Apretó el botón de on,
y en el walkman empezó a sonar uno de los hits del
momento. Acababa de comprar el single hacía tan sólo
unos días. La música era su gran hobby, aunque el heavy le
parecía insufrible. Mientras paseaba en su Golf, observaba
los posters electorales que aún colgaban de las
paredes, junto a anuncios de apartamentos de alto standing para yuppies con
posibles. El inevitable atasco lo aprovechó para encenderse uno de los
pitillos light que había comprado en el drugstore de
Castellana.
Se encontraba relajado.
No obstante, algunos pensamientos le aturdían: la interrogante de qué hacer con
su flamante master en marketing; la cada vez más
imperiosa necesidad de hacer jogging con mayor
regularidad; y cómo ingeniárselas para conseguir la tarjeta Oro de American
Express.
Había dejado el coche en
el parking. Al llegar a casa, y con el sonido del compact
disc de fondo, se miró al espejo. Su nuevo look no
dejaba lugar a dudas: el lifting al que se había
sometido recientemente le hacía sentirse eufórico para, como quien dice, dar la
cara en la entrevista que le aguardaba al día siguiente con el director de un
influyente holding dedicado al floreciente negocio
del leasing.
Al
aplicarse el balsámico after-shave con colágeno que
había adquirido en el VIPS esa mañana, rememoró por
unos instantes los inolvidables momentos pasados leyendo el último best-selller y
saboreando gin-tonics junto a la piscina del beach
club… De repente, las señales horarias del reloj-despertador
incorporado a su PC le despertaron de sus recuerdos
vacacionales. cmg1991
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