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Hay imágenes que destilan ideología por si mismas.
Los varones de la fotografía, se encaminan resueltos hacia un acto de protesta en
Portland. EEUU, para reivindicar la supremacía del hombre blanco y denigrar la
entrada de inmigrantes en su país. Pero si el lector observa con detenimiento,
hay algo que los uniforma en el vestir. Al parecer, han optado por lucir polos
negros (el color favorito también del Daesh) con el símbolo de la marca Fred
Perry, una victoriosa guirnalda de laurel amarilla, como imagen de tribu (se
autodenominan Proud Boys). Una
triquiñuela que confían blanquee su mensaje fascista y xenófobo a los ojos del
gran público global.
Tras saber de esta polémica, me documento y
encuentro una queja similar de otro fabricante textil por la utilización macabra de su marca. Anders Breivik, el asesino noruego de la matanza de
Utoya, utilizó la misma argucia para dar una imagen de chico normal vistiendo
chalecos Lacoste en las fotos difundidas por él mismo. La empresa Lacoste tuvo
que dirigirse a la policía de Oslo para pedirles que no se le dejara fotografiar
más con el inocente cocodrilo verde sobre el pecho para evitar que algunos
asociaran la marca al fascismo.
Y otro día, navegando por la red, me encuentro con una
fotografía del mismísimo exministro del Interior italiano de tan triste
recuerdo, el autoritario y ultranacionalista Matteo Salvini. ¿Adivinan ustedes
qué prenda lucía con chulería en una foto tomada en el fragor de un mitin? Un polo verde de la Aviación militar italiana, con la bandera nacional en los bordes, que le daba un aspecto campechano, y ciertamente
populista.
Ante tanta coincidencia por este fascismo de marca,
me viene a la mente aquella reciente fotografía viral de unos adolescentes
varones en un colegio segregado de Palma de Mallorca vinculado al Opus Dei,
retratados por su profesor haciendo el saludo fascista, enarbolando sonrientes una
bandera española con las iniciales de un partido de extrema derecha, y vestidos
con un inmaculado polo blanco. Que era una broma, se excusaron los chavales,
pero, ya lo dice el refrán, entre broma y broma, la verdad asoma.
Estos son los mismos adolescentes de colegios
privados o concertados cuyos padres se niegan a que sean educados en valores de
igualdad, o a que se les den charlas sobre diversidad afectivo-sexual. Sin
embargo, ni les importa que se les segregue por sexo ni objetan a que se les adoctrine
en el fascismo o en roles machistas. ¿En qué colegios se adoctrina realmente en
España? cmg2019
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