En primer lugar, y dado que uso bastante poco el coche, voy a venderlo o darlo de baja: con ello voy a ahorrar la gasolina de un año, el impuesto de circulación, el seguro y las periódicas entradas y salidas del taller mecánico. Siento mucho disminuir los ingresos de la Administración en impuestos y todavía siento más no poder darle más trabajo al mecánico del taller, pero ahora se impone la austeridad.
En segundo lugar, voy a bucear por mi ciudad en busca de los negocios de toda la vida: el zapatero, la costurera, la tienda de reparación de pequeños electrodomésticos, etcétera. Siento mucho no comprarme más zapatos y perjudicar a la señora que lleva la zapatería del barrio, pero creo que cuando los zapatos estén demasiado gastados los llevaré a que me pongan suelas nuevas. Se acabó eso de tirarlos a la basura, voy a aprovecharlos al máximo. Intentaré comprar la menor ropa posible y utilizar la que tengo para no gastar tanto y ser más austero, como el Gobierno.
Cuando lleguen vacaciones, procuraré ser más austero todavía y quedarme en casa leyendo libros y viendo documentales, y engrandecer así mi cultura.
Para seguir con las medidas de estímulo de mi economía, voy a llevarme el termo de café al trabajo. Eso no significa que deje de tomarme mi media hora de descanso, sólo que no iré al bar a tomarme el cortado de las mañanas. No creo que el señor del bar ni el de las máquinas expendedoras noten nada por el hecho de que un funcionario no vaya a tomar café o lo saque de la máquina. Creo que aunque lo del gimnasio va bien, optaré por ir a dar un paseo de media horita todos los días como aconsejan los médicos, y así me ajustaré unos 40 euros al mes.
Los fines de semana hemos decidido con mi esposa, en lugar de ir a comer a algún restaurante, pasear y cuidar la salud para no utilizar tanto los centros de salud, y con ello tampoco pagaré tantas recetas con copago. Como puedo ir a trabajar andando, aunque esté un poquito lejos, lo haremos y seremos todavía más saludables.
He olvidado apuntar que como vendo o doy de baja mi coche, tampoco me hará falta la plaza de parking que pago todos los meses. El propietario se alegrará de poder alquilarla a otra persona. Bien, todo ese ahorro lo meteré en una caja fuerte y lo dejaré reposar. Un banco es mal sitio para depositarlo.
Hay que ser responsable y yo adopto las medidas que nuestros gobernantes dicen que son necesarias para acabar con el déficit y estimular la economía. Además, les diré a todos mis compañeros funcionarios que hagan lo mismo: cuantos más seamos los que nos ajustemos más crecerá este país, eso dice el señor que estuvo en no sé qué agencia de esas que dicen si las cosas van bien o mal y que ahora es ministro de Economía.
Espero sinceramente poder ayudar a todos desde mi privilegiada posición. Y que conste que no me quejo.
Jordi Giménez Cabrillana, Amposta
(La Vanguardia, 08/01/2012)