iglesia católica lusa. El encuentro había sido solicitado por el propio Pontífice.
La petición de la Fiscalía General del Estado a todos los fiscales superiores de España para que valoren la extensión de la acusación "a las posibles conductas encubridoras por parte de los representantes de las instituciones religiosas" supone un salto cualitativo en el proceso de esclarecimiento de la verdad, justicia para las víctimas y depuración de responsabilidades de los casos de abusos sexuales cometidos en el seno de la Iglesia católica española. Se trata de un importante paso del ministerio público en la aproximación a un escándalo social que -aunque llegue tarde- al menos refleja la determinación de la justicia de investigar la cadena de responsabilidades en unos hechos dramáticos que, ocultos a la mayor parte de la sociedad, sin encubridores no habrían podido prolongarse durante tanto tiempo.
La decisión de la justicia de investigar también si se han encubierto los delitos de pederastia en la Iglesia católica abre una nueva dimensión en el proceso. Habrá casos en los que el agresor puede haber actuado solo y otros en los que personas conocedoras de sus actividades se sitúen a un nivel jerárquico inferior o igual, pero también cabe la posibilidad real de que haya superiores conocedores de estos delitos que no hayan actuado.
Esta propuesta de la Fiscalia General del Estado ha sido recibida con interés por los colectivos de víctimas y sus asesores legales, aunque los juristas especializados se muestran cautelosos por los efectos reales que pueda tener. Los actores implicados son conscientes del impacto limitado que ha tenido, hasta el momento, la persecución judicial a los propios agresores. Principalmente, por los plazos de prescripción o el fallecimiento de los victimarios, causas que están detrás de casi el 40% de los procedimientos archivados, según datos de la Fiscalía. Una situación que lleva a los colectivos a seguir reclamando que se garantice el derecho de toda víctima a ser resarcida y cobrar una indemnización, independientemente de que su caso haya o no prescrito.
Defensor del Pueblo denuncia que la Iglesia ocultó abusos y pide un fondo estatal para indemnizar a las víctimas
El informe presentado hoy en el Congreso incluye una encuesta que revela que un 1,13% de la población ha sufrido abusos en un entorno religioso, lo que supondría unas 450.000 víctimas en todo el país, y que un 0,6%, unas 240.000 personas, han sido agredidas por parte de un sacerdote. El horror de los abusos y agresiones sexuales a menores en el seno de la Iglesia ya cuenta con un informe oficial e independiente que certifica que es una realidad que existió en España y que ha permanecido durante años cubierta por un manto de silencio. El Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, ha entregado este viernes en el Congreso de los Diputados el documento Una respuesta necesaria, en el que la institución reconoce las “dinámicas de ocultación y encubrimiento” que han funcionado en muchas congregaciones y órdenes religiosas y reclama la creación de un fondo estatal para el pago de indemnizaciones a las víctimas que incluya aportaciones de la Iglesia.Durante su intervención, que ha durado casi dos horas, el Defensor del Pueblo ha hecho hincapié en que esta realidad ha estado soterrada durante todo este tiempo por la propia Iglesia católica. “Ha predominado cierta voluntad de ocultamiento, con la consiguiente desconsideración a las víctimas. Conductas como el traslado de abusadores a otras parroquias o centros docentes son un ejemplo de malas prácticas. Con el paso del tiempo y la aparición de casos, la presión de las víctimas, de los medios y una mayor conciencia ha provocado que estas reacciones poco adecuadas haya ido decreciendo”, ha asegurado.
Los representantes de la Iglesia Católica española deben pedir perdón por haber sido la casa de los horrores para tantos niños, niñas, adolescentes, jóvenes en nuestro país. Desde las agresiones sexuales hasta las humillaciones, malos tratos y degradación que han sufrido en las instituciones que regentaron.
Imagina 440.000 víctimas de abusos sexuales en cualquier colectivo u organización.
¿Qué diríamos y haríamos si cualquier otro colectivo, organización o institución de nuestro país fuese señalado en términos tan contundentes por una investigación del Defensor del Pueblo? ¿Actuarían igual las autoridades? ¿Los dejarías estar y pasarías página con solo algunas recomendaciones para que no vuelva a pasar? ¿Les exigirías mucho más en términos de reparación y asunción de responsabilidades? ¿Les retirarías toda financiación pública y les vetarías cualquier actividad educativa o con menores? ¿Los disolverías y perseguirías penalmente como organización criminal? ¿Y las autoridades, cómo actuarían contra los responsables? ¿Y qué crees que contarían a toda página esos periódicos que el sábado, tras el informe del Defensor del Pueblo sobre los abusos sexuales en la iglesia católica, olvidaron dejar un huequecito en portada al asunto? ¿Qué mala leche se te pondría si oyeras a su máximo representante decir que todo es mentira y un engaño? ¿Y si su órgano directivo se reuniese este lunes e insistiese en negar la magnitud del crimen y su responsabilidad en el mismo?
España ha sido el país en el que la Conferencia Episcopal se ha resistido más que en ningún otro al reconocimiento de la existencia del problema de la pederastia en su seno. De ahí que haya sido el último en el que se ha abierto una investigación, que ha tenido que hacerse por el Defensor del Pueblo por encargo de las Cortes Generales. Aunque a la Conferencia Episcopal se le ofreció que se integrara en la Comisión investigadora, decidió no hacerlo. En un número muy elevado de las diócesis, o se ha rechazado cualquier tipo de colaboración en la investigación o se ha prestado una colaboración muy limitada. En algunas, por el contrario, sí se ha producido la colaboración que se les solicitó.
Como escribí el mismo día en que se hizo público el Informe, el Defensor del Pueblo ya ha hecho lo que podía hacer. Ahora son las Cortes Generales las que tienen que decidir qué respuesta debe darse al problema.
Y lo primero que deberían hacer es solicitar a la Conferencia Episcopal que diera acceso a las Cortes a los archivos de todas las diócesis, de tal manera que se tuviera conocimiento de todo lo que la Iglesia Católica ha ido sabiendo sobre la práctica de la pederastia en su seno y sobre la forma en que se ha reaccionado ante la misma. La sociedad española tiene derecho a saber lo que consta en los archivos de las distintas diócesis respecto a la pederastia. En el caso de que la Conferencia Episcopal se negara a la solicitud de las Cortes Generales, habría que denunciar los Acuerdos con la Santa Sede.
La Iglesia Católica tiene una posición privilegiada en el ordenamiento jurídico español que no tiene en el ordenamiento de ningún otro país europeo. En ninguna otra Constitución se la menciona expresamente en el artículo en el que se reconoce la “libertad religiosa” como derecho fundamental y en ningún otro país dispone la Santa Sede de unos acuerdos con el Estado que le proporcionan a la Iglesia una posición destacadísima tanto en lo que a la financiación como en lo que a la prestación del derecho a la educación se refiere.
La Conferencia Episcopal no puede argumentar que la pederastia no se produce solamente en su seno para eludir su responsabilidad. Porque no hay ninguna institución que ocupe la posición que ocupa la Iglesia Católica en el Estado Constitucional español. No ya ninguna otra confesión religiosa, sino ninguna institución del tipo que sea. La ejecutoria de la Iglesia Española en lo que a la pederastia se refiere supone un caso extremo de deslealtad a una sociedad y a un Estado que la ha tratado con una generosidad excepcional.
Reconozco que, aunque ateo, me fascina el tema del clero. Aunque no pertenezca a ese redil, estoy esperando que se anule de una vez el celibato (entre otras consecuencias acabaría en gran medida con los abusos a menores en el seno de la iglesia, a cuyos obispos españoles parece no importarles lo más mínimo el estudio que ha llevado a cabo el Defensor del Pueblo, cuyos primeros resultados, después de cinco años de investigaciones suman más de cuatrocientas mil víctimas).
Los jesuitas de Cataluña, tras más de un año negándose a informar de los casos de pederastia que conocen, se han sentado hoy jueves ante los medios en Barcelona para informar sobre los resultados de su primer informe ante el escándalo de los abusos a menores, limitado a los casos en esta comunidad autónoma: 41 agresores (27 jesuitas y 14 laicos) abusaron de 137 niños desde los años cuarenta en centros de la orden en Cataluña. De estos acusados, solo 14 son casos no conocidos hasta ahora, al igual que 56 nuevas víctimas.
Los colegios protegen a los profesores pedófilos, los pueblos apoyan al médico violador o al padre de familia incestuoso, ese vecino tan simpático. Todo con tal de no romper la tersura de la mentira social. Qué infinito asco y qué desconsuelo.
Los Jesuitas de Catalunya han registrado un total de 145 denuncias por abusos sexuales a menores desde 1948 por parte de 44 agresores. Hasta 29 de estos presuntos agresores eran religiosos y 15 laicos, aunque en la mayoría de casos no hay recorrido penal por prescripción del delito o la muerte del autor.
La Compañía ha admitido que una “cultura del silencio” permitió que los casos se fueran sucediendo en el seno de la organización sin consecuencias para los agresores.
“La cultura del silencio fue predominante”, ha reconocido Pau Vidal, portavoz de la orden religiosa en Catalunya. “El prestigio, la autoridad, el silencio y el tabú fueron parte de la cultura de la organización”, ha añadido.
En una rueda de prensa celebrada en Barcelona para presentar un informe sobre violencia sexual en la Compañía, que ha contado con la colaboración del bufete de abogados Roca Junyent, Vidal también ha hecho público el nombre completo de 14 agresores sexuales.
También han participado en el acto el abogado y presidente ejecutivo del bufete Roca Junyent, Joan Roca, la letrada y especialista en mediación y resolución de conflictos, Irma Rognoni, la psicóloga y representante de la Fundación Vicki Bernadet, Pilar Polo, y el Superior Provincial de los Jesuitas en Catalunya, Enric Puiggròs.
“Reconocemos que la situación falló y no protegimos a los menores, no escuchamos a las víctimas, los mecanismos no existían, y si existían, no actuaron”, ha lamentado Vidal, quien ha asegurado que llevarán ante la Fiscalía seis casos que aún no han prescrito.
El papa Francisco ha reconocido este viernes en Bélgica, uno de los primeros países europeos en romper el silencio en torno a la pederastia en la Iglesia católica y que más fuertemente ha reclamado una respuesta de Roma, que los abusos sexuales a menores silenciados durante décadas por el Vaticano son “la vergüenza y la humillación de la Iglesia” y que al estamento religioso solo le queda “pedir perdón” por ello y velar porque nunca más se vuelvan a producir casos similares en su seno.
“Es en la Iglesia donde se han producido esos crímenes y la Iglesia debe sentir vergüenza y pedir perdón, y buscar cómo resolver esta situación con humildad cristiana, además de hacer todo lo posible para que esto no vuelva a suceder”, dijo el Pontífice durante un discurso ante las autoridades del país, que constituye la inauguración oficial de su visita a Bélgica, la primera de un papa en casi cuatro décadas.
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