24 junio 2019
05 junio 2019
Los años felices (guión)
Entre los
años 1966 y 1971, mi padre rodó numerosas películas de nuestra familia en Súper 8mm. Un
día tuvo la feliz idea de pasarlas todas a formato VHS, lo que ha permitido que
llegaran en buen estado hasta nuestros días. El resultado son 120 minutos que
muestran a mis hermanas Marta, Olga y Macarena bailando sevillanas en la Feria de Abril, en la azotea
del piso de mi abuela Librada, en la calle, o actuando en la fiesta de fin de curso del
Colegio Alemán; a Olga aprendiendo a montar a caballo en Tablada; a Carlos
pedaleando en su primera bicicleta, una BH plegable, en Artola; a nuestros tíos tocando la
guitarra y cantando, y a nosotros jugando a nuestras anchas en la inmensidad de
la finca arrocera de nuestro tío Carlos en Isla Mayor; a la gran familia
Gaebler Ojeda de excursión en los Lagos del Serrano; a mi madre sonriendo
siempre y luciendo estupenda la moda de los años 60; las despedidas en el viejo
y rudimentario aeródromo sevillano antes de partir, a bordo de un avión DC-9 de
Iberia, rumbo al internado del Deutsches Kinderheim en Casteldefells,
Barcelona; a mis hermanas de excursión con nuestros vecinos y amigos María,
Pablo y Álvaro González Taltabul en el castillo de dicha localidad; a mi
hermana Marta, a mis padres y a mí visitando Córdoba; a mis padres paseando
entre pirámides casi desiertas en Chichen-Itza, México; a mi adorable padrino
Carlos Kirn (de quien heredé el nombre) junto a sus dos sobrinitas mejicanas en la Plaza de las Tres Culturas de
DF; a mis padres de viaje por Baviera; a
Carlos junto a los Kiessling, la familia alemana con la que conviví en
Puchheim, Munich, durante el verano de 1971; las fabulosas autopistas alemanas
grabadas desde un vehículo en movimiento; nuestros primeros ritos de iniciación
a una religión con la que más tarde muchos dejaríamos de comulgar; imágenes
veladas de mis padres en su solemne visita a la tumba del soldado desconocido en el
cementerio de Arlington, Washington, DC, que con tanta emoción nos narraron al
volver a finales de 1968; a todos jugando con los regalos de Reyes junto a
mi abuela María (mi adorada yaya) en la espléndida terraza del añorado piso de
la calle Virgen de la Antigua de Sevilla; a mis hermanas y a mí nadando en la alberca de
Los Patios; a nosotros ya de niños comiendo en la vajilla Duralex, que ha llegado en perfecto estado hasta nuestros días; el interior mágico de la primera decoración de la casa de la playa;
el paisaje natural sin urbanizar de la Costa del Sol, antes del brutal
desarrollismo, y consiguiente sobrepoblación, que se inició a partir de los años 70; la
sencillez captada de las distracciones de aquel tiempo (como un manojo de
simples globos de colores, carentes de la sofisticación actual); a mi padre grabado por mi madre y a mi madre saludando con gracejo a la cámara; y besos,
muchos besos entre todos en aquellos años felices. Gracias, papá, por filmarlos
con tanto cariño y por dejarnos este legado ahora digitalizado. cmg2014
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memoria histórica familiar,
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