Sostengo la teoría de que la prevalencia de las prácticas
corruptas entre los españoles es (también) atribuible a la impunidad que gozaba
cualquier arbitrariedad cometida durante la dictadura franquista. Durante
cuatro décadas muchos, sabiéndose impunes, interiorizaron que el que la hace NO
la paga, y esta premisa se fue incorporando sutilmente al subconsciente
colectivo hasta llegar a nuestros días. Evidentemente, esta conducta, ya
endémica, no es privativa de las personas de derechas o de los herederos
sociológicos del franquismo, sino que afecta también a personas que se
califican de progresistas, para las que el fin justifica los medios. Y, si no,
remitámonos a la realidad circundante de nuestro país, salpicada de
casos de corrupción por doquier. Ahora se demuestra que fue un error olvidar,
mirar para otro lado y no depurar responsabilidades cuando se inició la
Transición a esta democracia frágil y endeble. De aquellos barros, estos lodos. • cmg2015
14 comentarios:
Totalmente de acuerdo, Carlos. Y ahora parece que se van poniendo las pilas o..., ¿no te da la impresión de que es un poco cara a la galería? "Yo te destapo a ti los tuyos, tú a mí los míos y no parecemos ninguno tan malo."
Magnífica reflexión, enhorabuena. Estoy totalmente de acuerdo. Gracias por compartirla.
Viendo 'Esclavos' de Salvados, te das cuenta que ya entonces los militares sisaban el dinero
que iba destinado a dar de comer a los esclavos, que trabajaban construyendo carreteras, pantanos, y no recibían nada a cambio. Hasta sin comer los dejaban... No veo muchos cambios
hoy por hoy.
q
Cierto. Entrevistado en dicho programa, Nicolás Sánchez Albornoz, esclavo de aquel régimen, abunda en la misma idea, asegurando que la corrupción en España viene de lejos, y que los franquistas y sus herederos siguen con los mismos hábitos de corrupción que ya practicaron durante la dictadura.
GRACIAS POR VUESTROS COMENTARIOS.
Me encanta tu texto, corto y conciso, como un buen puñetazo. Me gustaría mucho publicarlo, abriendo el próximo Nº 8 del TeVeo, el fanzine que edito y que creo que ya conoces. Salvando las lógicas
distancias y esperando no parecer inmodestos, intentamos ser un CHARLIE HEBDO local. El número siguiente lo dedicamos de nuevo a la monarquía que padecemos, por lo cual nos viene que ni pintado.
Muy bueno Carlos, es hora que empecemos a cambiar esto, con pequeños pasos, como éste, que despierte conciencias...y tomando responsabilidad, TODOS, somos de alguna manera víctimas pero también responsables...
En su reciente libro "España estancada", el catedrático de Teoría Económica Carlos Sebastián sostiene que el clientelismo mata el talento. Según él, los partidos políticos han colonizado la Administración Pública y, también, las instituciones de control. Si los cuadros de los partidos son funcionarios, se va produciendo una simbiosis entre el poder político y la gestión pública, dos ámbitos que en los países más eficientes están drásticamente separados. Y luego está la ocupación de las instituciones. Los partidos fueron descubriendo que cuando se servían de los órganos de control no pasaba nada, que podía hacerse impunemente. Así que empezaron a abusar hasta llegar a situaciones verdaderamente grotescas. Si manipular órganos como el Tribunal Constitucional, que en Alemania es sacrosanto, sale gratis, es que se puede manipular todo. Y ese mensaje produce lo que Javier Pradera llama la “corrupción gris”: utilizar el coche oficial para una gestión privada, favorecer en esta resolución a un amigo, etc.
Estoy de acuerdo contigo. La impunidad hace que lo que empieza siendo una corruptela acabe en una gigantesca máquina de robar y emponzoñar, lo que acaba con todos lo filtros y barreras que hubieran podido detener tanto desmán. Recuerdo unas palabras de Umbral, al que no le tenía yo mucha simpatía, pero que se me quedaron grabadas. Decía que en España tenía mucho más prestigio ganar dinero a la lotería que ganarlo trabajando honradamente. Y estoy de acuerdo.
Yo lo extrapolo y creo que en gran parte de la clase política, funcionarios, sindicalistas y demás altos cargos de todas las administraciones (además de gran parte de la población), cundió la idea de que dar un pelotazo era signo de inteligencia y saber político, mientras que hacer una buena gestión y gastar los dineros de manera decente quedaba para los idealistas.
En fin, estoy absolutamente asqueado en estos momentos y también preocupado por el devenir.
En una reciente entrevista, el escritor Manuel Arroyo Stephens señala que Franco mató el espíritu crítico en España, dotándonos de una mentalidad de cuartel y sacristía. En su opinión, eso crea una mentalidad de la que es difícil librarse: "Lo veo en las actitudes que tienen los españoles ante casi todo. Es asombroso que los votantes españoles voten siempre a los chulos y a los corruptos. Es parte de la mentalidad del franquismo, porque la gente lo único que quiere es seguridad, una seguridad frágil, falsa."
A este respecto, Julio Llamazares escribe en su columna "La peste":
Hechos ya todos los análisis de los últimos resultados electorales por todos los analistas más circunspectos y a una semana ya de la votación, a mí ya solo me cabe hacer una afirmación: el problema de España no es político, es moral.
Que me explique, si no, alguien cómo se puede entender que la cuarta parte de los españoles apoye con su voto al partido con más escándalos de corrupción de la historia de la democracia española; es decir: cómo se puede aceptar sin huir del país como los británicos de Europa que a uno de cada cuatro de tus compatriotas les importen más sus colores o cualquier consideración económica que la constatación reiterada e innegable de que el partido al que da su voto está podrido por dentro y por fuera.
En la época de Berlusconi, mucha gente se escandalizaba de que los italianos le votaran una y otra vez siendo como eran evidentes su corrupción personal y política. El escándalo venía del descubrimiento de que la mitad de los italianos eran como él. Ahora sucede en España y, en lugar de escandalizarse como con Berlusconi, muchos lo consideran normal. Huyamos, dicen otros sin saber que la peste irá con ellos, como en la novela de Albert Camus.
Totalmente de acuerdo con tu reflexión sobre el pesado lastre del franquismo y la falta de moral pública. Haneke lo dice así: "Lo que se barre y se echa debajo de la alfombra, algún día terminará por ponerla en movimiento". Los crímenes del franquismo se quedaron impunes, y sobre todo el crimen capital del franquismo en si mismo, y así hoy estamos rodeados de podredumbre, con ciudadanos que votan en masa al partido más podrido. Y todo eso por otra losa igual de pesada: el centenario catolicismo integrista que no distingue entre Estado y religión. ¡Qué cruz! ;-). Creen todos en el "Como Dios manda" rajoyano.
En un vuelo de estas vacaciones tuve una conversación que me abrió los ojos para ver más allá del círculo de amigos rojos con los que casi siempre estamos de acuerdo: a mi lado, una joven pareja de emigrantes granadinos de camino a Bélgica. Expreso mi pesar por la situación actual de la juventud española, obligada a emigrar, y porque paradójicamente se haya vuelto a votar a los culpables de tal situación. La muchacha, de veinteypocos años, me suelta: "Y el de la coleta...no tiene sangre española. No tiene respeto a las tradiciones, quiere quitar la Semana Santa y no jura sobre la Biblia..." etc.
Sangre, unidad de la patria, respeto, tradición, religión - ¿no es terrible esto en boca de una emigrante veinteañera? Pues ahí lo tienes: el resultado de la enseñanza concertada, bastión de ese eternizado nacional-catolicismo. ¡Cuánta basura se transmite ahí, directa e indirectamente! Hasta que no se quite la concertada y su atroz clasismo de meapilas ñoños este país va a seguir igual, votando al PP en masa. ¡Fuera la enseñanza concertada! ¡Enseñanza pública, laica y de calidad! Solo con un radical cambio educativo se podría cambiar algo en este país de "podridos cristianos" (como los llama el oficial del Ejército de Salvación en la "Dreigroschenoper" de Brecht). ¡Viva la 2ª República que prohibió la enseñanza a las órdenes religiosas!
Otro factor: Hay una fuerte relación entre países católicos y corrupción (Italia, España, Latinoamérica...). ¿Será por la confesión semanal tras la cual se peca tan maravillosamente de nuevo para volver arrepentido al domingo siguiente? Todo para que todo siga igual.
Me acuerdo de Willy Brandt que dimitió en el punto álgido de su popularidad porque había sido espiado por su secretario de confianza, agente de la RDA. No tenía culpa alguna, pero la vergüenza le impidió seguir. Vergüenza que los del PP (y muchos del PSOE, empezando por Felipe González) evidentemente no tienen.
Un abrazo y enhorabuena por tu blog!
Uno de los mayores engaños de la historia europea es el de la ejemplaridad de la llamada “transición a la democracia”, proceso que no ha sido ejemplar y, en algunos casos, dudosamente democrático. Al contrario de lo ocurrido en otros rincones del mundo, las estructuras y la cultura que habían marcado la dictadura militar (1936-1977) se mantuvieron, en algunos casos, hasta nuestros días. La corrupción, por ejemplo, formaba parte de su ADN.
El movimiento independentista catalán nació y creció como excrecencia directa de una crisis de Estado ya muy prolongada. El otro síntoma potente fue la transformación del 15-M en la articulación complicadísima de Podemos y sus aliados territoriales. A ninguno de los dos cabe restarle la menor legitimidad política ni ideológica, tanto si se comparten sus posiciones políticas como si no. Nacieron como frutos imprevistos de una democracia viva, agitada, conflictiva y exigente, y razonablemente alérgica a conllevancia alguna ante desmanes obscenos de políticos democráticos en sus usos del dinero público, los contratos, los porcentajes y los sobres.
Pese al tiempo transcurrido, parece que aún no se puede hablar de nuestros asesinados y de nuestros asesinos sin una emoción que conlleve la tentación de olvidar a los asesinados y a los asesinos de los otros. Seamos quienes seamos, los unos y los otros. Sin embargo, hay una verdadera urgencia cívica para que los españoles de hoy asumamos por fin los horrores de la guerra civil y de los cuarenta años de dictadura sin separar a unas víctimas de otras, comprendiendo lo que sucede cuando el odio se apodera de nuestra convivencia. Ese odio que ha vuelto a aparecer en Cataluña dividiendo a los catalanes con los mismos sentimientos cainitas que la Transición quiso superar.
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