28 de junio de 2012
Salir del armario es una habilidad que adquieres con la práctica, como montar en bici. Al principio te caes, te haces daño, te sientes torpe. Después lo disfrutas y parece increíble que en el pasado lo vieses como algo difícil e insuperable.
Mi conversación más difícil fue con mi madre. Una buena mujer de Ávila de toda la vida que en aquel momento tenía 70 años, católica practicante. Ella jamás había tenido ningún contacto con el mundo gay. Aquella conversación no fue fácil. Con todos los tópicos que cabría esperar. ¿Cómo me haces esto? ¿Dios mío en qué me equivoqué? ¿De quién fue la culpa? Hoy mi madre conoce y quiere a Daniel. Nos trata con cariño. En abril vino a nuestra boda donde estuvo riéndose, a sus 82 años, con las bromas de todos nuestros amigos. No habría disfrutado mi vida igual sin haber podido compartir con ella todos estos años.
Salir del armario fue una de las decisiones más difíciles y a la vez más satisfactorias que he tomado en mi vida. No podría imaginarme mi relación con mi familia, amigos y compañeros de trabajo fingiendo ser otra persona. Por muy difícil que sea salir del armario siempre es más duro, difícil y triste tener que ocultar tu vida o andar preocupándose por quién sabe qué. No conozco ningún amigo que piense que le gustaría estar un poco más dentro del armario o que se arrepienta de haber salido del armario.
Mis consejos para salir del armario son:
Haz prácticas. Como todo, es más fácil cuanto más lo haces. Cada vez que sales del armario hace la siguiente más fácil. Si empiezas por situaciones cómodas, con amigos que te conocen y te quieren, hace más fácil salir del armario las siguientes veces.
No salgas del armario en un bronca. Mucha gente le dice a su familia que es gay en una situación tensa, en medio de reproches, en una explosión de sinceridad, caretas fuera, la casa por la ventana. No es lo mejor. Más fácil intentar buscar una ocasión tranquila, sin estrés, en la que decir "algo importante". Si buscas la ocasión y anticipas que quieres decir algo importante para ti, la gente puede prepararse y controlar su reacción. Las primeras palabras que puedes oír pueden ser muy dolorosas, si además estás en mitad de una discusión por otro tema, todo puede estallar.
Disculpa todo lo que te digan. Cuando le dices a tu familia que eres gay puede haber todo tipo de reacciones. Ojalá positivas, pero quizá también negativas. No tengas en cuenta nada de lo que te digan. No son ellos. Es como la niña de El Exorcista poseída por una fuerza oscura soltando espumarajos por la boca. No son ellos los que hablan, es el miedo, la homofobia interiorizada de muchos años, la reacción ante lo desconocido. Lo importante en ese momento es demostrar que sigues siendo tú, que eres el de siempre, que les quieres y que vas a intentar superar con ellos esa situación que a ellos les parece el fin del mundo.
Explica lo que significa. Tú sabes lo que significa ser gay, tus padres normalmente no lo saben o tienen ideas y prejuicios equivocados. Muchas veces tienen preguntas en la cabeza que ni se atreven a verbalizar porque les da miedo la respuesta (¿tienes sida? ¿abusó alguien de ti de pequeño? ¿te vistes de mujer? ¿se lo has dicho a la tía pepita?). Prepárate para dar una charla, no para un diálogo, eres tú quién tiene que llevar la conversación y entregar toda la información posible para que los que te escuchan sepan digerir lo que les estás diciendo. Es casi como si les hicieses un powerpoint que tienes en la cabeza. Responde a las preguntas que tienen en su cabeza aunque ellos no las formulen.
En los siguientes meses sigue sacando el tema. Mucha gente sale del armario, lo dice en casa y jamás de los jamases vuelve a hablarlo. Un manto de silencio cubre las conversaciones. Gran error. Salir del armario sirve precisamente para integrar en tu vida a tus seres queridos, para demoler muros de silencio, si sales del armario y nunca vuelve a salir el tema, ese "secreto" acaba siendo un gran agujero negro que se traga todas las conversaciones y la intimidad. Tienes que salir del armario de manera casual una y otra vez. Comentar si has conocido a un chico, si fuiste al Orgullo, si viste una película que te gustó porque salía un personaje gay, etc. Mi madre durante años me pedía que no lo comentase, pero la insistencia en tratar con normalidad lo que ella pensaba que no era normal es lo que finalmente lo convirtió en normal.
Díselo a todos. No hay un sólo armario sino muchos. Amigos, familia, compañeros de trabajo. Incluso dentro de la familia a veces lo sabe la madre pero no el padre, o unos hermanos sí y otros no. La vida es una sucesión de armarios, secretos que hay que revelar, verdades que aceptar. La mejor forma de vivir es cuando no tienes que andar pensando quién lo sabe y quién no, sólo así puedes vivir concentrándote en lo que realmente importa: tu trabajo, tu salud, tu familia, tus amigos, etc. Igual que tus compañeros de trabajo pueden comentar qué hicieron su fin de semana o que llevan sus niños al médico tú también puedes hacer lo mismo. La gente no va por ahí diciendo "soy heterosexual" porque no lo necesita, se asume que es así y todo el lenguaje y la vida diaria les permite múltiples ocasiones de reafirmarlo ("ayer fui al cine con mi novia"). Pero si eres gay en algún momento tienes que asumirlo como normal también en el trabajo y tu vida diaria. No hacerlo te aleja de tus compañeros y te vuelve una persona distante. La gente es mucho más tolerante de lo que nos creemos y respeta mucho más a alguien fuera del armario que a un gay en el armario.
Échale guasa. Desdramatizar y tomarse la vida a broma es la mejor receta para vivir jovial muchos años. Si alguien se tira al drama y los llantos, no te dejes arrastrar, échale humor y alegría a la vida. Que los demás se tomen algo a la tremenda no es motivo para que tú hagas lo mismo. En las peores situaciones un buen chiste puede cambiarlo todo.
Fuente: http://www.jesusencinar.com/2012/06/como-salir-del-armario-cuando-no-sabes-como-hacerlo.html