21 noviembre 2014

Diez minutos_cortometraje


"Diez minutos", de Alberto Ruiz Rojo, con más de 85 premios en festivales nacionales e internacionales, incluido el Goya al Mejor Cortometraje de Ficción en 2005, es el corto más premiado de la historia del corto en España.

Sinopsis
"Diez minutos" cuenta la historia de una persona que llama al servicio de atención al cliente de su teléfono móvil para solicitar una información, de ello depende que pueda recuperar a su chica. Pero se encuentra con la inflexibilidad e impersonalidad de la operadora que sistemáticamente se niega a ayudarle. El corto es un toque de atención del modelo de sociedad al que nos dirigimos, donde la frialdad de normas absurdas se impone a la humanidad y el sentido común.

Notas del director
"La clave del éxito del corto está en la identificación tan absoluta del espectador con la historia, (todo el mundo me dice que le ha pasado) y en el acierto de haber creado una historia universal que no pertenece a ningún lugar especifico ni habla de una edad o gente determinada".

"Al final responde al argumento clásico del hombre contra el sistema, como miles de historias. Lo importante es haber conseguido estructurarlo de tal forma que el espectador se enganche y se mantenga con ganas de saber cómo acaba todo esto al final".

"Creo que otro gran valor del corto es el maravilloso trabajo que han hecho los actores Gustavo Salmerón y Eva Marciel. Este es un corto sin explosiones, donde lo único que hay es lo que dos personas, cada uno en un lugar, se dicen por teléfono. Desde luego era muy arriesgado hacer un corto bajo esta premisa".

"Personalmente lo que más me gusta del corto es como juega con la paradoja de la comunicación. Justo cuando la operadora calla es cuando comienzan a comunicarse. Al final, la única forma de entenderse es con el silencio".

"Diez minutos es una crítica al tipo de sociedad hacia donde nos dirigimos. Un mundo donde se supone prima la comunicación y el entendimiento y que, sin embargo, levanta continuas barreras invisibles de incomunicación que nos impiden el contacto directo con las personas".

"En la historia que presentamos, nuestro protagonista lucha desesperadamente por hacer valer el sentido común, la flexibilidad, el entendimiento, la humanidad... Pero la frialdad y rigidez de normas absurdas se antepone al más mínimo brote de comprensión".

"La historia del mundo de la atención telefónica, donde habitualmente tenemos que hablar con ordenadores o, lo que es aún mucho peor, personas que han sido enseñadas a hablar, razonar y comportarse como ordenadores, no es más que una muestra de las dos caras de este progreso".

"A la vez que la vida se nos hace más cómoda y accesible, gracias al teléfono, internet, etc., también perdemos el contacto directo con las personas. ¿Quién no echa de menos, de vez en cuando, a ese viejo tendero que nos escuchaba, que entendía de lo que hablaba, que estaba dispuesto a ser flexible?".

"En muchos casos, (como curiosamente ocurre en las empresas de telefonía y comunicación) ya no existe un sitio físico donde uno pueda ir a reclamar sus derechos o sus demandas. Esto evita multitud de problemas a las empresas, les ayuda a evadir miles de responsabilidades, haciendo desesperar o desistir al pobre consumidor, que se vuelve loco, en un laberinto de contestadores, menús, teleoperadores y llamadas cortadas. ¿Qué pasará cuando esto se trasplante a las instituciones?".

"Después de todo, nuestra historia deja abierta una puerta a la esperanza. Por encima de todas las normas aprendidas, por encima de las amenazas de despido si se quebrantan, por encima de todo, está nuestra verdad y todos tenemos un lado humano, que puede aparecer, aunque a veces parezca imposible. Al menos eso quiero creer yo".

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