26 diciembre 2018

Andalucía obligatoria

Por ANTONIO MUÑOZ MOLINA

Ahora que los días van siendo más largos y que la primavera ya parece indudable, en Andalucía empieza a arreciar una creciente vocación pública y privada de caricatura y parodia de sí misma. Desde hace meses, en las emisoras y en los periódicos locales bulle la inquietud cofradiera. Las tiendas de trajes de gitana empiezan a desplegar sus lunares y volantes en los escaparates. Terminado el carnaval, que ahora se ha prolongado hasta después del Miércoles de Ceniza, se aproximan la Semana Santa y la Feria de Sevilla, y después el Rocío, los días de la Cruz, el Corpus de Granada. En las oficinas de la Junta de Andalucía en Sevilla supongo que los cargos públicos y los funcionarios se van preparando para una larga vacación que desembocará, sin que nadie se dé mucha cuenta, en los calores tremendos de julio y agosto. En agosto, por cierto, vendrá la Feria de Málaga, ciudad cuyas autoridades, no queriendo conformarse con tener una simple feria menos famosa que la de Sevilla, la llaman la Feria del Sur de Europa. Incluso en mi austera ciudad natal proliferan los trajes de volantes, los sombreros cordobeses y los zahones, y en la Feria de San Miguel, que es a finales de septiembre y tiene siempre una cierta melancolía de principio otoñal, se ha impuesto el modelo sevillano de las casetas con fino y sevillanas. Pero sucede que las casetas de feria de Úbeda pertenecen cada una a una cofradía de Semana Santa, de modo que a la entrada, sobre los toldos, exhiben, para desconcierto de los forasteros, nombres más penitenciales que festivos: La expiración, La buena muerte, El santo entierro... No cabe duda que en el norte andaluz, tan cerca ya de los barrancos de pizarras de Sierra Morena y de las llanuras de La Mancha, no estamos aún muy dotados para el gracejo de la fiesta. ¿Quién va a correrse una juerga digna de ese nombre, con borrachera (el fino de garrafa), mareo de palmas y sevillanas eternas, en una caseta que se llama El santo entierro?Cuando yo era pequeño y me pasaba las tardes escuchando en la radio las novelas de Sautier Casaseca y los programas de discos dedicados oía mucho una canción que me causaba cierta inquietud, aunque no acababa de entenderla: "Hay quien dice de Jaén que no es mi tierra andaluza". En aquellos tiempos oscuros, mucho antes de la fundación de la Junta de Andalucía y de su órgano oficial de andalucización, el llamado Canal Sur, casi ningún andaluz sabía que lo era, y si lo sabía o lo pensaba no importaba mucho, porque la única Andalucía indudable, los únicos andaluces sobre los que no cabía ninguna íncertidumbre, eran la Andalucía de los decorados de películas andaluzas y los andaluces de guardarropía que actuaban en ellas, unos andaluces en general proyectos, con caracolillo y sombrero terciado, con una cosa grasienta, tétrica y antigua, como los cuadros de toros y flamenco que se ven en los restaurantes españoles de países escandinavos o asiáticos. Sin duda, eran tiempos oscuros, edades primitivas en las que las culturas vernáculas sólo tenían una manifestación plena en las zarzuelas de ambiente regional, o en aquellas películas en blanco y negro, de baturros y de bailaoras flamencas, que ponían a veces en la televisión.

Así que muchos crecimos sin saber si nuestra tierra, aparte de pobre y tan lejos de todo, era una tierra andaluza. La Andalucía más nítida de la que teníamos noticia era la de los decorados de aquellas españoladas que rodaron Imperio Argentina y Florián Rey en el Berlín siniestro del nazismo. A medida que nos hicimos mayores y fuimos cobrando conciencia política, nuestra rebelión contra el oscurantismo de la dictadura incluía el dolor por el atraso de la tierra en la que habíamos nacido y el asco por la pringue beata y folclórica con que nos la embadurnaban para convertirla en una parodia a la altura de las expectativas más gregarias y más ignorantes del turismo.

No creo que muchas personas progresistas hubieran podido vaticinar lo que ocurrió después: que con la democracia y los gobiernos de izquierdas no llegó para Andalucía la liberación de la ignorancia, ni del atraso, ni de la superstición, ni del folclorismo. Lo que vino, lo que ya nos inunda, es exactamente lo contrario, la fiebre irracional e intimidatoria por todas las fiestas y tradiciones posibles, la vanagloria inepta en los localismos más agresivos y cerrados, la feria eterna, la romería y la procesión eternas, programadas por la autoridad, alentadas por la radio y la televisión públicas, convertidas en una especie de narcótico brutal o en un inmerso decorado que oculta la triste obstinación de las cosas reales: la epidemia invencible del paro, por ejemplo, el desmantelamiento del ferrocarril en las comarcas más pobres, el abandono o la venta o la simple pérdida por incompetencia y desidia de las pocas fuentes de riqueza verdadera que aún nos quedaban, como el aceite de oliva.

En catorce años de gobierno autónomo, de primacía de la izquierda,  los dos vicios capitales del señoritismo han sido prácticamente lo único que se ha socializado en Andalucía: el fanatismo folclórico-religioso y el desdén por el trabajo. Si uno viaja un poco por España se da cuenta, con un dolor muy intenso, pero también inútil, que Andalucía se va quedando cada vez más atrás, cada vez más aturdida y perdida en el engaño de su alegría obligatoria, de una monstruosa mixtificación de su realidad de la que son culpables principales las fuerzas políticas y las instituciones andaluzas. Han desbaratado hasta la escuela, han corrompido la antigua palanca progresista de la educación: todo este largo exabrupto viene a cuento de que ayer, cuando volvía de Granada a Madrid, supe que en las escuelas públicas de Huelva, de cara a la primavera, y a instancias de la Junta, han empezado a impartirse a los alumnos y a los profesores cursillos de espíritu rociero. Pero ya no le quedan a uno ánimos ni para ejercer el sarcasmo, y en cualquier caso nada es tan disparatado como la realidad. Las maestras de Huelva pueden ir a clase con trajes de volantes, como Elvira Quintillá en Bienvenido Mr. Marshall, y Manuel Chaves, ahora que ha vuelto a ganar las elecciones, debería vestirse de andaluz para asomarse a su recobrado balcón presidencial, igual que Manolo Morán en aquella película profética.
El País, 13 de marzo de 1996

23 diciembre 2018

Ejército de troles

Por MÁRIAM MARTÍNEZ-BASCUÑÁN


¿Qué hacer cuando la competición por la disrupción lo justifica todo? ¿Quién gana la batalla por la atención? Sin saber cómo, nos hemos encontrado con un espacio público repleto de resentidos lamentándose de lo mal que está todo y hablando de… ¿Lo adivinan? ¡Su resentimiento! Luego están los amantes de la transgresión gratuita que, sintiéndose oprimidos (¡pobres!), se dicen preocupados por la libertad de expresión. Y proliferan los diletantes excéntricos y altivos, los encargados de señalar la vía esnob ante la odiada cultura dominante. Salirse del rebaño, de la presión moral que la paralizante tiranía de la mayoría ejerce sobre sus libres almas nutre su encarnizada lucha cotidiana. Paradójicamente, el temor por la violencia intelectual que pueda ejercer el dogmatismo grupal ha terminado por configurar una tribu particular: los nuevos trolls o, en su versión ibérica, el “cuñadismo”.

Como casi siempre, el impulso llega de EE UU, donde una manada antaño silenciosa que compartía un intenso amor secreto por el odio a lo políticamente correcto estalló, finalmente, en los márgenes de las redes digitales. De manera aparentemente inocua, surgía en el espacio público un enjambre de odiadores guiados por un objetivo común: mofarse de todo lo que oliera a progresismo. Y sucedió así que un ejército de troles capitaneados por la rana Pepe inoculó con su frivolidad el modelo antipolítico a la conversación pública. Todo fue maniqueísmo y polarización: el bien y el mal perfectamente separados. Lo curioso es que, motivados por el temor a estrechar la conversación pública a los rancios consensos de lo políticamente correcto, terminaron atrofiando el espacio público, convirtiéndolo en una caricatura de sí mismos.

Trump fue la abeja madre que mejor encarnó el runrún de fondo de esa cultura irreverente que explotó contra el establishment: la asfixiante moral de la izquierda, los “blanditos” de la derecha. Surgió así uno de nuestros grandes dilemas: ¿qué hacer cuando no hay diferencias entre un troll y un representante político? ¿Cómo combatir la apabullante presencia de la pura banalidad opinológica en nuestro Congreso de los Diputados, cuando la función representativa se reduce a polarizar el mundo en lugar de explicar su complejidad? Lo vemos cada vez más en algunos de nuestros jóvenes líderes: guiados por el nuevo estilo ultra y su aparente modernidad, son capaces de negar la violencia de género ante la apremiante y ficticia urgencia nacional de reivindicar la prisión permanente revisable. La línea que separa el delirante fanatismo de la convicción de la pura idiotez improvisada es muy fina. No sé ustedes, pero yo ya no sé dónde estamos. (El País, 23.12.18)

21 diciembre 2018

Plataforma Salva Tus Árboles


Soy muy aficionado a la jardinería urbana. Paseaba un día por la Glorieta de la Barqueta en Sevilla, intentando observar si había algún naranjo o jacaranda con chupones o burracos que arrancar, cuando me topé con un alcorque cementado y resquebrajado del que asomaba una minúscula palmerita washingtona. Tras fotografiarlo tal como me lo encontré, piqué como pude el cemento, retiré la mayor parte del mismo, y le corté los brotes laterales a la planta. La regué durante dos veranos, podándola asiduamente, y fotografiando el proceso en tres tiempos, como muestra el tríptico. Hoy es toda un palmera sana y hermosa que he bautizado como la plamerita María Luisa, en honor a mi madre, que adoraba las palmeras. cmg



"María Luisa", la palmera salvada


11 diciembre 2018

Obsolescencia programada

Por EDURNE PORTELA

Mi ordenador portátil me sorprendió con un cambio radical el día de las elecciones andaluzas. Su batería, que aguantaba operativa seis horas seguidas, ese día me dejó tirada después de apenas tres. Pronto tendré que reemplazarla o comprar un ordenador nuevo. La obsolescencia programada es la estratagema tecnológica por la cual las empresas obligan a los consumidores a deshacerse de sus cacharros después del tiempo que a esas empresas les da la gana, con lo que el consumidor pierde la libertad de elegir cuándo cambiar de modelo. Tras conocerse los resultados fatídicos de las elecciones andaluzas, me dio por pensar que la ultraderecha es el chip corruptor que se insertó en ese nuevo producto que era la democracia española hace 40 años.

¿No es irónico que ahora que se celebran los 40 años de la Constitución se active a todo trapo el partido de ultraderecha que pretende dinamitar esa misma Constitución y esa misma democracia? Hace cuatro décadas se creaban las condiciones para que en España no se investigaran los crímenes del franquismo, para que no hubiera ni verdad ni justicia ni reparación; se permitió la continuidad en las Fuerzas de Seguridad del Estado de represores bien conocidos; se hicieron oídos sordos a los testimonios de hombres y mujeres que habían sufrido injustamente en las cárceles franquistas; se despreció a las familias que quisieron recuperar los cuerpos de sus seres queridos represaliados por el franquismo. Y tal vez fue entonces, con tanta impunidad y tanta desmemoria, cuando el chip de la ultraderecha se instaló cómodamente en ese naciente producto que era la democracia española. Dirán, con razón, que el auge de la extrema derecha no es exclusivo de España: ahí están Francia, Italia, Estados Unidos, Brasil. Es posible que en el momento de formación de una democracia se instale en ella el germen nocivo, su chip destructor. ¿No hay acaso en la fundación de cada democracia la herencia de una violencia anterior? ¿No hay acaso en todos estos países una relación entre la ultraderecha de hoy y un fascismo, una dictadura, una persecución política del pasado?

La ultraderecha ha estado presente pero aletargada durante 40 años para ahora irrumpir con violencia, pareciendo que, de un día para otro, España se nos ha repoblado de fachas. Algunos dicen que siempre han estado ahí pero que no se atrevían a salir. ¿En cuántos programas de televisión se ha hablado estos días de la sorpresa de que Vox haya conseguido casi 400.000 votos sólo en Andalucía? ¿Cuántas nos hemos revuelto inquietas al pensar que esos votantes están entre nosotras? La ultraderecha se ha activado para dinamitar la democracia, para hacernos creer que los principios de justicia y solidaridad, de igualdad de género, de responsabilidad colectiva ante los menos favorecidos, de diálogo y convivencia están obsoletos. Y que ellos están aquí para enseñarnos el camino hacia una nueva España que suena mucho a la de hace 60 años, pero que ellos proponen como el futuro a desear. Un futuro xenófobo, antifeminista, homófobo, en que la libertad de expresión y de prensa, las libertades políticas y los más básicos derechos civiles no sólo no estarán garantizados, sino que serán destruidos. Esa es la nueva España que promete la obsolescencia programada de la ultraderecha española. (El País, 11.12.18)

29 noviembre 2018

Nürnberg Rock Festival 1977

El 3 de septiembre de 1977 asistí a mi primer concierto múltiple y multitudinario 
de rock en Nuremberg, Alemania. Mi bautizo de rock'n rol, a pesar de la lluvia.

24 noviembre 2018

Gran Gran Vía

23 noviembre 2018

¿Cuál es la marca Andalucía?

Por AGUSTÍN RIVERA
El confidencial, 22/11/2018

Antropólogos y especialistas en la imagen de la comunidad andaluza explican 
por qué persisten estos tópicos y estereotipos dos siglos después 

¿La Rioja? Bodega. ¿Baleares? Islas alquiladas a Alemania. ¿Andalucía? ¿Qué era Andalucía en ese chiste que circulaba en los primeros años del milenio en los 'e-mails' de la época? Pues sí: ¿Andalucía? Patio de recreo.

Madrileños que toman el AVE en Atocha rumbo a Sevilla a pasar unos días en la Feria de Abril y ellas se ponen el traje de faralaes (no, no: se dice de flamenca o gitana: de faralaes, nunca). Catalanes de origen charnego que van a la tierra de sus padres en Semana Santa y de paso se toman unos espetos de sardinas en Pedregalejo o una tortillitas de camarones en Sanlúcar de Barrameda.

Extranjeros y nacionales saben que Andalucía es un buen sitio para vivir. Los andaluces más chovinistas aseguran que es el mejor, incluso. Lo que todos saben (locales y foráneos) es que la fiesta, el Rocío, la Semana Santa, la Feria de Abril (o la de Málaga o Jerez), el pescaíto frito… y también la Andalucía subvencionada, el PER y “lo vagos que son los andaluces” son marca Andalucía. ¿Desde cuándo? ¿Hasta cuándo?

Viajes románticos y Ortega y Gasset

Viajeros románticos del siglo XIX como Merimée, Bizet, Washington Irving y Richard Ford fijaron el estereotipo. Una tierra admirable no para trabajar, sino para disfrutarla ya jubilado. También tierra abonada para la hipérbole y el engaño. “Aunque no hay quien los gane a exagerar, su credibilidad es proporcional y acaban creyéndose sus propios embustes. Con ellos todo es superlativo o diminutivo”.

Ortega y Gasset sentó las bases modernas del estereotipo en su ‘Teoría de Andalucía’, publicada en 1927 en ‘El Sol’ de Madrid. “Permanece fiel a un ideal paradisiaco de la vida”. La experta María del Carmen Lasso de la Vega, profesora de la Universidad de Cádiz, recuerda que los Tartessos convirtieron Andalucía en la primera civilización de Occidente. "La caída de las ciudades del Medievo no tuvo lugar en esta tierra y, sin embargo, la autonomía llegó por la puerta de atrás, con el café para todos. Son cuestiones cegadas en las aguas estereotípicas porque Andalucía interesa".

España se convirtió en el siglo XVI en el imperio donde no se ponía el sol. El resto de los países crearon sus estados y no veían con buenos ojos a España. Ya desde ese momento, la imagen exterior de España se asocia a la de Andalucía. La comunidad entera, y más en concreto la Bética de los romanos y la capital andaluza, representa a España más que ningún otro lugar. Esta 'tierra de María Santísima', con el flamenco y los toros como elementos identitarios.
“Esta situación es rentable desde el punto de vista político, sobre todo para Cataluña, que siempre ve a Andalucía como su antagonista. Ellos son los buenos y los andaluces los malos”, subraya Lasso de la Vega, tras apuntar en otra dirección: la de que el PSOE “conoce muy bien” Andalucía y el PP “no tiene ni idea y por eso difícilmente podrá gobernar”.

Esta experta, que pertenece al Instituto Universitario de Investigación para el Desarrollo Sostenible (Indess) de la universidad gaditana, tiene muy claro que el PSOE sabe que Andalucía “no solo es charanga y pandereta”, pero que el partido hegemónico en la comunidad andaluza podría haber cambiado la imagen de Andalucía y no se dedicó en profundidad a ello. Política de corto plazo. “Susana Díaz debe ser consciente de afrontar este reto por encima de los intereses partidistas”. Los más susanistas consideran que la candidata socialista ha sido, junto al expresidente Rafael Escuredo, la máxima mandataria de la Junta más andalucista.

"No interesa una mirada crítica"

Isidoro Moreno, catedrático de Antropología Social de la Universidad de Sevilla, tachó al PSOE de una especie de PRI mexicano, el partido que pilotó aquel país durante décadas sin alternancia de Gobierno, y “que mantiene una clientela política y potencia, de manera falsa, una autoidentificación con lo andaluz. Y es falsa porque silencia o deja fuera valores importantes de nuestra identidad. No interesa una mirada crítica sobre nosotros mismos. En los planes de estudios, Andalucía apenas representa tres párrafos en determinados capítulos. Nos ven solo como vivero de votos”.

¿Y qué medidas son necesarias? 1) Para eliminar el tópico, los expertos plantean que hay que asumirlo y luego eliminarlo. ¿Cómo? 2) Explicando qué ha sido Andalucía y no “incidir en lo buenos que fuimos", sostiene Lasso de la Vega. Una mirada más hacia el futuro, el camino que queda por recorrer. 3) Abundar en el concepto andaluz y no en los localismos que no favorecen nada el sentimiento de unidad. Se trata de evitar que en Andalucía la mayoría o al menos gran parte se sienta más de su ciudad o su pueblo que de la comunidad.

Moreno señala el hecho de que en Sevilla, la ciudad con más habitantes de la comunidad (689.434, según el padrón de 2017), solo suponga un 13% de la población. “En Andalucía no existe lo que ocurre en el conjunto del Estado español: que el gigantismo de una urbe, como pasa con Madrid, París o Berlín, anule al resto del territorio”.

Lasso de la Vega recuerda que Ortega también dijo que los andaluces “no tenemos más remedio que ser flojos porque lo tenemos todo”. El profesor Alberto González Troyano prepara la publicación de un monográfico encargado por el Centro de Estudios Andaluces sobre ‘La cara oculta de la imagen de Andalucía: estereotipo y mitos’.

¿La pereza como identidad?

Troyano vuelve a Ortega. Parece inevitable. “De todas las connotaciones que pueden deducirse de la exposición de Ortega acerca del ideal vegetativo de los andaluces, apenas se han entresacado las interesantes notas de epicureísmo, felicidad, hedonismo, exaltación del goce y de la sensualidad, que subyacen tras ese planteamiento. Y solo se ha destacado una tendencia negativa: la pereza”.

El catedrático sevillano lamenta cómo rasgos y expresiones de la cultura andaluza se han vaciado hasta suprimirles su significado interno, tratando de presentar Andalucía “de una forma unilateral, sesgada e incluso como caricatura”. Moreno adopta el discurso del caribeño Frantz Fanon, que estudió el “síndrome del colonizado”, el que padece la región “desde la mitad del siglo XIX, como una especie de colonia interior dentro de España”.

Sostiene Moreno que existen intereses no solo políticos y económicos para ofrecer una imagen “reduccionista y folclorizada” de Andalucía. “Basta caer en la tentación de ver Canal Sur TV, donde abundan los programas que fomentan el tópico andaluz. No hay que olvidar que ciertos elementos de la cultura popular andaluza fueron tomados para el propio maniquí de la cultura andaluza”.

Mujeres muy guapas y hombres informales

"El estereotipo andaluz es doble: las mujeres son muy guapas y los hombres, informales. Además del matiz machista, se trata de una imposible categorización que, sin embargo, ha resurgido con mucha fuerza en los últimos años, fundamentalmente en la propaganda catalana, que utiliza la imagen de Andalucía para construir su propia identidad, como ya ocurriera en el siglo XX con la inmigración andaluza", indica Lasso de la Vega.

“El pueblo andaluz lleva siglos sometido a una desvirtuación identitaria, muy útil políticamente y nefasta para los intereses andaluces. Andalucía, ‘la que divierte’, que diría el cantautor Pepe Suero, sigue cumpliendo esa misma función. La deuda histórica a Andalucía es mucho mayor de lo que se dice incluso en campaña electoral”.

Mercedes de Pablos fue, en la segunda década de los noventa, la primera mujer directora de Canal Sur Radio, entre 1996 y 2000. Ahora capitanea el Centro de Estudios Andaluces, dependiente de la Junta de Andalucía. Su familia procede de la sierra de Aracena (Huelva). Su niñez, adolescencia y primera juventud las pasó en Madrid, pero lo andaluz siempre estaba presente en su casa. Llegó a Sevilla en plena Transición y se quedó en el sur. Solo su acento muestra que no es sevillana.

“Mi padre era un gran lector, un andaluz raro, muy ocurrente, pero de los siesos, no de los graciosos. Mi idea de Andalucía es más próxima a Ganivet y Lorca que a los clásicos estereotipos”, cuenta. “Hay muchas Andalucías. Está la de Luis Cernuda, pero también la del cineasta Alberto Rodríguez y la de las películas de ‘El mundo es nuestro’. Lo que sí creo es que confundimos la alegría con la falta de seriedad. La capacidad de alegría es lo que te mantiene vivo. El pueblo que mantiene la curiosidad intelectual y es capaz de organizar fiesta y subvertir la vida cotidiana”.

Comunidad pobre, comunidad rica. Para Moreno, si los pobres andaluces siempre han mirado a Barcelona y los ricos andaluces a Madrid, ¿quién ha mirado a Andalucía? De Pablos critica que la imagen que se exhibe de Andalucía sea en realidad de una guerra de pobres. El contrato en Navantia de la Bahía de Cádiz es una buena prueba. “Hay mucho clasismo con Andalucía y no reconocer su capacidad de vanguardia. El problema también radica en que hace 40 años, con pueblos con bajos niveles de escolarización, sus clases dirigentes eran ágrafas y no muy productivas. La burguesía también ha alimentado esa imagen”.

La exdirectiva de la RTVA no entiende cómo en Andalucía “viene un madrileño con faroles y enseguida se lo compramos”. Mercedes de Pablo no entra en si el canal autonómico fomenta los tópicos. “Todos los medios, no solo Canal Sur, deberíamos hacer un examen sobre la calidad de los contenidos. Tienen que existir programas de entretenimiento y yo prefiero ver a los mayores en un programa así [el de Juan y Medio, que se emite todas las tardes de lunes de viernes] en vez de que estén entristecidos". En Canal Sur TV abundan los programas de folclore y copla. Apenas hay programas educativos y culturales.

La leyenda negra andaluza

Alberto Egea es profesor de literatura comparada de inglés y español en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Ha vivido 12 años en Estados Unidos. Estudió el doctorado en la Universidad de Miami y enseñó en la Universidad de Minnesota (Indianápolis). “Una vez que se consolida el estereotipo, es difícil cambiarlo. Es más, se anquilosa y fosiliza. Y a cambiar esta imagen no colaboran ni la Junta ni Canal Sur. ¿Por qué no se ha reimaginado una Andalucía posmoderna como sí ha ocurrido en Cataluña o la Comunidad de Madrid?”.

La malagueña María Elvira Roca Barea, autora del superventas ‘Imperofobia y leyenda negra’ (Siruela), disecciona cómo el mundo funciona “con estereotipos” y que eso “forma parte del sistema de construcción mental del conocimiento”. “Lo que extraña”, explica, “es la permanencia de determinados clichés. En Andalucía, estos son una creencia del siglo XIX y vienen a quedarse en lo referente a lo exótico, lo raro, lo africano, y corresponde totalmente a la versión de la leyenda negra que manufactura el liberalismo”.

Según Barea, Andalucía se ha considerado un territorio no enmarcado dentro de la cultura occidental, y sí con “falta de iniciativa y talento para la gestión económica; una sociedad atrasada y ruralizada. Se busca en la realidad aquello que se adecua a la imagen ya concebida y aprendida; y se elimina aquello que no cuadra”.

Ejemplifica Roca el caso de Málaga, asociada a la imagen de sol, playa, boquerones y chiringuitos, y en la que no se la considera como líder europeo en turismo de salud. “¿Quién piensa que Alicante es una potencia en robótica e inteligencia artificial? Hemos aprendido a visualizar lo que culturalmente nos han enseñado. Eso es un problema grave”.

Sobre la Junta de Andalucía, resalta: “En líneas generales, las comunidades cultivan el ombliguismo folclórico, narcisista y endogámico, y eso no es bueno para nadie. Y las cadenas de televisión autonómicas han traído más problemas que beneficios”.

Satisfacción y comodidad

Y es que en este sur que es tan grande como Portugal, bañado por un océano y un mar a 14 kilómetros de África, sigue funcionando lo que el sociólogo Manuel Pérez Yruela acuñó como “la paradoja de la satisfacción”. Otro estereotipo más. Satisfacción por el desarrollo de Andalucía si se compara con el resto de España. Satisfacción por el Estado de bienestar o la propia satisfacción personal.

Ya en 1972 lo advertía Antonio Burgos en su ‘Andalucía, ¿tercer mundo?': “Creerse que Andalucía es lo mejor del mundo, lo más perfecto y bello, el ombligo del universo, será lo que por los siglos mantendrá a los andaluces en su atraso”. Y claro, con fiesta, pescaíto, Feria, Semana Santa, ¿hay que irse a vivir a otra parte? Es el drama.


El estrés, los atascos, las jornadas duras de trabajo también son realidad cotidiana de Andalucía, pero se remarca (dentro y fuera) lo lúdico, las horas de sol, la 'cervesita' del aperitivo. Una más, por favor. Que sean dos. Y risas, guasa, gracia, chistes. Andalucía sigue anclada en ese estereotipo del patio de recreo que sin duda es veraz y el más visible, pero acaso no es el más aproximado. Estos tópicos que lastran su despegue e incluso su credibilidad y fortaleza.

20 noviembre 2018

13 noviembre 2018

Métissage/Mestizaje

Ce qui suive c'est une belle chanson de Julos Beaucarne sur le métissage de notre temps que j'ai trouvé récemment. On peut la re-envoyer a des amis ou a des élèves. On n'a pas besoin de savoir français bien pour la comprendre. A mon avis, c'est un texte superbe!


Métissage

Ta voiture est japonaise, 
ta pizza est italienne, 
et ton couscous algérien. 
Ta démocratie est greque, 
ton café est brésilien, 
ta montre est suisse, 
ta chemise est indienne, 
ta radio est coréenne, 
tes vacances sont turques, tunisiennes ou marocaines, 
tes chiffres sont arabes, 
ton écriture est latine, 
et ... tu reproches à ton voisin d'être un étranger!

04 noviembre 2018

Los jóvenes beben menos por la adicción tecnológica

Por BRUNO MARTÍN

El 79% de los adolescentes españoles toma alcohol y además, la mayoría lo hace en grandes atracones. Pero el consumo total entre los jóvenes cae, y las últimas encuestas europeas afirman que cada vez son más los jóvenes que no beben. En España no aumenta significativamente el número de abstemios, pero los datos sugieren que el “problema” del alcohol entre los jóvenes está en retirada. El profesor de ESIC Juan María González-Anleo (Madrid, 1973), doctor en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Pontificia de Salamanca y Experto en Juventud y Sociedad por la UNED, analiza las causas de esta transformación.

Pregunta. ¿Por qué están dejando los jóvenes de beber alcohol?
Respuesta. Hay tres razones por las que está descendiendo el consumo entre los jóvenes, y una por la que no está descendiendo tanto en España. Primero, por la salud. Se está convirtiendo en una auténtica religión. Hace 30 años, la salud era un valor muy secundario. El lema de los punk era “no future” (no hay futuro), pero ahora es un valor fundamental de los jóvenes, incluso por delante de la familia en importancia. La segunda cuestión: el alcohol es una droga y ha habido un proceso de sustitución de las drogas. Vivimos pensando en drogas químicas, pero ahora lo nuevo son las drogas tecnológicas, que en el caso de los jóvenes son las más importantes. Al juego y las apuestas se entra por los móviles, pero también las redes sociales y el propio móvil son una adicción. Y la tercera cuestión: el alcohol está perdiendo valor instrumental. Se puede beber por pasarlo bien, pero el alcohol siempre ha tenido un potente valor instrumental, es decir, para ligar con alguien que te gusta, para desinhibirse, para ser más directo… para ser como te gustaría ser. En el ámbito concreto de ligar, con aplicaciones como Tinder, eso ya no es necesario. La gente seguirá tomando alcohol para pasárselo bien, pero para hacerse más directo, para decir las cosas a lo bestia, para eso ya están las nuevas drogas, que son las aplicaciones y páginas para ligar.

P. ¿Y la razón por la que en España no ha bajado tanto el consumo juvenil de alcohol?
R. Siento decirlo así, pero es porque los jóvenes españoles tienen poco más. Un cartel de la FAD [Fundación de Ayuda contra la Drogadicción] dice: “Cuida tus aficiones porque son las que te alejan de las drogas”. Pero los jóvenes españoles van poco al teatro o al cine, no tocan la guitarra, no escriben… Su afición es jueves por la noche, viernes por la noche, sábado por la noche, salir y emborracharse. Incluso, a veces, en mi calle, lunes por la noche. Hay chicos que se ven un martes y dicen: “Qué ganas de que llegue el fin de semana para cogerme un buen pedo”. En comparación con otros países como Francia, Suiza, Alemania, Holanda o Italia, los jóvenes españoles tienen pocas alternativas, tienen pocos hobbies. Su hobby, aunque suene muy triste, es emborracharse.

P. El problema de los atracones de alcohol es real, ¿pero España no será el país con peor consumo entre los jóvenes?
R. Frente a lo catastrófico y apocalíptico de lo que he dicho hace un momento, yo creo que los jóvenes españoles, en su grandísima mayoría, no tienen un problema con el alcohol. Cuando yo viví en Alemania, veía chicos que desayunaban cerveza y seguían bebiendo todo el día. Bebían solos en sus casas. Eso no lo ves en España, ahí es cuando empieza a ser disfuncional. Yo bromeaba con que los alemanes bebían cerveza para convertirse en españoles: si ibas a una fiesta, veías a todas las chicas en un lado y a ellos en otro, bebiendo cerveza para poder entrarle a las chicas.

P. ¿Hay un momento concreto en el que es más probable que los jóvenes dejen de beber?
R. Se deja de beber cuando [el hábito] es disfuncional. Dejas [de emborracharte] cuando empiezas a tener responsabilidades. El problema es que los jóvenes tienen pocas obligaciones y son jóvenes mucho tiempo. Por ejemplo, algunos jóvenes británicos se ponen pendientes, se tatúan, adoptan un look muy agresivo que desaparece el mismo día que empiezan a trabajar.

P. ¿Por qué algunos jóvenes rechazan beber desde el principio pero otros no?
R. Ahora mismo es muy caro beber, los jóvenes tienen poco dinero. Además, mucha gente se queda en casa, donde tienen cosas más interesantes que hacer. Usar el móvil o ver series, por ejemplo, es una auténtica obsesión también. Por esto, además, los jóvenes tienen cada vez menos sexo, y esta es una tendencia internacional. Como hay un consumo cada vez más hogareño, sumado a consumos tecnológicos, de series y demás… el alcohol ahí no pinta nada. Esta es una buena oportunidad para gente que no entra en esta dinámica [no empieza a beber]. La presión social es la que habitualmente hace que la gente comience a consumir tabaco y alcohol, pero el comportamiento es cada vez más restringido a su habitación o a la casa de sus padres.
El País, 3.11.18

31 octubre 2018

Franquismo residual



Por CARLOS MARTÍN GAEBLER

Dedicado a los maestros y maestras de la República Española

De forma periódica, escucho decirlo a mis mayores: este país todavía huele a Franco. Lo sentenciaba el gran Paco Rabal antes de morir. En actitudes y hábitos, parece como si no acabáramos de desprendernos de esa costra casposa de efecto retardado que nos inoculó a los españoles la larga noche del franquismo. El franquismo dura ya demasiado tiempo.

En su día escuché a Albert Boadella señalar que la peor herencia de la dictadura franquista fue imponer un desdén por las cosas bien hechas, una cierta indolencia en el trabajo y en la vida cotidiana. Me atrevo a añadir que este rasgo se manifiesta también en la baja calidad de nuestra democracia. En España no se ha instalado aún lo que a mí me gusta llamar la democracia de la calle, que antes se denominaba civismo, un valor que cada vez echo más en falta a mi vuelta de cualquier viaje por Europa. Educar en valores cívicos es la asignatura pendiente de la sociedad española, y, en este sentido, toda una generación de padres y madres ha fracasado.

El escritor gallego Suso de Toro, al echar la vista atrás, reconoce ahora que las movilizaciones contra la gestión medioambiental del desastre del Prestige no pasaron factura electoral a los responsables en Galicia porque “nuestra historia familiar, y nuestra cultura personal y cívica, están troqueladas por el franquismo. Vivimos en una sociedad educada para unas relaciones políticas sadomasoquistas y que tolera comportamientos que no toleraría una sociedad con una cultura democrática más profunda.” Esto es el franquismo sociológico del estás conmigo o contra mí.

El maestro Eduardo Haro Tecglen va incluso más lejos: “Siempre Franco; sin él no se entiende este país de hoy.” Y Juan Luis Cebrián piensa que Franco es una consecuencia de ver, entender y hacer España que todavía está viva y coleando. Hoy, muchos de nuestros jóvenes no conocen en qué medida el franquismo afectó a la vida de los españoles. La España actual no se puede entender sin saber qué fue el franquismo, una etapa muy compleja que duró cuarenta años y concluyó con el dictador muerto en la cama, una metáfora que significa que no pudimos echarlo ni eliminarlo. 

De aquella España negra quedan los rescoldos del sempiterno odio cainita, el machismo asesino, el nacionalismo patriotero y trasnochado que afecta a algunos sectores de nuestra sociedad, la generalización de la corrupción y del fraude fiscal, la ausencia de una ética social, la chulería individualista provocada por tantos años de autarquía, y, sobre todo, el preocupante desprecio por la educación. Pienso que es urgente poner en marcha una socialización o educación política en democracia; podríamos empezar por universalizar la educación medioambiental y sexual.

Para Ana María Moix, una de las tragedias de la Guerra Civil de nuestros abuelos fue la extinción de un espíritu que consistía, entre otras cosas, en saber, creer de verdad, y enseñar algo muy simple: que hay cosas que no se hacen. Tras unos años en que, dada la imagen, la actitud, los hechos y el discurso de cierta clase política, los ciudadanos no prestan ningún crédito a quienes se ocupan de la cosa pública, es imprescindible que existan personas que sepan y enseñen que hay cosas que no se hacen. Siempre me ha llamado poderosamente la atención la enorme permisividad de muchos de nuestros conciudadanos con los comportamientos incívicos.

Alejandro Pizarro, profesor del la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Complutense asegura que, en España, las élites culturales tenían más peso e influencia antes de la Guerra Civil que ahora. Estamos pagando el precio de cuarenta años de fascismo y la pérdida de esa oportunidad de oro para levantar el listón medio de cultura y civismo que fueron los 13 años de gobierno socialista para haber entroncado con la tradición ilustrada de instrucción pública de la Segunda República. Se podría decir que España es un país analfabeto funcional porque hemos logrado, afortunadamente, niveles de democracia (vamos a ser el quinto país del mundo en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo), de desarrollo económico y de infraestructuras semejantes a los países de nuestro entorno, pero no ocurre lo mismo con los niveles de cultura y civismo. Una sociedad que no lee es una sociedad enferma.

Por muy simplista que suene, estoy con Ortega y Gasset cuando dijo aquello de si España es el problema, Europa es la solución. No se puede decir más con menos. Hoy en día, Europa es el respeto al otro, la civilización de la convivencia. Por eso, necesitamos más Europa. Con todo, seamos optimistas pues los europeos nos aprestamos a refrendar la primera constitución genuinamente laica por la que se va a regir este país. Estoy seguro de que Azaña votaría sí. cmg2004


Artículo publicado en el número 3.830 de la revista El faro el 29 de octubre de 2004

24 octubre 2018

BUSCO ABUELO DESAPARECIDO


Mi abuelo, Manuel Martín Rubio, es uno de los 100.000 desaparecidos en la guerra civil española. Sus restos deben estar aún en alguna de las 315 fosas comunes repartidas por las cunetas y los campos del Principado de Asturias (según el mapa de fosas de dicha región).

Mi abuelo Manuel era brigada de la Guardia Civil al servicio de la República cuando estalló el conflicto fratricida en julio de 1936 (Tarjeta de identidad: Serie A, número 03298). En abril de aquel año fatídico, sus mandos lo habían trasladado a la zona caliente que por aquel entonces era Asturias tras la sangrienta Revolución de Octubre de 1934, como represalia por haberse señalado pidiendo mejores condiciones laborales para sus compañeros guardias civiles del Puesto de Camas, Sevilla.

Cuando la Guardia Civil se pasó mayoritariamente al bando sublevado contra el gobierno del Estado legítimamente constituido, fue hecho prisionero de guerra, torturado y finalmente fusilado, en flagrante violación de la Convención de Ginebra.

Por entonces residía en el pueblo minero de La Felguera (que hoy es un barrio de Langreo, Asturias), junto a su esposa (mi abuela Librada), su hijo (mi padre Manuel) y una de sus dos hijas (mi tía Isabel).

En su Libreta de Haberes, que aún conservo, figura que fue ascendido de sargento a brigada el mes de mayo de 1936. Fue trasladado primero a Sama de Langreo en abril y posteriormente a La Felguera, Langreo, que fue su último destino en los meses de mayo y junio, ya como Comandante del Puesto. La hoja correspondiente al mes de julio aparece vacía.

Fue visto por última vez por su familiares en el campo a las afueras de La Felguera, cuando dos milicianos los condujeron una noche al lugar indeterminado donde estaba retenido para despedirse de él, a finales de agosto de 1936. Tenía 39 años de edad.

Exijo que el Estado español ponga los medios técnicos y humanos necesarios para localizar sus restos (así como los de todas las víctimas de aquella barbarie que aún siguen desaparecidos) para que mi familia pueda enterrarlo con dignidad junto a su esposa (mi abuela) en el cementerio de San Fernando de Sevilla, como prueba de reconciliación y de la grandeza de nuestra democracia.

Por dignidad nacional es preciso remover los obstáculos que impiden rescatar de las cunetas y de las fosas perdidas a las víctimas de tanta tortura y de tanto crimen superpuesto para que nunca más los españoles nos matemos por nuestras diferencias ideológicas ni religiosas. 

Lo reclama este bloguero, que es su nieto rojo, republicano y apóstata, para honrar su memoria (y porque todos los muertos son iguales). Si alguien supiese de su paradero, le ruego me haga llegar la información mediante un comentario abajo o se ponga en contacto con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Salud y gracias. cmg2010

La tercera fotografía muestra los tres objetos de escritorio que conservo de mi abuelo: un sujetapapeles de latón, un sello de bronce con su firma, y moldes de letras de latón. La cuarta foto se la hizo mi padre ante la placa que recordaba a su padre muerto junto a una iglesia de su Guijuelo natal, el único lugar físico a donde pudo acudir para hacer su duelo muchos años después.


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23 septiembre 2018

El baile eterno de María Pagés


Sobrecogedora fotografía de Juan Carlos Muñoz captando el baile prodigioso de María Pagés en su coreografía Una oda al tiempo, en el teatro de la Maestranza, durante la Bienal de Flamenco de Sevilla de 2018. Color profundo para un arte enjundioso. Los colores supersaturados, el contraste del rojo Burdeos sobre un negro absoluto y el movimiento de la bata de cola suspendido son en sí arte puro. La belleza eterna del arte flamenco reflejada en una instantánea. cmg2018

05 septiembre 2018

My Map of the Moon when I was a Boy (recuperated)

A work of unearthly beauty, this 1969 map of the Moon, published by The National Geographic Magazine, was the first ever to show both faces of the lunar surface on a single sheet —not just the familiar surface we see at night, but the hidden far side as well. Cartographic artist Tibor Toth, who delicately shaded the surface crater by crater, spent several weeks at the Lowell Observatory in Flagstaff, Arizona, to scope out his subject. This map sparked my fascination with space exploration. It was the most treasured poster in my collection. For many years, I had it hanging on the wall in my room, until one dreadful day it got destroyed...

01 septiembre 2018

¡Qué suerte tienen los delincuentes católicos!

Por BERNA GONZÁLEZ HARBOUR


Los católicos suelen sentir la tranquilidad de pertenecer a la única religión verdadera —creen, luego para ellos así es— e históricamente han tenido la ventaja de poder pecar siempre que luego visiten el confesionario para pasar la bayeta. Allí, el confesor les aguarda como un decidido Míster Proper dispuesto a trasladar el perdón divino que borra los pecadillos del historial personal. No quedan antecedentes penales tras rezar varias avemarías.

Con el tiempo los católicos empiezan a percibir también, sin embargo, algunas desventajas. Muy serias. La Iglesia católica mantiene un machismo institucional prefeudal, al excluir a la mujer de cualquier ámbito de la jerarquía y relegar su entrega a la carrera monjil. Ellas barren y limpian estupendamente durante los cónclaves de cardenales-hombres en Roma reunidos para elegir a sus Pontífices-hombres. Hasta en los peores momentos del absolutismo, donde las mujeres no tenían ni por asomo capacidad de elegir ni decidir gran cosa, hubo reinas en las coronas de Europa. Algunas, brillantes.

También para los hombres hay desventajas. El celibato es un voto obligatorio, tanto como la pobreza y la obediencia. Pero reconozcan que la ecuación es, si no perfecta, muy ventajosa: prometen sus votos a Dios y en lo posible cumplen, pero cualquier desvío del camino encuentra su perdón en el confesionario. La misericordia es un hallazgo.

La Conferencia Episcopal de Australia nos lo ha recordado esta semana: los confesores no pueden ser forzados a revelar delitos —delitos, sí— conocidos durante la confesión al considerar que eso “va contra la fe y la libertad religiosa”. La negativa desoye las instrucciones de la comisión gubernamental que investiga casos de pederastia y que ha averiguado que el 7% de los sacerdotes que trabajaban en Australia entre 1950 y 2010 están implicados en abusos sexuales. En algunos lugares la cifra ha llegado al 15%.

El derecho canónico, ciertamente, considera el secreto de confesión una cuestión inviolable so pena de excomunión. Teóricamente se trata de respetar el secreto del pecador, no del cura. Y las legislaciones civiles de países tradicionalmente católicos suelen conceder una dispensa a los religiosos para que puedan cumplir con su obligación canónica. Pero hay algo que deberían tener en cuenta: el derecho penal, y no el canónico, es el que rige las normas de las que nos hemos dotado para proteger a las víctimas de crímenes y perseguir a los delincuentes. Trabajar por esa protección debería concernirles.

La jerarquía católica no solo está desoyendo el clamor de una sociedad que ya no está dispuesta a callar y que exige justicia penal, y no divina, sino que además y sobre todo está perdiendo la batalla moral. Hoy defiende el secreto de confesión con la misma convicción con la que ha practicado el encubrimiento y traslado de sacerdotes involucrados en abusos. Los informes sobre pederastia en Irlanda, Boston, Pensilvania o Australia desbordan al Vaticano, que aún no ha sabido reaccionar.

Tienen suerte los delincuentes católicos que pueden confesar y quedar indemnes. No tanta sus víctimas.
El País, 2.09.18