JENNIFER SÁNCHEZ
Carta al Director de El País del 25 de octubre de 2016
Criticamos ferozmente la corrupción y el amiguismo de las altas esferas de nuestro país sin darnos cuenta de que son el reflejo de una sociedad en la que se valora la picardía por encima de la honestidad. Esa cultura de “tonto el último” tan arraigada en España nos lleva a pensar que, en realidad, no está tan mal utilizar los medios que estén a nuestro alcance en beneficio propio, simplemente se trata de ser espabilado. Este pensamiento, que llevamos arrastrando desde la época feudal, se ve reforzado por clásicos de nuestra literatura como El Lazarillo de Tormes o La Celestina, libros que, por cierto, son de lectura obligatoria en las escuelas.
Casos de corrupción política como los que continuamente se reproducen en nuestro país serían impensables en otras sociedades en las que este tipo de actitudes son totalmente reprobables. Aquí nos quejamos de lo que otros hacen, pero repetimos el mismo esquema en nuestras acciones cotidianas, siempre tratando de buscarle el truco a cualquier sistema. Es algo que tenemos tan interiorizado que, pese a que lo condenamos abiertamente, en el fondo, muchos piensan: “Si pudiera, yo también lo haría”.— Jennifer Sánchez. Barcelona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario