30 noviembre 2013

A qué llamamos franquismo

IGNACIO SOTELO

La anulación de la doctrina Parot por el Tribunal europeo de Derechos Humanos —si se hubiera remozado a tiempo el Código Penal de 1973, no habría habido ni doctrina ni condena— y la reciente demanda del PSOE (¡38 años desde la muerte del dictador!) de que se suprima por fin del Valle de los Caídos la función de símbolo vivo del franquismo, han puesto de manifiesto que el viejo régimen sigue marcando la actualidad.

El tránsito de la dictadura a la democracia, “de la legalidad a la legalidad”, llegó con la Ley para la Reforma Política, la última “ley fundamental” del régimen y la primera del reformado. Sin participación de la débil oposición, entonces simplemente tolerada, las Cortes franquistas sentaron las bases de la nueva etapa que abría la “monarquía parlamentaria”, con dos cámaras, Congreso y Senado, elegidas por sufragio universal.

Para las primeras elecciones en junio de 1977, el último presidente del Gobierno del régimen fallecido y el primero del que estaba por nacer dictó una ley electoral, que todavía se mantiene en sus aspectos básicos, especialmente pensada para facilitar una mayoría amplia a los dos partidos de ámbito nacional más votados, restableciendo así, conscientemente o no, la alternancia que caracterizó a la restauración de 1874.

Con los resultados de las primeras elecciones en las que el pueblo español tuvo algo que decir, el modelo franquista de transición empezó a resquebrajarse, al imponer una Constitución por consenso. Pero, mientras gobernase la fracción reformista del franquismo bajo la estrecha vigilancia de un Ejército propenso a defender las viejas esencias, se comprende que no cupiese, no ya romper, es que ni siquiera distanciarse del pasado.

Pese a que se actuó con la mayor cautela, la actitud antidemocrática de una buena parte del Ejército desencadenó el 23-F; su derrota supuso también el fin del franquismo más acérrimo. El apabullante triunfo socialista de 1982, inconcebible sin la intentona, parecía garantizar el fin definitivo del franquismo, pero lamentablemente tampoco entonces se llevó a cabo la ruptura esperada.
Un libro reciente de José Ángel Sánchez Asiaín, con un gran acopio de datos, fundamenta algo básico, de lo que hasta ahora no se era consciente con la claridad necesaria: fue la élite económica —terratenientes, industriales, financieros— la que desde el mismo 14 de abril promueve y financia el golpe militar, recabando la ayuda de Salazar, Mussolini y Hitler, que endeuda a España por decenios.

A la conspiración del dinero la Iglesia católica da cobertura ideológica, constituyéndose en un apoyo determinante de la rebelión. Ni los partidos de derechas, ni las minúsculas organizaciones fascistas hubieran podido subvertir el orden republicano. Los dos agentes principales de la conspiración fueron también los mayores beneficiarios de los 40 años de dictadura.
Si franquismo significa la conjunción del poder económico y el de la Iglesia, es obvio que se remonta a etapas anteriores a la República, que habría más bien que entender como el primer intento de poner coto a ambos. En esta nueva acepción el franquismo ha existido antes de la república, y desprendido de la tramoya —partido-movimiento, sindicatos  verticales, nacional sindicalismo— persiste a la muerte del dictador. El poder del dinero, lejos de declinar, ha aumentado, y a pesar de una pérdida enorme de influencia social, la Iglesia mantiene sus privilegios.

Los logros de los primeros Gobiernos socialistas —haber arrancado de raíz el viejo militarismo, desenganchándonos de una losa que arrastrábamos desde hace siglo y medio, acudiendo tanto a los fondos de reptiles, como a una política militar consecuente; sentar los rudimentos del Estado social; conseguir integrarnos en Europa— no debe acallar el hecho de que los socialistas, a la cabeza los que venían de un marxismo harto confuso, reforzaron las dos columnas del llamado franquismo, el dinero y la Iglesia.
Sin la menor querencia por una socialdemocracia, que ya habían criticado al inicio de la transición, apelando a modelos harto vagos de socialismo, al llegar al poder los socialistas de repente descubren que la única política eficiente para crear riqueza sería la neoliberal que predican Reagan y Thatcher. El keynesianismo, con su doble objetivo de combatir, mediante la intervención del Estado, el desempleo y la desigualdad —justamente las dos metas con las que la socialdemocracia se había identificado— sería agua pasada.

Como sucedáneo cobija el dogma simplón de que, primero, habría que crear riqueza, algo de lo que solo sería capaz un capitalismo sin trabas —cualquier otra opción nos condenaría a repartir miseria— que luego los Gobiernos de izquierda ya se encargarían de distribuir con equidad, ignorando lo más elemental, que el reparto viene ya implícito en el modo de producir. 

El poder económico que se consolidó en la restauración, que financió la aniquilación de la república, que durante la dictadura dominó con la clase obrera encadenada, logrando salir incólume en una transición hecha a la medida, alcanza su mejor momento al llegar los socialistas al Gobierno. La prioridad socialista de crear riqueza, dejando actuar a un capitalismo sin cortapisas, expande sobre todas las clases sociales el afán de enriquecerse.

En cuanto a la relación con la Iglesia, la pauta es evitar cualquier tipo de fricción. A nadie se le pasa por la cabeza, no ya cancelar el Concordato, expresión máxima del franquismo, es que ni siquiera restringir uno solo de sus privilegios. Incluso se nombra embajador en el Vaticano al antiguo alcalde de A Coruña Francisco Vázquez, que más bien ejerció como representante de los intereses de la Santa Sede ante el Gobierno de España.

La reciente conferencia socialista propone, como única novedad, abolir el Concordato. Si se hubiera llevado a cabo dentro de un proceso de ruptura con el franquismo, que ni siquiera se planteó, hubiera resultado factible; reclamarlo tan lejos del poder para poder cumplir, es regalar munición a la derecha a cambio de nada.

Tan grave como la continuidad con el franquismo, conservando intactos sus dos pilares, el poder económico y el eclesiástico, fue reforzar la actitud recelosa ante la democracia que había teñido la Transición.

La refundación del PSOE, a gran velocidad y partiendo prácticamente de la nada, facilitó un fuerte control del partido desde la cúspide, que se hizo omnímodo con el reparto de cargos al llegar al Gobierno. No solo no quedó rastro de democracia interna, sino que la menor crítica que se hiciera desde sus filas, los militantes la interpretaban como un ataque personal que ponía en cuestión la posición adquirida, o la expectativa de conseguirla. Y con las cosas de comer no se juega.
Pero tanto o más que cuidar de que en casa “no se alborote el gallinero”, había que ser diligente a la hora de desmontar los movimientos sociales, que de suyo propenden a desmadrarse con iniciativas o reclamos que no encajan en la política realista y moderada que se quería poner en marcha.

La llegada del PSOE al poder, en vez de ampliar, refuerza el tipo de democracia harto restrictiva de la Transición. Así como en lo económico se aparta de los principios básicos de la socialdemocracia (papel del Estado en las políticas de empleo y de igualdad) y rompe con la unidad de acción de partido y sindicato (movimiento obrero); en lo político, repudia cualquier forma de participación social, empeñado en desmontar los movimientos vecinales y asociaciones de base, con lo que la democracia queda constreñida en su forma más escuálida de votar en los plazos previstos, aplicando sin cambio sustantivo, para mayor inri, la impresentable ley electoral heredada. Los resultados están a la vista.

Ignacio Sotelo es catedrático de Sociología.

El País, sábado 30 de noviembre de 2013
Artículo relacionado: Franquismo residual

21 noviembre 2013

El machismo que no cesa

Se creía que el machismo era cosa de un pasado patriarcal y los estereotipos de género, una rémora en fase de superación. Pero un estudio realizado por investigadores de la Universidad Complutense ha puesto de relieve que están muy vivos entre los adolescentes y, lo que es peor, creciendo.

El 10,5% de las chicas de 14 a 19 años reconocen que han sido maltratadas por sus novios, frente al 9,6% registrado por el mismo estudio en 2010. Pero la encuesta revela también que muchas chicas no identifican como maltrato conductas que evidentemente lo son. Así, un 6,2% de las chicas dicen haberse visto obligadas a prácticas sexuales que no deseaban, un 14,6% han sido amenazadas por sus parejas hasta sentir miedo y un 23,2% han sido insultadas y ridiculizadas.

Los estereotipos siguen también ahí, con una prevalencia que sorprende y que debería llevarnos a preguntarnos qué se está haciendo mal en la educación de los valores en España. Por ejemplo, un preocupante 36,3% de los adolescentes piensa que los celos son una expresión de amor, y el 11,7% de los chicos creen que está bien que los hombres salgan con muchas chicas, pero no al revés. En casi todos los apartados se observa un aumento respecto a 2010. Luego retrocedemos.

Y en ese retroceso, los nuevos machistas han encontrado en las nuevas tecnologías, que tanto nos facilitan la vida y la comunicación, una herramienta para ejercer su dominio. Una de cada cuatro chicas afirma que su novio la controla a través del móvil. Hay muchas formas de hacerlo, desde la sutil “envíame un WhatsApp cuando llegues”, a la muy intrusiva “hazme una videollamada” o “pon el localizador”, signo inequívoco de una obsesión por controlarla que puede pagar cara.


El estudio revela hasta qué punto las chicas siguen siendo víctimas de una idea romántica del amor que las lleva a confiar en su pareja hasta el punto de darle sus claves de acceso a las redes o enviarle fotos que, cuando la relación se tuerce, son utilizadas para martirizarlas.

Está claro que la prevención de la violencia de género debe empezar por la educación, pero no parece que la LOMCE la tenga como prioridad. Una asignatura que podría ser idónea para tratar esta cuestión, como Educación para la Ciudadanía, ha desaparecido.


10 noviembre 2013

¡Un papa cristiano!_El Roto


09 noviembre 2013

Consenso alemán, incomunicación española (o lo que realmente diferencia a España de Alemania)

Por NICOLÁS REDONDO TERREROS
El País, 8 de noviembre de 2013

... En Alemania, la crisis económica no parece tan grave como en España, no tienen una crisis de deslegitimación de las instituciones y parece que su compleja ordenación territorial no soporta un cuestionamiento radical y quebrantador como el que se soporta en España; sin embargo, los dos grandes partidos alemanes, en un empeño común, abren la posibilidad de unirse desdeñando los socialdemócratas sus intereses partidistas y dominando los conservadores la euforia de una victoria histórica, que casi les lleva al umbral de la mayoría absoluta.

No creo que las sociedades sean prisioneras de un carácter uniformador, impreso en un ADN colectivo, que igual sirve para disculpar la responsabilidad individual como para evitar enfrentarse al desconocido futuro; sí creo en las tendencias nacidas de la costumbre y la educación. En España es excepcional el espíritu de consenso, la cultura de la negociación en la vida pública; predispuestos siempre a satisfacer a los más cercanos y a considerar el acuerdo como una derrota imposible de encubrir. Tal vez por esa sempiterna victoria del sectarismo miramos con triste languidez la Transición española, significada por todo lo contrario.

Aquí, la crisis económica, que ha venido con un empobrecimiento general, un ejército de seis millones de parados y un desconcierto considerable sobre las bases de recuperación, no ha sido capaz de convocarnos a un esfuerzo nacional y equilibrado para superarla, y el debilitamiento del crédito institucional sirve de marco para la política más sectaria y menos encumbrada. Ni siquiera el reto independentista de los políticos nacionalistas catalanes ha tenido la fuerza suficiente para obligar a los dos grandes partidos a concretar un discurso nacional en el que puedan desenvolverse sin prevenciones, contentándose con citas oscurecidas por el secreto y el desdén por la inteligencia de sus representados. Embarcado uno en un viaje sin destino, si no es el de buscar las diferencias con el otro gran partido nacional, y dedicado, el que tiene hoy la responsabilidad de Gobierno, con afán de usurero, a contar los beneficios del desencuentro, que sin duda los tendrá.

No me extraña, por tanto, que nos sorprenda el hábito del pacto en Alemania y que pronto procuremos olvidar que la base del éxito germano se basa en el acuerdo social, sin impedir el fragor del conflicto propio de una sociedad con variados y múltiples intereses, pero capaz de encauzarlos. Desde una dura y traumática experiencia histórica, los alemanes han llevado la política del acuerdo a todas las esferas de la vida pública: al ámbito partidario, al institucional y aún al ámbito socioeconómico. Han demostrado que las tendencias sociales se pueden doblegar.

Mientras tanto, en una nueva vuelta al pasado, se nos presentan en España dos realidades incomunicadas, incapaces de encontrar bases mínimas, no solo para una convivencia pacífica, sino también esperanzadora. Sin darnos cuenta de que Alemania, con todos los reparos que pongamos, no basa su buena fama en la productividad de trabajadores y empresarios, ni siquiera en los avances tecnológicos; es la capacidad de renuncia, de acuerdo, de sacrificio, de esfuerzo individual y colectivo, la verdadera razón de su fortaleza.

Nicolás Redondo Terreros es presidente de la Fundación para la Libertad.

02 noviembre 2013

Rowers Against Homophobia_video

Male university rowing club go completely naked for their raunchiest ever charity calendar!

The 2014 Calendar features 14 members of Warwick University Rowing Society all aged between 18 and 21. The black and white images - the group's fifth charity calendar - feature the buff boys frolicking by the River Avon. This behind-the-scenes video captures the energy and camaraderie of the sporting group. The Warwick University Rowing Society team are hoping to repeat on last year’s naked calendar which saw it sold out in days with orders coming from over 40 countries. The hunky rowers have already built up an impressive celebrity fan base including Stephen Fry, John Barrowman, Boy George, Gok Wan and Derren Brown. And this year the muscular athletes have decided to use their calendar to raise money for a charity which challenges homophobic bullying in schools. Funds from the calendar and other products will go towards Educational Action Challenging Homophobia (EACH). The registered charity is working with the rowers to develop a programme called Sport Allies that will see them going into schools and making viral videos. They aim to help encourage young people who are being bullied about their sexual identity to call a national helpline and speak out about the abuse they suffer. @naked_rowers