28 febrero 2023

BOA MISTURA, poesía callejera para mejorar el mundo

Por Carlos Martín Gaebler

Boa Mistura (boamistura.com) es un equipo multidisciplinar de artistas urbanos que empezaron expresándose como grafiteros a finales de 2001 en Madrid. Su trabajo consiste principalmente en intervenciones artísticas en espacios públicos y zonas deprimidas de distintas zonas del mundo para humanizarlas aportando optimismo y felicidad al entorno mediante pintadas textuales en muros, fachadas, suelos o azoteas. Entienden su trabajo como una herramienta para transformar la ciudad y crear vínculos entre las personas porque sienten una responsabilidad para con la ciudad y el tiempo en el que viven. Han llevado a cabo proyectos en más de 30 países alrededor del mundo, colaborando con organizaciones como la ONU, Amnistía Internacional, PNUD, Greenpeace, Acción contra el Hambre o Cruz Roja. 

Los miembros de Boa Mistura son:

  • Javier Serrano Guerra: Arquitecto por la ETSAG, especializado en paisaje por la IUAV de Venecia.
  • Juan Jaume Fernández: Licenciado en Bellas Artes por la rama de Artes de la Imagen, en la Universität Der Künste de Berlín.
  • Pablo Ferreiro Mederos: Licenciado en Bellas Artes por la especialidad de Diseño Gráfico en la Aalto School of Design de Helsinki.
  • Pablo Purón Carrillo: Ilustrador y Licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas por la URJC de Madrid.
  • Rubén Martín de Lucas: Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la UPM de Madrid. Actualmente desarrolla su trabajo en solitario como Artista Plástico.
Me topé con la obra de Boa Mistura por primera vez en la galería madrileña Ponce+Robles (Alameda 5) en julio de 2016 (había acudido ese año al Orgullo con un amigo norteamericano). Tenían expuesto una versión del mural Mis raíces son profundas, que por entonces estaban pintando en La Habana. Quedé asombrado por la fuerza expresiva de aquellos latones oxidados de barriles de petróleo sobre los que aparecía pintado en rojo el enunciado inconcluso y minimalista Mi raíz es,  que ocupaban toda una pared de la galería. 


Desde un principio me pregunté por la razón de su nombre, una expresión tanto gallega como portuguesa que significa buena mezcla. Habían decidido no llamarse con un nombre anglosajón, sino echar mano de una lengua española y otra ibérica, ambas lenguas hermanas. Mestizaje global con todas las letras. Como filólogo y políglota, me sentí fascinado por el uso poético del lenguaje que hacen en sus palabras/enunciados minimalistas y multilingües. Acuerdan sus mensajes con el vecindario donde actúan con la intención de empoderarlo y reivindicar la felicidad humana. Digamos que usan la palabra donde Bansky usa la imagen gráfica para un mismo fin. Sus palabras o fragmentos, a veces en mayúsculas, otras veces en minúsculas, alcanzan la categoría de poesía impresa en muros o sobre el asfalto: JUNTOS SOMOS BARRIO; TE COMERÍA A VERSOS; IMAGINATION MAKES US INFINITE; SOMOS LUZ; THE FUTURE NEVER HAPPENS; MADRID, TE QUIERO EN COLORES; FELICIDAD; CALMA; BELEZA; DOÇURA; ORGULHO; HOPE; ALEGRÍA. También usan el formato de letras sobrepuestas todas a la vez formando una sola, como con las letras que componen el vocablo DESTINO, u optan por dos palabras superpuestas una sobre la otra, como REALIDAD y MAGIA. Las variantes son inmensas.


Pablo Purón, quien ejerce de portavoz entusiasta del grupo, en una entrevista en 2017, narra cómo se gestó el grupo y cuáles fueron sus primeras intervenciones urbanas: Los cinco chicos que pintábamos en principio lo hacíamos porque nos llevábamos muy bien y esa amistad, tan fortalecida con el intercambio de opiniones y formas de mirar, se convirtió en el germen de lo que hoy es Boa Mistura. Cuando llegaba el viernes nos reuníamos para pintar y disfrutar. Cada uno estudió una carrera distinta, nunca pensada para ser volcada luego en la creación de un colectivo de artistas urbanos, aunque sí que de alguna manera nuestros estudios estaban relacionados con el trabajo en la calle. Indudablemente, todos teníamos mucho que aportar. Digamos que nuestras especialidades profesionales se fueron volcando en nuestro trabajo en la calle y eso hizo que tomara una dimensión distinta. En 2010 terminamos nuestras respectivas carreras y fue entonces cuando nos encontramos con que teníamos que tomar una decisión: especializarnos por separado o intentar aunar nuestras fuerzas en eso en lo que éramos tan felices y que, además a esas alturas, ya tenía cierta “solidez”. Decidimos escuchar a nuestro corazón y profesionalizarnos.


Nuestra filosofía es “hacer ciudad”; humanizar la ciudad. A partir de ahí nos movemos a un lado o al otro de la frontera en función de los que nos pida el proyecto. Salir fuera es difícil y ahí está esa valentía que genera el grafiti y que ayuda muchísimo. No esperamos sentados en nuestro estudio a que nos llamaran. La primera ocasión fue en Berlín. En esa ciudad tan alucinante teníamos claro que queríamos hacer algo, así que encontramos un muro (la fachada del hotel East Side) y le pedimos permiso al dueño, que al principio no podía creer que lo quisiéramos hacer gratis, pero le encantó nuestro atrevimiento y nos ofreció alojamiento y comida a cambio del mural. Alquilamos las grúas y empezamos a pintar 20 horas al día haciendo turnos para poder terminar en el menor tiempo posible porque las grúas costaban “un huevo”.  Así fue nuestro bautismo en el extranjero: 30 metros en 5 días. Cuando terminamos el mural, la última mañana desayunando en el hotel, fue cuando decidimos convertirnos en Boa Mistura.


En 2012 hicimos un proyecto en las favelas de Río que tuvo posteriormente mucha repercusión y donde la palabra por fin se convertía en la protagonista absoluta del trabajo. Igual que en Ciudad del Cabo, en las favelas de Brasil tomamos conciencia del poder transformador que nuestra obra podía llegar a tener porque de pronto estos sitios se nos ofrecían en muchos sentidos como lugares vírgenes en los que los proyectos tenían un calado con una increíble capacidad de amplificación. También allí aprendimos que la manera de trabajar en la calle tenía que ser en comunidad;  dirigiéndonos a los líderes locales que son la primera frontera y los que nos validan ante la comunidad y después, con unas pautas más o menos claras y siempre respetando las reglas de convivencia, hablando con la gente, pero sobre todo escuchándolos; observando su medio de vida, viviendo un tiempo entre ellos para finalmente ser capaces de crear algo que de alguna manera transforme su paisaje aportando valor.

En una entrevista en 2016, Pablo Purón remacha: ¿La experiencia más satisfactoria de nuestro trabajo? Poder vivir de lo que más nos gusta hacer es un privilegio. Al final es un hobby. Le ponemos la etiqueta de trabajo porque es lo que nos da de comer, pero es lo mismo que haríamos en nuestro tiempo libre. De cara al público, lo que más nos apasiona es poder transformar comunidades y barrios. Cuando trabajas en la calle, el proyecto se va nutriendo a cada instante de las energías del entorno. Una obra al aire libre la puede contemplar todo el mundo. Se produce una gran agitación que puede servir de inspiración y ser susceptible de tener un poder transformador. Provocar un cambio positivo en el lugar es una experiencia verdaderamente gratificante.

Todos sus proyectos pueden verse y disfrutarse en este enlace al espectacular sitio web del colectivo. cmg2023

15 febrero 2023

El círculo vicioso del atracón de series, malestar emocional y falta de sueño

Por ADRIÁN CORDELLAT

El País, 14 de febrero de 2023


Hoy en día, en las principales aplicaciones de vídeo bajo demanda, mientras uno intenta encontrar una película o una serie en mitad de catálogos infinitos e inabarcables, no es extraño toparse con selecciones realizadas por editores o algoritmos que se anuncian bajo el reclamo de “series perfectas para un maratón” o “las series más maratoneadas por los fans”. El binge-watching o atracón de series ha generado no poca literatura científica en los últimos años, sobre todo desde la expansión por todo el mundo de plataformas como Netflix, HBO Max, Amazon Prime Video o Disney+, que ofrecen al espectador la posibilidad de ver series enteras de un tirón, sin necesidad de esperar al estreno semanal de un nuevo capítulo, una espera que constituía la norma hasta hace no tanto.


Más allá de la ventaja que esta disponibilidad supone para los espectadores, esta práctica de visión compulsiva de capítulos se ha relacionado con algunos problemas vinculados a la salud, desde dolores de espalda hasta fatiga visual y problemas de visión, pasando por el incremento del riesgo de accidente cardiovascular debido al aumento del sedentarismo y, consecuentemente, del riesgo de padecer sobrepeso u obesidad. Un estudio publicado en 2017 en el Journal of Clinical Sleep Medicine relacionaba también, por primera vez hace ya seis años, el consumo compulsivo de contenidos televisivos con un 33% más de probabilidades de tener una mala calidad del sueño, así como con mayores niveles de fatiga e insomnio.


Thanks for watching!

“Creemos que la visualización compulsiva conduce a un mayor sentido de implicación en la narración y de identificación con los personajes que la visualización regular. Esto explicaría en parte por qué ver un programa de televisión tradicional regularmente a la hora de acostarse no tiene el mismo impacto sobre el sueño ni produce la misma activación“, analizaban los autores de este estudio. La estructura y la complejidad narrativa de estos programas que incitan a visualizarlos de una sentada dejan a los espectadores pensando en los episodios y su posible continuación después de verlos, “lo que podría retrasar el inicio del sueño, ya que requiere un período más largo de enfriamiento antes de irse a dormir”, explicaban.


Más recientemente, a finales del año pasado, un estudio liderado por investigadoras del Departamento de Psicología de la Universidad de Roma La Sapienza y de la Universidad de Parma y publicado en Journal of Sleep Research ha ido un paso más allá al definir los atracones de series no tanto por su frecuencia o duración como por las motivaciones subyacentes que se esconden tras ellos. “Como era de esperar, algunas personas mostraban una frecuencia alta de atracones, pero saludable, ya que tenían motivaciones como el enriquecimiento cultural o personal. Sin embargo, observamos que lidiar con la soledad era una motivación predominante entre los espectadores compulsivos, lo que sugiere que el binge-watching podría utilizarse como una estrategia de afrontamiento para los estados de ánimo disfuncionales, de la misma forma que sucede con otros comportamientos adictivos”, explica a EL PAÍS Giorgia Varallo, psicóloga clínica, investigadora de la Universidad de Parma y una de las autoras del estudio.


Según argumenta Varallo, existe una relación bidireccional entre sueño y gestión emocional. Por un lado, la mala calidad del sueño se asociaría con una menor capacidad para regular las emociones y los sentimientos de soledad. Por otro, en el sentido inverso, la soledad autoinformada o reconocida por el sujeto como tal también se relacionaría con una peor calidad del sueño. “Estos factores sugieren que los que duermen mal son más propensos a ver atracones, lo que crea un círculo vicioso con consecuencias negativas para ambos aspectos, ya que los atracones de televisión pueden afectar aún más a la calidad del sueño e inducir somnolencia diurna, con un efecto adicional sobre el estado emocional”, señala. De hecho, en su estudio descubrió que los que duermen mal se dedican a ver atracones de forma excesiva y tienen más motivaciones disfuncionales que los que duermen bien. Concretamente, los participantes del estudio con mala calidad del sueño puntuaron significativamente más alto en una escala que mide el deseo de ver series de televisión para evitar pensar en problemas del mundo real o para hacer frente a estados emocionales desagradables, dice la experta.


Para Nuria Roure, psicóloga acreditada en medicina del sueño por la European Sleep Research Society (ESRS) y autora de Por fin duermo (Vergara), la relación evidenciada por la investigación concuerda con lo que ya se sabe sobre la relación entre sueño y regulación de emociones. Explica Roure que, si dormimos bien, las dos esferas del cerebro, la racional y la emocional, mantienen una unión muy fuerte y actúan a modo del acelerador y el freno de un coche. Cuando dormimos mal, sin embargo, esa unión se rompe. Nos quedamos sin freno. “Se ha demostrado que cuando no dormimos bien tenemos una mayor inestabilidad emocional: más altibajos, estamos más sensibles, toleramos peor lo que nos toca vivir, tenemos las emociones en una especie de montaña rusa. Además, también tenemos una mayor pérdida de autocontrol. Estamos más descontrolados, somos más impulsivos. Por eso justo cuando hemos dormido menos nos cuesta más parar y dejar de ver una serie”, afirma.


Ver series de forma saludable

Sostiene Giorgia Varallo que los resultados de su investigación son importantes para no considerar los atracones televisivos como un fenómeno único, ya que pueden representar tanto una forma normal de consumir contenidos como un comportamiento problemático. En el mismo sentido se manifiesta la psiquiatra Xesca Cañellas, miembro del grupo de trabajo de insomnio de la Sociedad Española de Sueño (SES), que además de señalar las limitaciones del estudio (se llevó a cabo durante el confinamiento por la pandemia y la muestra no está elegida aleatoriamente, sino que eran voluntarios los que respondían a los cuestionarios, en su mayoría jóvenes universitarios), aboga por “no culpabilizar” a las personas, sino por sugerir “un uso razonable, evitando atracones y privación de sueño y, en la medida de lo posible, no alterando el ritmo circadiano del sueño-vigilia”.

Para Cañellas, el estilo de vida actual, sobre todo en las ciudades, es muy poco compatible con lo que los expertos en sueño consideran hábitos adecuados para dormir bien: levantarse con el amanecer, pasar el día en el exterior a la luz del sol siendo activos físicamente, y acostarse cuando oscurece o poco después. “Para empezar, durante el día la mayoría de nosotros estamos muy poco expuestos a la luz del sol. Y para terminar, por la noche estamos muy expuestos a la luz artificial y perpetuamente conectados a pantallas, que emiten luz azul y que inhiben la producción de la melatonina que debería comenzar al atardecer”, argumenta.


Esta inhibición en la secreción de melatonina provocada por la luz azul de las pantallas, añade Nuria Roure, daría lugar a otro círculo vicioso: “No tengo sueño, así que como no tengo sueño me quedo a ver series, pero esas mismas series [al tener el cerebro activo y expuesto a la luz azul] me impiden fabricar la melatonina que necesito para dormir y, por tanto, tampoco tengo esa necesidad de sueño. Es un pez que se muerde la cola: miramos series porque no tenemos sueño y no tenemos sueño porque estamos viendo series”.


Aunque, como afirma Roure, la luz azul de las pantallas de televisión tiene una menor incidencia que la de móviles y tabletas porque la vemos a una mayor distancia, lo aconsejable por la noche, sobre todo a últimas horas del día, es disminuir la intensidad de la luz para reducir su impacto en nuestro cerebro. A ese consejo, Giorgia Varallo añade el de la importancia de ver la televisión en una habitación que no sea el dormitorio (”la activación en la cama conduce al desarrollo de una asociación entre la cama y un estado de vigilia, lo que hace que sea más difícil quedarse dormido”) y el de renunciar en la medida de lo posible a thrillers y series de terror o acción: “El contenido que es excesivamente atractivo y genera un alto nivel de adrenalina provoca el llamado despertar previo al sueño, lo que hace que sea más difícil luego conciliar el sueño”. Los fanáticos de estos géneros que no puedan renunciar a su dosis diaria de acción, concluye Nuria Roure, no deberían irse directamente a la cama, sino hacer un paso previo para ayudar a la relajación de cerebro y favorecer la desconexión mental. “Si nos vamos a la cama muy activados, lo que nos pasará es que nos costará más conciliar el sueño y entonces empezará esa ansiedad y esa preocupación que muchas veces sentimos por no poder dormir”, concluye.

14 febrero 2023

Por qué hay que despenalizar las drogas

Por POL PAREJA, eldiario.es, 8 de abril de 2022

La policía de Países Bajos señaló en un informe de 2018 que el poder de las mafias en ese país era tan grande que lo estaba convirtiendo en un narcoestado. En México, más de la mitad de la población considera que el crimen organizado es una institución más poderosa que su propio Gobierno. Los traficantes de drogas en todo el mundo ganan cada vez más dinero y son cada vez más influyentes, a pesar de que durante medio siglo se han invertido cientos de miles de millones de euros contra este negocio. ¿Es efectiva la lucha policial y militar contra el tráfico de drogas?

Exmandatarios de Brasil, Chile, Colombia, México, Polonia, Portugal y Suiza creen que no y han defendido que la única manera de combatir los problemas que causa la droga y el narcotráfico es regularla. También se ha expresado en la misma línea el exsecretario general de la ONU Kofi Annan o el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa.

Este viernes han sido tres agentes de los principales cuerpos policiales españoles los que han alzado la voz y han expresado una opinión que para muchos sigue siendo polémica. Son el subinspector de los Mossos Marco Antonio Jiménez, el inspector jefe de la Policía Nacional José Luis Flores y el agente de la Guardia Civil Juan Antonio Delgado, actualmente en servicios especiales y diputado de Unidas Podemos en el Congreso.

Todos ellos han combatido al narcotráfico en unidades especializadas o en zonas calientes como el Campo de Gibraltar o la embajada española en Colombia. En varios momentos han recordado que sus opiniones son personales y no representan a sus cuerpos. “Hay que cambiar el verbo prohibir por el verbo regular”, ha apuntado Jiménez, que durante años trabajó en la Unidad Central de Estupefacientes de los Mossos. “Opiniones como las nuestras hay muchas en el cuerpo, lo difícil es alzar la voz”.

Los agentes han participado en la presentación en el CCCB de Barcelona de LEAP (Law Enforcement Action Partnership), una organización formada por policías, jueces y fiscales que apuestan por cambiar las políticas de drogas y acabar con su prohibición. La entidad fue fundada en Estados Unidos en 2002 por cinco agentes de policía convencidos de que la prohibición de las drogas solo daba poder a los traficantes y su persecución contribuye a aumentar la violencia.

En el acto, presentado por el periodista Jon Sistiaga, también han participado la directora internacional de LEAP Diane Goldstein, antigua agente de policía encargada de perseguir durante años el tráfico de drogas en un suburbio de Los Ángeles y cuyo hermano murió de una sobredosis. Le ha acompañado Neil Woods, que entre 1993 y 2007 trabajó como agente encubierto en bandas criminales de traficantes en el Reino Unido y ahora lidera esa organización en Inglaterra.

Los cinco agentes han descrito la frustración vivida durante décadas combatiendo el narcotráfico. Según su relato, de poco sirven las rimbombantes incautaciones de miles de kilos de droga o las macrooperaciones con decenas de detenidos. Al día siguiente, la droga sigue en la calle y el vacío que deja un narcotraficante arrestado lo llena rápidamente otro actor o directamente sus subalternos que han logrado salvarse de la operación.

Woods ha recordado una operación en la que se pasó siete meses infiltrado en una banda. Se detuvieron a 96 personas, seis de ellos los líderes de la mafia y se logró desarticular a una de las bandas más importantes de tráfico de drogas en el Reino Unido en una operación que implicó a centenares de agentes. “Logramos paralizar el suministro de cocaína y heroína en la calle durante dos horas”, ha señalado como ejemplo.

El Guardia Civil Juan Antonio Delgado ha descrito como, tras años trabajando en el Campo de Gibraltar, constató que los traficantes siempre irían un paso por delante, principalmente porque los altos márgenes que tiene la venta de droga les aportaba una ventaja competitiva: los “malos” siempre tenían más recursos que ellos. “No habíamos visto un GPS en la vida y ellos ya lo usaban hace 20 años”, ha explicado el agente. “En décadas luchando contra la droga nunca he visto que se redujera ni un ápice el tráfico a pesar de las operaciones exitosas”.

“Me he pasado 30 años investigando tramas de narcotraficantes en unidades especializadas sin ver que nada mejora”, ha señalado José Luis Flores, agente de la Policía Nacional. Cuando llegó a la embajada española en Colombia en 1996 había unas 40.000 hectáreas de plantaciones de hoja de coca. Cuando se fue del país, en 2006, eran 150.000 las hectáreas cultivadas. “Te planteas si vale la pena tanto sacrificio y tantos recursos”, ha añadido. “Al final te das cuenta de que el problema no es la droga, sino las políticas prohibicionistas”. En España, aproximadamente el 25% de la población penitenciaria está encerrada por delitos relacionados con los estupefacientes.

Los cinco agentes han afirmado que su deseo sería un mundo libre de drogas, pero que su actividad, tal y como está planteada a día de hoy, en lugar de contribuir a erradicar un problema lo único que hace es fomentarlo. “La policía nunca ha logrado reducir el mercado de la droga, solo cambiarlo”, ha apuntado Woods. “Hemos creado una situación darwiniana en la que los más violentos y despiadados son los más exitosos”. Según estos agentes, cada vez que la policía tiene éxito en una operación algún otro traficante está celebrando la oportunidad que han creado para él.

¿Cuál es la solución entonces? Pese al consenso en que la estrategia de los últimos 50 años no ha funcionado, entre los agentes tampoco hay unanimidad sobre cuál debería ser la vía a seguir. Algunos apuestan por una despenalización de todos los estupefacientes, otros por una legalización total o parcial que implicaría a los estados en la venta de estas substancias.

Lo que sí es un hecho es que, durante la última década, las voces que denuncian que la estrategia utilizada contra el narco desde mediados del siglo XX ha resultado ser un fracaso han aumentado. “Estamos ante la caída de uno de los últimos tabúes de la sociedad occidental”, ha señalado Sistiaga. “Estoy acostumbrado a cubrir guerras, pero esta es una guerra que parece que no tiene final”.
Imagen del acto con agentes policiales celebrado en el CCCB de Barcelona.

09 febrero 2023

¿Qué saben los nativos digitales?

Por CARLOS MARTÍN GAEBLER
Diario de Sevilla, 21 de febrero de 2017

Se nos dice a menudo que nuestros jóvenes son la generación mejor formada de la historia de nuestro país. Como educador, yo añadiría una matización importante: la generación mejor preparada tecnológicamente. Quienes me conocen saben sobradamente que no soy ningún tecnófobo, pero, a ver, ¿saben los nativos digitales distinguir entre “haber” y “a ver”, entre “sino” y “si no”? ¿Saben quienes están constantemente conectados a la red acentuar palabras, usar comas y puntos, y deletrear correctamente su propio idioma? ¿Leen textos elaborados? ¿Conocen el rico vocabulario de su lengua materna? ¿Saben los nativos digitales elaborar una opinión o un pensamiento con más de 140 caracteres? ¿Saben discernir entre información e infoxicación? ¿Han leído algún poema de Lorca o algún capítulo de El Quijote? ¿Han estado siquiera cinco minutos delante del Guernica o de Las meninas mirándolos al natural? ¿Saben mirar un cuadro, y no simplemente fotografiarlo? ¿Han escuchado a Camarón o a Golpes Bajos? ¿Conocen los nombres de las plantas y de los árboles de su pueblo o de su ciudad? Inmersos como están en la cultura audiovisual imperante, ¿les suena el nombre de Luis Buñuel? ¿Saben distinguir entre telebasura y televisión de calidad? ¿Entre Sálvame y Salvados?



Cabría también hacer preguntas de otra índole. ¿Saben los nativos tecnológicos mantener la mirada cuando hablan con su interlocutor? ¿Saben atender al otro cuando les hablan, ya sea un profesor, un paciente, un cliente o su propia pareja? ¿Saben decir buenos días, gracias o por favor cuando interactúan oralmente con otro humano (y no con una pantalla)? ¿Saben prestar atención durante una conversación sin sentir la necesidad de chequear su móvil a cada rato? ¿Saben ver una película en el cine sin encender repetidamente la pantalla lumínica de su teléfono? ¿Saben ponerse en el lugar del otro y respetar los momentos cuando no hay que activar un dispositivo electrónico? ¿Saben disfrutar de un paseo en bicicleta sin que les asalte el miedo a perderse algo (MAPA) en su red de contactos o a verse sin móvil (nomofobia)? ¿Saben conducir un vehículo sin desviar la mirada de la carretera para mirar o teclear simultáneamente un mensaje en su regazo? ¿Saben simplemente levantar la mirada de la pantalla para ver la vida pasar?

Por otro lado, ¿asesoran los padres y madres a sus hijos e hijas hipertecnologizados sobre cuándo estar conectados y cuándo no? ¿Saben moverse por el mundo físico sin confiar ciegamente en un GPS que no siempre es fiable? ¿Saben preguntar por una dirección a otro humano por la calle? ¿Saben disfrutar de una comida sin estar empantallados (feliz expresión de la escritora Elvira Lindo), sin mirar constantemente una pantalla? ¿Saben los nativos digitales salir del nuevo armario que para algunos es el ciberespacio? ¿Saben quién fue, qué hizo y que dejó de hacer Franco? ¿Saben los nativos digitales cómo superar su pánico a sentirse desconectados por un rato? ¿Saben los nativos digitales, esclavos mudos de la dictadura de las pantallas hasta en la camaprescindir de la tecnología, cuando toca hacerlo? Y, por último, ¿saben esperar?


Me hago esta última pregunta porque, hoy en día, en estos tiempos líquidos que nos ha tocado vivir, que diría Zygmunt Bauman, la velocidad del mensaje parece importar más que el mensaje mismo. La incesante proliferación de informaciones sin contrastar que circulan por la red es cada vez más preocupante. Una reciente viñeta de El Roto muestra a un individuo mirando pasmado informaciones en una pantalla destelleante. La leyenda que acompaña a la viñeta reza: “Todas son mentiras, ¡pero son gratis!” Estamos ante un circulo vicioso que es necesario romper: no se lee con sosiego porque se ha perdido la paciencia para esperar, y no se sabe esperar porque no se sabe leer de forma sosegada. En otro ámbito, los modales interpersonales de los veinteañeros digitales, ya sea por su comportamiento en red como presencial, dejan mucho que desear. 

En la emocionante videocarta que el joven profesor sevillano de Enseñanza Secundaria Pablo Poó Gallardo ha publicado recientemente en YouTube (y que no tardó en hacerse viral) éste les decía a sus alumnos suspendidos que una mente cerrada es muy fácil de manipular porque sólo tiene una puerta, y les reprochaba su desinterés por ilustrarse y que carecieran de referentes culturales para comprender el mundo en el que viven, lo que lastra, entre otras, su capacidad de comprensión lectora. Las nuevas tecnologías de la telecomunicación que tenemos a nuestro alcance son herramientas maravillosas, pero la tecnodependencia adictiva está demostrando ser un factor de desculturización creciente. cmg2017