Parece que lo peor es que también hay jóvenes homosexuales que siguen mintiéndose a sí mismos al llamarse heteros, como si fuera un proceso menos traumático de aceptar su orientación.
Increíble pero cierto...que a estas alturas haya personas con ese miedo tan tremendo a aceptar lo que sienten...esto no trae nada bueno... Volvemos a una época ultra conservadora...algo hay que hacer.
Efectivamente, totalmente de acuerdo, esto no trae nada bueno, solo perpetúa el machismo y el engaño a las mujeres de estos hombres que se engañan a sí mismos. El fango tóxico de las redes ha contribuido enormemente a esta involución en la sexualidad.
Alucinante, todos los “supuestos heteros buscando rollos con otros supuestos heteros.“ Se ha creado otra categoría de gays que niegan serlo y se autodenominan hetero. Si te acuestas con otro tío pasas a ser bi o gay; ya no eres hetero. ¿O la palabra hetero es garantía de no tener plumas? Hay que aclararlo. Jajaja, el ser humano está perdido! ¡Que vengan los aliens 👽 ya!
HETERO BUSCA HETERO: Opción 1. La persona está en el armario y, por los motivos con los que él se lo ha creado, siente auténtico terror a que se haga público lo que habitualmente sabe todo el mundo, ese mundo que considera un monstruo y que piensa puede destruir el decorado en el que ha decidido vivir. No te engañes, el monstruo está en tu cabeza. Déjalo salir y vive. Opción 2. Todo es una fantasía fetichista que te pone mucho, el hetero que buscas es tan hetero como tú, es decir, ninguno de los dos lo sois, y ambos lo sabéis. Opciones hay tantas como personas, pero no intentes engañar a nadie y sobre todo no te engañes a ti mismo. Intenta ser feliz aunque no es fácil, y al menos no deja heridas por autolesión.
Una vez, en un chat un muchacho bisexual discreto de 21 años reconoció por escrito que tenía novia porque "no quiero joder a mi familia." Literal. Manda huevos!
Soy de la opinión de que la autohomofobia surge una y otra vez porque está grabada a fuego en el disco duro de las personas LGTB desde su infancia por el sentimiento de vergüenza, por la percepción de que son merecedores de menos respeto o de ser tratados de peor forma y por la sensación de que ellos necesitan trabajar más duro que los heteros para alcanzar la perfección. Sólo hace falta echar un vistazo a las aplicaciones de contactos para comprobar que la vergüenza por ser gay sigue viva y coleando –incluso en ciudades cosmopolitas hay innumerables hombres que ocultan su rostro y exigen “discreción.” Como hombre gay tuve un desarrollo precoz, con amigos gays en mi adolescencia y con una familia que no me rechazaba abiertamente. Sin embargo, mi sexualidad nunca fue reconocida ni discutida, y un pertinaz sentido de incomodidad, de vergüenza incluso, me causó un terrible eczema que me duró hasta que finalmente salí de la casa familiar para ir a la universidad. Fue esa carga de disgusto amoroso lo que quise explorar en la serie Looking, mi ficción situada en el siglo XXI, que es la historia de un hombre gay que parece funcionar en la sociedad gay, y, sin embargo, apenas funciona a nivel emocional porque hay tantos asuntos en su vida a los que no se ha enfrentado y por ello tiene tanto pavor a la intimidad y al compromiso.
Al escribir la serie no me interesaba hacerlo como celebración de lo gay. Deseaba retar tanto a gays como a heteros, y construí un segundo episodio que fuera profundamente incómodo de ver para cualquiera que piense que haber logrado la igualdad ante la ley es el final del camino. Efectivamente, hay miles de hombres gays normales y bien adaptados ahí fuera, que gozan del amor y del apoyo de sus familias, y que pueden hacer partícipes a sus compañeros de trabajo de su vida emocional. Pero también hay muchos que no se sienten capaces de ser ellos mismos en su centro de trabajo o ante sus padres, y que, con un gran coste para su estabilidad mental, se autoengañan a sí mismos creyendo que eso es perfectamente asumible.
La gente lo pasa fatal con las incongruencias. Es un proceso mental de activación y de consiguiente inhibición, que provoca ansiedad, mal humor, malestar. El hecho de inhibir una determinada conducta, cuando se expresa de forma natural, cansa mucho. Porque al querer evitar sentir lo que es inevitable, se somatiza y esa incongruencia desencadena muchos procesos de enfermedad mental. Lo heteronormativo forzado por el entorno interviene de lleno en procesos de inhibición. Por tanto, aunque estas personas se vean en situaciones propicias para la expresión de afecto en saunas, bares, zonas de ligoteo, etc, su cerebro tiene por costumbre inhibirse. En ese momento se desencadena una incongruencia que a su vez se expresa en forma de maltrato o displicencia hacia los que están allí para pasarlo bien. Estos hombres no lo hacen aposta, sino por costumbre, por habituación. Lógicamente, ningún cerebro quiere sufrir.
Entre el hetero discreto, el hetero curioso, el hetero en-el-baño-te-espero, el vida hetero, el discreto no-mando-cara,... al final resulta que me he bajado el Candy Crush en vez del Grindr!
10 comentarios:
Parece que lo peor es que también hay jóvenes homosexuales que siguen mintiéndose a sí mismos al llamarse heteros, como si fuera un proceso menos traumático de aceptar su orientación.
Increíble pero cierto...que a estas alturas haya personas con ese miedo tan tremendo a aceptar lo que sienten...esto no trae nada bueno... Volvemos a una época ultra conservadora...algo hay que hacer.
Efectivamente, totalmente de acuerdo, esto no trae nada bueno, solo perpetúa el machismo y el engaño a las mujeres de estos hombres que se engañan a sí mismos. El fango tóxico de las redes ha contribuido enormemente a esta involución en la sexualidad.
Así está el patio, en lugar de avanzar... 🤷 Justo hoy que en teoría hay más apertura que nunca, a éstos se les cierra la mente. Da que pensar.
Alucinante, todos los “supuestos heteros buscando rollos con otros supuestos heteros.“ Se ha creado otra categoría de gays que niegan serlo y se autodenominan hetero. Si te acuestas con otro tío pasas a ser bi o gay; ya no eres hetero. ¿O la palabra hetero es garantía de no tener plumas? Hay que aclararlo. Jajaja, el ser humano está perdido! ¡Que vengan los aliens 👽 ya!
HETERO BUSCA HETERO:
Opción 1. La persona está en el armario y, por los motivos con los que él se lo ha creado, siente auténtico terror a que se haga público lo que habitualmente sabe todo el mundo, ese mundo que considera un monstruo y que piensa puede destruir el decorado en el que ha decidido vivir. No te engañes, el monstruo está en tu cabeza. Déjalo salir y vive.
Opción 2. Todo es una fantasía fetichista que te pone mucho, el hetero que buscas es tan hetero como tú, es decir, ninguno de los dos lo sois, y ambos lo sabéis.
Opciones hay tantas como personas, pero no intentes engañar a nadie y sobre todo no te engañes a ti mismo. Intenta ser feliz aunque no es fácil, y al menos no deja heridas por autolesión.
Una vez, en un chat un muchacho bisexual discreto de 21 años reconoció por escrito que tenía novia porque "no quiero joder a mi familia." Literal. Manda huevos!
Soy de la opinión de que la autohomofobia surge una y otra vez porque está grabada a fuego en el disco duro de las personas LGTB desde su infancia por el sentimiento de vergüenza, por la percepción de que son merecedores de menos respeto o de ser tratados de peor forma y por la sensación de que ellos necesitan trabajar más duro que los heteros para alcanzar la perfección. Sólo hace falta echar un vistazo a las aplicaciones de contactos para comprobar que la vergüenza por ser gay sigue viva y coleando –incluso en ciudades cosmopolitas hay innumerables hombres que ocultan su rostro y exigen “discreción.” Como hombre gay tuve un desarrollo precoz, con amigos gays en mi adolescencia y con una familia que no me rechazaba abiertamente. Sin embargo, mi sexualidad nunca fue reconocida ni discutida, y un pertinaz sentido de incomodidad, de vergüenza incluso, me causó un terrible eczema que me duró hasta que finalmente salí de la casa familiar para ir a la universidad. Fue esa carga de disgusto amoroso lo que quise explorar en la serie Looking, mi ficción situada en el siglo XXI, que es la historia de un hombre gay que parece funcionar en la sociedad gay, y, sin embargo, apenas funciona a nivel emocional porque hay tantos asuntos en su vida a los que no se ha enfrentado y por ello tiene tanto pavor a la intimidad y al compromiso.
Al escribir la serie no me interesaba hacerlo como celebración de lo gay. Deseaba retar tanto a gays como a heteros, y construí un segundo episodio que fuera profundamente incómodo de ver para cualquiera que piense que haber logrado la igualdad ante la ley es el final del camino. Efectivamente, hay miles de hombres gays normales y bien adaptados ahí fuera, que gozan del amor y del apoyo de sus familias, y que pueden hacer partícipes a sus compañeros de trabajo de su vida emocional. Pero también hay muchos que no se sienten capaces de ser ellos mismos en su centro de trabajo o ante sus padres, y que, con un gran coste para su estabilidad mental, se autoengañan a sí mismos creyendo que eso es perfectamente asumible.
La gente lo pasa fatal con las incongruencias. Es un proceso mental de activación y de consiguiente inhibición, que provoca ansiedad, mal humor, malestar. El hecho de inhibir una determinada conducta, cuando se expresa de forma natural, cansa mucho. Porque al querer evitar sentir lo que es inevitable, se somatiza y esa incongruencia desencadena muchos procesos de enfermedad mental. Lo heteronormativo forzado por el entorno interviene de lleno en procesos de inhibición.
Por tanto, aunque estas personas se vean en situaciones propicias para la expresión de afecto en saunas, bares, zonas de ligoteo, etc, su cerebro tiene por costumbre inhibirse. En ese momento se desencadena una incongruencia que a su vez se expresa en forma de maltrato o displicencia hacia los que están allí para pasarlo bien. Estos hombres no lo hacen aposta, sino por costumbre, por habituación. Lógicamente, ningún cerebro quiere sufrir.
Entre el hetero discreto, el hetero curioso, el hetero en-el-baño-te-espero, el vida hetero, el discreto no-mando-cara,... al final resulta que me he bajado el Candy Crush en vez del Grindr!
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