Las personas entre 65 y 85 años aumentan en interés para la industria turística por su capacidad de romper con la estacionalidad y por su creciente número. Los destinos se adaptan para atraer a esta población que tiene tiempo y dinero.
Por SANDRA NAVARRO y GALO MARTÍN APARICIO
El País Viajero, 28 de enero de 2024
El tren que las iba a llevar del palentino pueblo de Espinosa de Villagonzalo a Santander tuvo que parar en Reinosa por una avería. Era de noche y hacía frío. A pesar de tener móvil, ninguna avisó a sus respectivas familias. Estaban bien, de camino a donde querían ir, y se tenían la una a la otra. Domitila Calvo tiene casi 90 años, y María del Carmen Polo, 71. Que no llamaran abrió los ojos al resto de los familiares cuando nos enteramos del percance. Nos ayudó a entenderlas y a no envejecerlas con nuestras miradas. Para nosotros no había razón para hacer aquel viaje, para ellas era tan necesario como emocionante subirse a aquel tren. Era su manera de decir que se sienten bien y un acto romántico, como lo es El caminante sobre el mar de nubes (1817), un cuadro de Caspar David Friedrich en el que se ve a un hombre de pie en una cumbre rocosa y dando la espalda a quien lo mira. Frente a ese hombre, un precipicio se extiende hacia un horizonte de cimas escarpadas que parecen resistirse a que la niebla las vuelva invisibles. Condición que experimentan socialmente las personas, más las mujeres, a partir de cierta edad.
El envejecimiento de la población es una combinación del incremento de la esperanza media de vida y el descenso de la natalidad. Un problema social y fiscal que requiere de soluciones creativas. Japón, junto a Corea del Sur y Hong Kong, es el país más longevo, su esperanza media de vida supera los 84 años. La de España es de 82. En ese contexto, el segmento de personas entre los 65 y 85 años cada vez genera más interés a la industria del turismo por su capacidad de romper con la estacionalidad a la hora de viajar y por su número. Según las perspectivas de la población mundial de 2019 de la ONU, en 2050, de los 9.700 millones de personas que se estima que haya, 1.552 millones, algo más que la población de China, tendrán más de 65 años. Ahora hay unos 720 millones. Y la Organización Mundial del Turismo calcula que la población mayor de 60 años supondrá más de 2.000 millones de viajes para 2060. Un dato suculento.
La croata Sania Jelic tiene 67 años y desde que se jubiló, después de una trayectoria profesional en el sector turístico, ha realizado un viaje en solitario de cinco meses por Sudamérica y ahora está recorriendo parte de África. Todavía no ha regresado y ya tiene en mente viajar a Asia y a la Polinesia Francesa. A los que no les queda lejos la jubilación, Sania les adelanta: “Con un poco de suerte la mayoría de las personas llegarán a los 65 años en buena forma física y mental. Con la capacidad de disfrutar plenamente de por lo menos 10 años más de vida activa”. Ella es parte de los jubilados muy activos, segmento generacional entre otros dos; el de los mayores de 50 años y hasta los 65, y el de los adultos mayores, a partir de los 80 años, más o menos. Juan Carlos Alcaide, profesor de ESIC Business & Marketing School, explica que las personas como Sania, que gozan de buena salud, disponen de tiempo y tienen poder adquisitivo (pensión, ahorros o a una herencia), buscan vivir nuevas experiencias en destinos naturales, históricos y culturales: “Les gusta la integración con el paisaje y el paisanaje. El aprendizaje y la vivencia en el eje de la actividad hace que el turismo que practican sea mucho más activo que el que hacían antes las personas de su edad”.
A Isabel Martínez Higueras (68 años) la pandemia le coincidió con su jubilación como psicóloga clínica, lo que la obligó a posponer su viaje a Japón. Fue en otoño de 2023, y pasó dos meses en calidad de visitante, que es como ella denomina su perfil en ese país. Isabel asegura que la jubilación es una ventana de oportunidades para redirigirla hacia cosas que le interesan y no requieren una necesidad económica. En una cafetería de Pozuelo (Madrid), vestida con una chaqueta roja de tejido de quimono, cuenta: “Fui a Japón a sentirme yo allí”. Según ella, lo suyo no es un viaje turístico, sino experiencial. Lo hizo sola, aunque conocía y conoció a japoneses durante su estancia. “No voy a sitios en los que no conozco a nadie. Me atrae ir a ver a gente y ver qué surge”. Para conocer gente hace uso de Couchsurfing, una aplicación que sirve para contactar con lugareños que ofrecen su tiempo, compañía y hasta su casa. Para buscar alojamiento recurre a contactos previos y a la plataforma Homestay, una red mundial de hospitalidad y alojamiento en familia.
Las personas a las que llamamos mayores, veteranas o viejas tienen conocimientos y habilidades que no se les presupone no por su edad, sino por ideas preconcebidas por los de 40, 30 y 20 años. Sania cuenta sus viajes en Instagram con fotos, vídeos, reels y directos. Conoció a Isabel a través de esta red, que ella también usó para contar su día a día en Japón. El contenido que crea Sania durante su periplo africano se lo envía a Isabel y ella lo cuelga. Isabel, a diferencia de Sania, dice que no quiere ser modelo de nadie, pero si hay alguien a quien le interesa lo que hace, que mire @japonconcanas: “Comparto vivencias que otras personas no pueden tener, aunque mi objetivo primordial es experimentar, aprender y conectar”. Lo que sí hacen las dos, además de publicar en español e inglés, es viajar ligeras; maleta de cabina con ruedas y mochila.
En solitario o en grupo
Katrin Dams (71 años, @katrindams2) es una belga afincada en Hondarribia para quien hacer una maleta pequeña es su gran trauma. “Siempre llevo demasiadas cosas”, cuenta por teléfono. Los primeros viajes los hacía en vacaciones, cuando aparcaba su trabajo como traductora, monitora de aeróbic y como propietaria del pequeño hotel en el que convirtió su casa al divorciarse. Cumplió los 70, se jubiló y siguió viajando. No le sorprende que sus nietas de 19 años le digan que no es como las abuelas de sus amigas, ni tampoco que sus hijos no sepan ni adónde va ni de dónde viene. En 2023 ha estado en Angola, Congo, Sudán, en el norte de Nigeria, Chad, Mauritania y Senegal. En 2024, de momento, tiene previsto ir a Pakistán y Afganistán. Es consciente de que para viajar como lo hace ella hace falta dinero, también voluntad. Viaja más que Tintín y lo hace sola y a lugares conflictivos, con el apoyo que le brinda la agencia Last Places.
Cuando viaja en grupo, la edad del resto no le importa, lo que no le gusta es hacerlo con parejas. Parejas que cada vez se animan más a viajar en grupo por una cuestión práctica y económica, como Eva Sanz Arévalo (50 años, economista), quien fue a Islandia con su marido. Lo hizo al abrigo de Huna, turoperador del grupo Huakai orientado a personas entre los 40 y 60 años, a las que acompaña una líder de grupo, encargada de coordinarlo, gestionar la logística y ayudar en caso de necesidad. Las personas que han viajado con Katrin, aunque sean más jóvenes, le piden que vuelvan a viajar juntos, su familia le pide que haga lo que hacen las personas normales. A sus nietas, que siempre le dicen el miedo que les da que se vaya, les responde que ya ha vivido su vida, que quiere morirse haciendo lo que quiera en ese momento y mientras pueda, aunque quiere vivir todo lo posible para disfrutar de ellas: “Nuestra vida nos pertenece a nosotras, no a los demás”, concluye Katrin, quien añade que Benidorm no es para ella, todavía. Ella no es parte de esos 30 millones de turistas extranjeros de más de 50 años que visitan España y se gastan de media 1.100 euros por persona.
Mayor oferta
Benidorm, Levante, Canarias y Baleares son la geografía por excelencia de los destinos de los jubilados (en 2019 los séniores aportaron a la industria turística española, según estimaciones del Libro Blanco de la Silver Economy, casi 9.000 millones de euros, el 28% del total), aunque José de Juan Saboya, director general de Silver Economy Group, cuenta: “Cada vez hay más destinos que se esfuerzan por ofrecer una propuesta atractiva para este segmento; adaptando la oferta en destino y trabajando la comunicación y la comercialización. En los últimos años ha ido surgiendo una oferta mayor, comercializada por agencias de viaje especializadas en los turistas séniores, que dan respuesta a las nuevas necesidades y expectativas de este público, que ya no espera lo mismo que hace 10 o 20 años”. Que se lo pregunten a Domitila y a María del Carmen, dos veteranas con ánimo para seguir haciendo escapadas.